Migración interna en Nicaragua: Habitantes de la Costa Caribe encuentran estabilidad en el Pacífico

Con cuatro meses de embarazo, un bolso y en busca de mejores oportunidades y condiciones para que su hijo naciera, Elvia Celestino Florencio emigró sola de la Región Autónoma de la Costa Caribe Norte al Pacífico.

Fue hace 20 años y hoy su hijo mayor, con 19 años, cursa el primer año de la carrera de Mercadeo, en la Universidad de las Américas (ULAM), en Managua.

Elvia es originaria de Waspam, Río Coco, y acaba de cumplir 20 años de residir en Managua. «Me vine por la necesidad, en busca de empleo, porque allá en mi lugar no hay, así como aquí en Managua. Allá estuviera en la montaña y mis hijos sin estudios», expresó.

«Aquí en la capital, uno encuentra de lo que sea, ya sea lavando ropa uno ya se gana su centavos y tenes para comprar comida, mientras que allá, quién me va a pagar por la lavada de ropa si todos necesitamos», aseveró.

La historia de Elvia no es un asunto aislado, aunque se desconocen los datos exactos de la migración interna en Nicaragua, el flujo migratorio entre el campo y la ciudad se ha estado produciendo desde hace largo tiempo a causa, entre otros factores, de la búsqueda de mejores condiciones de vida.

En Managua encontró estabilidad

La gran mayoría de los habitantes de Waspam son misquitos y hablan su propio idioma. Elvia indica que, la principal actividad económica del municipio es la agricultura, que es destinada para el autoconsumo y poco se comercializa, también se practica la pesca artesanal en lagunas y ríos.

«Los que pueden prepararse estudian para ser profesores, enfermeros y policías o militares, nada más, no hay otra cosa. Y los que pueden prepararse, que tienen el apoyo de sus familias, por eso yo tuve que buscar trabajo aquí», comentó.

Cuando Elvia llegó a la capital su primer trabajo fue de doméstica por dos años. Luego trabajó en un hotel, donde ya contaba con seguro médico, estuvo ahí por cinco años, y actualmente labora para una Zona Franca desde hace 10 años.

«Desde que estoy aquí me he sentido bien, estoy estable», afirmó.

Y una nueva oportunidad en el amor

Elvia contó que venía con muchos desafíos al enfrentar su embarazo sola, pero «en busca de mi destino», sostuvo.

«Venia sola en un bus, buscando como trabajar para tener a mi hijo. Yo dije me voy para Managua y aquí estoy. Después de dos años de estar aquí, conocí a mi esposo y tuve dos hijos más, una niña que ahora tiene 17  años y el menor de 9», confiesa.

La segunda hija de Elvia también cursa el primer año de Contabilidad Pública y Auditoria en la ULAM.

Elvia dice que en el camino siempre se van a presentar obstáculos, que harán arrepentirte de «seguir tus sueños», pero hay que «seguir», recomendó.

Recordó que su llegada a Managua fue algo trágica. «Eso fue una historia muy larga, traía la dirección de una tía que me iba a recibir y la perdí, como fueron ocho días de camino y estaba preocupada porque no conocía a nadie, pero en el camino conocía a una señora y ella me dio posada en su casa, ya era Dios», contó.

Con mucho esfuerzo y trabajo, Elvia y su esposo, compran su casa en Managua, donde habita desde hace 15 años.

¿Por sigue la migración interna en Nicaragua?

Un líder comunitario de Waspam, consultado por IP Nicaragua sobre las causas y consecuencias de la migración interna en Nicaragua, argumentó que el éxodo rural es un fenómeno totalmente comprensible «por las precarias condiciones de vida que prevalecen en las comunidades indígenas en comparación con las existentes en las ciudades», además del «abandono de las autoridades locales y nacionales».

Como en Nicaragua hay escasos estudios y específicos sobre el tema existe una enorme laguna de desinformación y conocimiento en términos de cuál es el volumen de la migración rural, cómo es el proceso de inserción en el lugar de destino; y cuál es la relación entre los migrantes entre zonas rurales y urbanas y sus lugares de origen; o si se respetan sus derechos básicos.

«Si en nuestras comunidades hubiera condiciones nuestra gente no se fuera, con este éxodo se pone en riesgo nuestro idioma, cultura. Las mujeres hacen su vida allá, se casan y tienen hijos y ya no hablan nuestro idioma, se sienten más de allá», lamentó el comunitario.

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A la vez señaló que en los últimos dos años a raíz de los desastres naturales como los huracanes Eta, Iota y Julia que impactaron el Caribe, también se ha experimentado un desplazamiento forzado en Nicaragua por razones climáticas.

“Hay familias indígenas que han sido afectadas por los huracanes y por eso deciden emigrar (internamente). Los daños y traen más pobreza y abandonos”, aseguró.

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