Organizaciones clausuradas en Nicaragua: la pérdida de espacios vitales para las mujeres

La represión ha dejado a las mujeres en Nicaragua más vulnerables que nunca: “La violencia está fuera de control”, alerta una activista.

Al menos 47 mujeres fueron asesinadas en Nicaragua en el primer semestre de este año. La cifra, más que simples números, representa la historia de una mujer, su familia y el futuro truncado por la violencia de género.

Estas cifras, dolorosamente elevadas, salen a la luz gracias al incansable esfuerzo de las organizaciones feministas, las cuales han enfrentado grandes desafíos debido al silenciamiento y represión bajo el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

A pesar de las restricciones y la persecución, estas organizaciones persisten en su labor de visibilizar y denunciar la violencia de género, revelando una realidad dolorosa que requiere atención y acción urgente.

Tania Irías, del Grupo Lésbico Feminista Artemisa, actualmente cerrado por el régimen, describe la dura realidad que enfrentan las organizaciones feministas en Nicaragua, las que enfrentan una «represión brutal».

«La mayoría de estos espacios, que nacieron de la necesidad y el esfuerzo de las mujeres desde una perspectiva de base, han sido cerrados», dijo Irías en entrevista con IP Nicaragua. 

Las organizaciones no gubernamentales dedicadas a la defensa de los derechos de las mujeres proporcionaban un apoyo esencial en Nicaragua, pero su capacidad para operar ha sido gravemente reducida.

Por otro lado, la represión y las restricciones mermaron significativamente su influencia y efectividad, poniendo en riesgo los avances en la protección y promoción de los derechos de las mujeres en el país.

La represión de las organizaciones feministas

Desde el exilio, Ana Quirós, feminista y directora del Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud (CISAS), confirma que aproximadamente 350 organizaciones feministas y de defensa de los derechos de las mujeres desaparecieron desde 2018 en Nicaragua.

«La inmensa mayoría, además de que se les canceló su personería jurídica, fueron expropiadas. Se les quitaron propiedades, equipos, y se les impidió actuar para acompañar a las mujeres», explicó Quirós a IP Nicaragua.

Este vacío dejó a las mujeres en una situación de vulnerabilidad extrema. El régimen también prohibió el ingreso al país a muchas defensoras.

Entre 2021 y 2022, la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras) registró 96 casos de personas a las que se le negó la entrada a Nicaragua, de los cuales 60 corresponderían a mujeres defensoras de derechos humanos, activistas o familiares de defensora.

Mujeres en Nicaragua y el impacto del cierre

El cierre de estas organizaciones tiene consecuencias devastadoras. Desde la organización Católicas por el Derecho a Decidir (CDD), una de sus integrantes quien prefirió mantenerse en el anonimato por temor a represalias, relata el impacto directo en la atención a las víctimas.

«Antes, como organizaciones de mujeres podíamos protestar en las calles, ante los juzgados, y ofrecer refugio a las víctimas. Ahora, con el cierre de estas organizaciones, hemos quedado desamparadas», afirma la feminista de CDD.

Nicaragua, maría elena cuadra

 

Por un lado, el cambio de asesoría personal a asesoría telefónica ha reducido drásticamente la capacidad de intervención y apoyo, dejando a muchas víctimas sin la asistencia adecuada en momentos críticos.

Mientras que por otro lado, el aumento de la violencia de género en el país es alarmante. «El aumento de la violencia es evidente (…) Las mujeres están en mayor peligro que nunca. Este año hemos visto crímenes terribles, como asesinatos por parte de familiares cercanos», mencionó la integrante de CDD.

El Consejo Nacional de la Mujer: ¿Una solución eficaz?

Según Quirós, el número de femicidios frustrados está en aumento. Hay aproximadamente 200 casos en los que las mujeres sobrevivieron a intentos de asesinato, enfrentando secuelas físicas y psicológicas graves.

El nuevo Consejo Nacional de la Mujer, dirigido por Rosario Murillo, es objeto de críticas.

Irias lo describe como una «mampara». «Aunque el gobierno pretende mostrar que está tomando medidas para combatir la violencia y defender los derechos de las mujeres, en realidad, es el mismo régimen que está violando estos derechos», sostiene la defensora.

La falta de personal especializado y la insuficiencia en la atención en comisarías son criticadas como una barrera para abordar adecuadamente la violencia de género.

Nicaragua, las venancias

Quirós comparte su escepticismo: «El Consejo Nacional de la Mujer será una instancia más donde las instituciones estarán sometidas a la voluntad de Ortega y Murillo, sin poder cumplir con su mandato de velar por la vida y salud de las mujeres», afirma.

El futuro de las mujeres en Nicaragua

El futuro de las mujeres en Nicaragua parece incierto y lleno de desafíos, pero la resistencia y el espíritu de lucha siguen vivos a pesar del desamparo.

Irias señala que, a pesar de las dificultades, «las mujeres que siguen comprometidas con la lucha por sus derechos están haciendo todo lo posible para continuar trabajando bajo las limitaciones impuestas».

Pero, Quirós a pesar de las adversidades, mantiene una visión optimista: «Las mujeres de Nicaragua han demostrado ser valientes, emprendedoras y fuertes. La creatividad y la resistencia siguen siendo nuestras mejores herramientas para enfrentar la violencia y la represión».

El impacto también ha sido profundamente sentido en la comunidad LGBTIQ, subraya Irías.

Nicaragua, la corriente

«Con la desaparición de estos espacios, la lucha por los derechos LGBT ha quedado a merced del régimen actual, que no muestra interés en promover ni proteger estos derechos», señala la defensora.

La falta de espacios seguros incrementa significativamente la vulnerabilidad y la inseguridad de las personas dentro de esta comunidad, dejándolas más expuestas a la discriminación y la violencia.