Homilía completa de Monseñor Rolando Álvarez

Las homilías de Monseñor Álvarez tienen un eco importante en la sociedad nicaragüense porque abordan temas políticos y sociales

La redacción de IP Nicaragua comparte íntegra la homilía del domingo 23 de enero de Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, donde aborda su reflexión religiosa y su mensaje social sobre la realidad de Nicaragua:

De las homilías de Monseñor Rolando Álvarez sobre el ‘Domingo de la Palabra de Dios’ (disertación oral)

En este tercer domingo del tiempo Ordinario, en el que estamos celebrando el ‘Domingo de la Palabra‘, la liturgia de la Iglesia nos presenta, amadísimos hermanos y hermanas, un texto evangélico, que en realidad está compuesto de dos en uno solo.

El primer texto o la primera parte es la introducción o el prólogo del evangelio de San Lucas. Como hemos escuchado, dedica su investigación sobre los dichos y hechos de Jesús, al ilustre Teófilo. Pero al dedicárselo a él, el evangelista nos introduce en el corazón de la Buena Nueva de la Nueva Noticia. Ya que Teófilo, en griego, que significa amigo de Dios. Es una palabra dirigida a los amigos de Dios. Es una palabra dirigida al hombre y a la mujer, para hacerlos amigos de Dios, para que todos seamos amigos de Dios.

Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa / Cortesía

Y la segunda parte es precisamente cuando el Señor, como buen judío, y guardando la costumbre de acudir todos los sábados a la Sinagoga o Casa de Oración donde se meditaba en la Torá, en la ley. En los pasajes de la escritura del antiguo testamento, en los Salmos; se desenrolla el libro del profeta Isaías y encuentra el pasaje que hemos escuchado: ‘El Espíritu de Dios está sobre mi porque me ha ungido para llevar a los pobres la Buena Nueva’.

Dice Orígenes que el haber encontrado este texto no fue una coincidencia sino una verdadera providencia porque en él se encuentra el programa de vida, el programa de Misión del Señor Jesús.

Y Cirilo de Alejandría, al comentar que después de haber leído al profeta Isaías, todos los asistentes quedaron en un silencio expectante, en una expectación silenciosa y el Señor afirma ‘hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la escritura’. Explica que ese hoy, ese ‘hoy se ha cumplido ese pasaje de la escritura’ se ubica entre la primera venida de Jesús y la segunda venida que esperamos.

Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa / Cortesía

Es decir, amadísimos, el hoy del aquí y del ahora. No es un hoy que se pronuncia Jesús, en la historia de hace más de dos mil años. No es un hoy caduco, pasado, vencido, fallado. Es un hoy actual y actuante.

El Señor hoy nos habla con su palabra al corazón. Y espera que todos nosotros le abramos las puertas de nuestro corazón al Señor Nuestros Dios. La palabra de Dios que es nuestra guía, que es nuestra brújula, que es nuestra luz.

La palabra de Dios, que ilumina nuestra mente y nuestro corazón. No solo para saber actuar. Saber pensar y decidir en cada momento de nuestra vida, aquellas decisiones y acciones que debemos tomar a cada momento. Sino una palabra que, siendo luz para encaminar nuestros pasos por la verdad, termina siendo nuestra vida misma. La palabra termina siendo nuestra vida. Si nosotros no escucháramos la palabra. Si nosotros cerramos el corazón a la palabra. Si nosotros no abriéramos de par en par nuestro corazón a la palabra iríamos en la vida sin rumbo, viviríamos en la oscuridad. Viviríamos dándonos golpes tras golpes. Es decir, errores tras errores. Es la palabra la que nos ilumina. Es la palabra la que nos sostiene. Es la palabra la que nos guía. Es la palabra la que nos da luces y criterios para saber vivir, para saber actuar.

Los domingos especialmente, todos nosotros, venimos a escuchar la palabra. Y venimos a escuchar al Señor en la Palabra porque queremos hacer su voluntad. Porque queremos conocer que es lo quiere de nosotros.

El domingo, el día en el que venimos a celebrar su Resurrección, venimos a celebrar el misterio de nuestra salvación, de nuestra redención. El domingo, día propicio para estresar los lazos, los vínculos familiares, para vivir más con la fuerza la caridad. Día de descanso, día de reposo. No es cualquier reposo, no es cualquier descanso, es el descanso en la palabra. El domingo es el día para poder reposarnos en la palabra de Dios. Para poder descansar en ella, para poder abandonarnos en su palabra.

