Semillero de emprendedores en la Costa Caribe de Nicaragua

Esta es la historia de tres emprendedores de la Costa Caribe de Nicaragua. Una trabaja con tunu, otra diseña estrellas morava y otro pinta sobre papel.

En la Costa Caribe de Nicaragua, un viento de creatividad sopla entre las palmeras y el mar, llevando consigo historias de resiliencia y arte arraigado en las tradiciones locales.

En este escenario pintoresco, tres talentosos artistas emergieron con un propósito común: rescatar y promover las raíces culturales a través de sus distintas disciplinas artísticas.

Nury Oporta, la artesana del tuno, encuentra en las fibras naturales de esta planta una fuente inagotable de inspiración.

Abner Morales, el pintor, lleva en cada pincelada el alma vibrante de su tierra natal. Sus lienzos son una explosión de colores que capturan la vida cotidiana en esta zona del país.

Nidia Matamoros, la diseñadora de estrellas moravas, encuentra en la artesanía tradicional de las estrellas de Moravia una plataforma para fusionar pasado y presente.

Aunque no se conocen personalmente, tienen más cosas en común de lo que se imaginan. Los tres  nacieron en la Costa Caribe de Nicaragua, llevan el arte en sus venas y emprendieron con el objetivo de rescatar y promover sus raíces.

Sus caminos artísticos están entrelazados por su amor compartido hacia la Costa Caribe de Nicaragua y su compromiso inquebrantable de preservar y celebrar sus raíces culturales a través del arte.

La artesana del Tuno

Nury Oporta es una artesana de 42 años, originaria de Waspam, un municipio ubicado en el Caribe Norte, ubicado a unos 632 kilómetros de la ciudad de Managua, capital de Nicaragua.

Actualmente, reside en el municipio de Puerto Cabezas, una ciudad costera que sirve de hogar de varias comunidades étnicas, siendo la más prominente la comunidad Miskita. Además, también hay presencia de afrodescendientes y mestizos, lo que enriquece la diversidad cultural y las tradiciones locales.

Oporta ha dedicado su vida a la creación de artesanías con tuno, un material tradicional de la cultura indígena Miskita y Mayangna.

En el año 2005 empezó a trabajar con el tuno en un taller, que servía casa-museo y asociación de esculturas en Puerto Cabezas. Aunque el taller ya no existe, fue allí donde Nury se introdujo al mundo del tuno y comenzó a explorar las posibilidades de este material.

Las historias de la familia

El interés de Nury por el tuno fue motivado por las historias de su madre sobre el uso tradicional del material en las comunidades indígenas. “Mi abuela sacaba tuno para ocuparlo en la casa”, dijo en entrevista con IP Nicaragua.

Este material se utilizaba principalmente en tiempos de frío para abrigarse. Al conocer más sobre el tuno, Nury decidió investigar y ver qué más podía crear con este material.

Aunque es socióloga y cuenta con técnico medio en computación, Nury siempre tuvo una pasión por las manualidades, lo que le permitió adaptarse rápidamente al uso de la máquina de coser para trabajar con el tuno.

Con el tiempo, Nury innovó en el teñido del tuno con colores, un aspecto que no se había explorado antes.

Hoy en día, maneja su propio emprendimiento llamado «Artesanías en tuno Gill», donde realiza una variedad de productos artesanales.

“Hago un sinnúmero, una variedad de cosas, no me limito”, afirma Nury. Desde pergaminos y cuadros de reconocimiento hasta bolsos y monederos, cada pieza es única y hecha a mano, muchas veces con detalles pintados o quemados con pirógrafo.

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El tuno, según Nury, es más que solo un material que usa en sus artesanías, es un patrimonio cultural de los indígenas de Nicaragua y Honduras.

“Es importante darle su valor, reconocer que es un material cien por ciento natural, orgánico, no afecta al medio ambiente”, afirma.

Su compromiso con la promoción del tuno y su cultura es evidente en cada pieza que crea y en cada oportunidad que tiene para enseñar a otros.

El artista plástico

Abner Morales Coleman es pintor originario de Puerto Cabezas y trabaja actualmente en su colección personal.

Además, es docente en la primera escuela regional de Artes Plásticas en Bluefields y ofrece clases privadas en el Centro de Estudios Musicales en Managua.

Desde la secundaria, Abner decidió dedicarse al arte combinando investigación, preparación y práctica.

Abner utiliza el tuno como base para sus obras, creando retratos y escenas de la vida indígena «aprovechando la textura y el color del tuno».

Debido a la disponibilidad estacional del tuno, Abner también pinta sobre papel y tela, y ofrece clases de dibujo y pintura, manteniendo así un ingreso constante. «Realmente mi trabajo no es 100% trabajar en el tuno», explica.

Ha participado en exposiciones regionales y nacionales, pero actualmente está enfocado en una colección personal basada en la cosmovisión indígena.

«Quiero así proyectarme hacia afuera», afirma y a su vez, planea llevar su arte al mercado internacional.

Para Abner el arte es una herramienta de expresión y rescate cultural. «Para mí el arte significa una herramienta que permite expresarme», dice.

Su dedicación y pasión por las artes plásticas resaltan su talento y compromiso con la preservación de la cultura indígena.

La diseñadora de estrellas moravas

Nidia Matamoros Mercado, de 49 años, es una talentosa miskita originaria de Puerto Cabezas.

Desde temprana edad mostró habilidades en el tejido, aprendiendo de sus abuelitas. «El tejido, como tal, lo aprendí a hacer cuando tenía como 12 o 13 años», comenta Nidia, recordando sus inicios en esta tradición artesanal.

Aunque el tejido era una actividad relajante para ella, Nidia comenzó a monetizar sus habilidades cuando formó su propia familia. Especialmente, se dedicó a la elaboración de estrellas navideñas, un símbolo importante en la Iglesia Morava.

«El color que se ocupa dentro de la Iglesia Morava es la blanca. Y augura el adviento, el tiempo de adviento», explica Nidia sobre la importancia de estas estrellas.

El camino no fue fácil. Durante su adolescencia, una persona se negó a enseñarle el arte de hacer las estrellas navideñas, diciéndole: ‘Vos me vas a hacer competencia, por eso no te puedo enseñar’. Sin embargo, su interés se mantuvo y, años después, un párroco en Managua le enseñó los secretos del arte.

En 2013, Nidia y su esposo, pastor de la Iglesia Morava, comenzaron a elaborar y vender las estrellas navideñas dentro de su comunidad.

«Nos dimos a conocer como elaboradores de la estrella navideña dentro del círculo de la Iglesia Morava», dice Nidia. Este emprendimiento ayudó a complementar los ingresos de su familia pastoral en Ciudad Sandino, un barrio de Managua.

Las estrellas navideñas de Nidia están hechas de cartulina, un material común en Nicaragua. «En la Costa Atlántica solamente se ocupa la cartulina sencilla. Pero aquí en el Pacífico tenemos otras calidades de cartulina y eso nos ha ido muy bien», explica Nidia quien lleva un par de años viviendo en Managua junto a su esposo, quien lidera como pastor una iglesia.

El negocio de las estrellas navideñas no solo proporciona ingresos adicionales a la familia de Nidia, sino que también preserva una tradición cultural importante. «Encontramos como oportuno meternos en algo que es propio de la iglesia», comenta, destacando la importancia de respetar y mantener los principios de su comunidad.

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