Recuerden como los apóstoles, después de haber trabajado toda la noche, sin pescar nada y el Señor los manda ‘Duki Naltun‘ Mar adentro. Les dicen ‘en tu nombre echaremos las redes’. Porque tú lo dices, por tu palabra, solo por eso echaremos las redes.

Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa / Cortesía

El domingo es el día del descanso en Señor, que nos invita siempre a echar las redes. Aunque a veces estemos cansado, fatigados. Aunque a veces nos sintamos fracasados en algunos proyectos o iniciativas. El domingo es el día, en el que descansamos en el Señor, en su palabra.

Descansamos en lo que él nos dice. Abriendo ese corazón a la palabra, amadísimos, nos volvemos luz para los demás. Yo me atrevo a decir, que, sin darnos cuenta cada uno de nosotros presentes y los que nos acompañan a través de los medios de comunicación y redes sociales, basta que le abramos el corazón a la palabra. Basta que queramos dejar entrar a la palabra a nuestra vida. Esforzarnos, es un don de Dios, pero es un esfuerzo de nosotros, para vivir según la palabra. Ya con eso, gracias a esa palabra que habita en nosotros, luz para los demás.

Ahí nos convertimos en misioneros y evangelizadores, ahí nosotros cumplimos. Ahí se cumple la palabra, la Buena Noticia: ‘Vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia’, que él les anunció a los pobres.

Así nosotros, sin cosas extraordinarias. En lo sencillo, llano y ordinario de cada día, con solo acoger la palabra en el corazón, el mismo Señor, la misma palabra. Nos convierte en luz para iluminar, sal para dar sabor y fermento para dar forma.

Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa / Cortesía

Por eso, hoy nuestro pensamiento va a todos ustedes, hermanos y hermanas. Ustedes que le abran el corazón a la palabra. A todos ustedes que buscan beber del pozo del agua viva, de la palabra de Dios.

Nuestro pensamiento va a tantos cuadros pastorales, coordinadores, delegados de la palabra, ministros lectores, ministros extraordinarios de la comunión, catequistas, tantos coros, músicos, tantas mujeres, como les llamamos santas mujeres. Aquellas que se pierden la celebración de la palabra para estar en la cocina, para estar preparándole el alimento al sacerdote. Esas mujeres que van a traer al sacerdote que tiene que agarrar la bestia o la panga para poder internarse en la montaña. Para compartir con los demás la palabra.

Nuestro pensamiento va a tantas personas bellas, como ustedes, que se preocupan, por mantener la belleza de nuestras capillas. La belleza de nuestros templos. Nuestro pensamiento va a tantos bienhechores y benefactores que nos permiten seguir extendiendo el Reino de Dios. Así en el anonimato, en el silencio de todos los días, cada uno, haciéndolo suyo.

Hoy en la primera lectura, hemos escuchado de dos personajes. Esdras, el hombre de la Ley y Nehemías, el gobernador.

Esdras reconstruyó el espíritu del pueblo Israel, proclamando la ley del Señor. Nehemías reconstruyó las murallas de la ciudad. Los dos eran necesarios, cada uno haciendo lo suyo.  La segunda lectura también, nos lo ha dicho, ‘todos somos miembros de Cristo’ y todos nos necesitamos.

Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa. / Archivo

Nuestro pensamiento va aquella mujer, a aquel hombre que limpia los templos, las capillas, que arregla las imágenes. Nuestro pensamiento va a los consejos pastorales parroquiales, a las comisiones diocesanas, a las comisiones parroquiales. Nuestro pensamiento va a los líderes de los movimientos eclesiales, de los movimientos de la iglesia. Nuestro pensamiento va a esos hombres y mujeres, que muy a las tres de la mañana se levantan todos los días a rezar la coronilla de la Divina Misericordia.

Nuestro pensamiento va a tantos miles familia, que se reúnen todos los días, en algún momento a rezar el Santo Rosario. Nuestro pensamiento va a tantos grupos que se dedican, únicamente a rezar por nosotros los sacerdotes. Nuestro pensamiento va a tantos grupos de oración, comunidades orantes, que se reúnen todas las semanas a meditar la palabra. Nuestro pensamiento va a todas esas asociaciones, cofradillas, fraternidades de la Virgen Santísima, del Señor de Esquipulas, del Señor de los Milagros, del Cristo Negro, de tantas devociones de Piedad Popular. A esas mujeres religiosas contemplativas. Que en el claustro silencioso van sosteniendo, toda la obra misionera de la Iglesia. Todo nace de aceptar la palabra en el corazón. Nuestro pensamiento va, a tantos laicos comprometidos, en la pastoral de Evangelización. En la de catequesis, en la de formación cristiana permanente, en la de liturgia y ministerios laicales, en la de piedad popular, en la familiar, en la juvenil, en la niñez, la educativa, en la universitaria, en la penitenciaria, en la de ecología, en la urbana, en la social, en la de salud y vida, en la de medios de comunicación social, en la de movimientos eclesiales, en la de vida consagrada, en la vocacional, en la de atención del clero, en la de alegría del amor, en la del migrante.

¡Cuántos cienes y miles! Cada uno con su granito de mostaza, para que el Señor haga germinarlo, este grano crezca en un arbusto grande, enorme y puedan venir a anidar los pájaros del cielo.

Y no podemos olvidar que el Papa, precisamente, se detiene sobre este texto, cuando afirma: ‘el espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Nueva a los pobres’. Tenemos que darles a los pobres un lugar privilegiado. Tenemos que darles a los pobres un lugar privilegiado. Y me preguntan ¿Quiénes son los pobres? En primer lugar, somos nosotros, pecadores, que necesitamos de conversión. Pero también los pobres son los sin techos, los desempleados, los que no tienen sus tres tiempos de comida, los pobres son los que están mal remunerados, mal pagados en sus trabajos.

Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa / Cortesía

Los pobres son las viudas, los huérfanos, los niños en las calles, las mujeres explotadas en su vida sexual, ellas son privilegiadas de Jesús, ellas están entre los pobres de Yahvé, entre los pequeños del Señor. Como dice el Papa, en las las periferias, no solo geográficas, sino también existenciales y humanas. El pobre es que el que es tratado, como descartable, como de segunda. A ese pobre tenemos que darle prioridad, en este anuncio de la palabra de Dios, porque la palabra, cuando llega al corazón, libera.

Cuando el pobre conoce la liberación, entonces, solo en la libertad, se puede vivir el verdadero desarrollo humano.

Para que el nicaragüense pueda desarrollar su proyecto de vida en su propio país. Para que pueda sentir que su dignidad es respetada y valorada y no pueda migrar a otro país, frustrado porque en el propio no encuentra las oportunidades necesarias para evitar que haya más Rubén Daríos que se marchen.

Nicaragua debe edificarse con base a Instituciones que permitan el buen funcionamiento de la sociedad. Algo así como un soporte esencial para vida de los ciudadanos.

Se podría decir que, para que estado de derecho exista, debe conocer los derechos humanos. Para que los derechos humanos se respeten, es fundamental la existencia de un Estado de Derecho que sujete el poder a las leyes y evitar los vaivenes y tizonazos de las tentaciones que genera el poder.

Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa / Cortesía

Cuando Nicaragua posea un Estado de derecho funcional y una sociedad formada democráticamente, ese día podremos decir, que tendremos la posibilidad de vivir y crecer con dignidad en nuestro país. Salir de la extrema pobreza, salir de la pobreza y lograr el verdadero desarrollo humano.

Parafraseando a Darío: «Juntemos tantos vigores e inteligencias dispersas«. Y construyamos juntos sin exclusión y sin exclusividad, un deseo común de vivir en dignidad. No dudo que haya muchos hombres que amen a su país para edificar la oportunidad de construir una nueva nación.

Hace un año moría uno de esos hombres, que trabajaba por un país con rostro humano. Me refiero a Mauricio Herdocia Sacasa. Un gran esposo y padre, jurista y académico brillante. Gran negociador y guardián de los intereses del país en las disputas fronterizas ante la Corte Internacional de Justicia en la Haya.

Con su legado nos enseñó la vital necesidad de forjar una nación a partir de cimientos de convivencia y de respeto entre el Estado y la persona y entre estás. Sin protagonismos ni vanidades, siempre en posiciones discretas, sin adjudicarse ni apropiarse de los éxitos de su labor, dio su existencia para un país mejor.

Así como Mauricio, tenemos que reconocer que hay tantos en el anonimato y en el silencio, que trabajan arduamente, con fe y con esperanza, por la construcción de una gran nación llamada Nicaragua. Trabajaremos todos juntos, por esta nueva nación que necesitamos y anhelamos.

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