Lester Arcia/IP Nicaragua
En el Caribe nicaragüense, las mujeres trans están en un ambiente de mayor vulnerabilidad. Nahomy Kellingha Hammer, es una mujer trans afrocaribeña, que reconoce que viven sumergidas en un mundo de mucha “discriminación”.
En 2020, Nahomy, fue atacada en una disco de Puerto Cabezas. Recién se había sometido a una cirugía de reasignación de sexo, el 27 de febrero de ese año, con el apoyo de la organización de Miss Gay Nicaragua.
Kellingha Hammer, es una mujer trans de 31 años y afirma que en la Costa Caribe existe mucha homofobia y transfobia, incluso sufren discriminación por personas del sector religioso.
“Aquí en la Costa Caribe es duro, muy duro. Hay mucha discriminación hacia las chicas trans y de la diversidad sexual. Nos golpean, nos maltratan y nos dicen de todo. Hace como cuatro años, también mataron a una chica trans y ese caso está impune, nunca nadie supo quién lo hizo, la dejaron en una bolsa”, confiesa Nahomy.
En Puerto Cabezas, Kellingha Hammer trabaja como voluntaria en un albergue que atiende a niñas, niños y adolescentes sobrevivientes de abuso sexual. Aunque es una mujer empoderada y conoce sus derechos, afirma que lo más difícil es seguir luchando todos los días contra una sociedad injusta.
“Ese es mi temor, y la gente me pregunta a veces porqué no tengo pareja, pero la verdad prefiero estar sola y luchar sola, porque a veces te arriesgas a que te hagan daño o te mate. Me ha costado tanto estar donde estoy y que venga otra persona y me haga daño, no, mejor estoy sola”, menciona Kellingha Hammer.
El costo de revelar su identidad de género
A los 18 años de edad, Venus Caballero asumió el reto de revelar públicamente su identidad de género, y sufrió la discriminación, rechazo y violencia verbal y física de sus compañeros en el colegio donde cursaba secundaria.
“La evidente discriminación hacia las mujeres trans se debe a los factores culturales que hemos venido arrastrando desde hace muchísimo tiempo, una cultura machista, patriarcal; una cultura donde un hombre que adopta una identidad femenina es rechazada y excluida por la familia y a nivel comunitario”, afirma Venus.
Cuando Venus asumió su identidad de género, sabía que se enfrentaría a un mundo que “no está preparado para poder convivir con mujeres trans”.
En la actualidad, Venus se desempeña como directora ejecutiva de Odetrans, una organización de base comunitaria que defiende los derechos humanos de las personas transgénero en Nicaragua.
Para Venus, la comunidad de mujeres trans en el país está en total indefensión y cualquiera de las personas que deciden asumir su identidad, podría estar en riesgo, particularmente en el actual contexto de la crisis social política que las ha dejado “excluidas e invisibilizadas por el sistema”.
Esta chica trans es comunicadora social de profesión y relata que desde que se graduó no ha logrado desempeñarse en el área en la que se especializó, debido a la discriminación que existe en las entidades gubernamentales y el sector de la empresa privada, pues ella viste como mujer y usa maquillaje.
“Esto nos dice que el nivel de competitividad, el nivel académico no tiene que ver nada, lo que prevalece es cómo te ven y cómo te ves, así te tratan, si sos una mujer trans inmediatamente se refleja la discriminación y el rechazo. Demando a la sociedad respeto a las diferencias. Todas las personas podemos tener un estilo de vida y desarrollarnos de la manera que queramos hacerlos expresando nuestra identidad de género y orientación sexual de una manera libre”, señaló Venus.
Registros de violencia en ascenso
La coordinadora de la Asociación Nicaragüense de Transgéneras (ANIT), Ludwika Vega, organización que promueve los derechos de las mujeres trans en el país, señaló que solo en el mes de marzo registraron cinco casos de violencia hacia las mujeres trans.
“Nosotras lo que hacemos es registrar los casos de violencia. Las compañeras no ceden en ir a poner la denuncia por el mismo temor que existe a que tomen una represalia más fuerte hacia ellas, o bien, la misma Policía engaveta los casos y no se da seguimiento”, denunció Vega.
Según los registros de ANIT, en el 2020 se registraron 27 casos de mujeres trans agredidas físicamente, sin embargo, se teme que este año la cifra pueda ser mayor.
El 10 de septiembre de 2019, Vega fue víctima de una agresión cuando dos hombres entraron a las oficinas de la organización y la golpearon con una piedra, desprendiéndole piezas dentales y provocándole sangrado.
Posteriormente, los desconocidos agredieron a la activista con un objeto cortopunzante, ocasionándole cinco heridas: una al lado del pecho, tres en la espalda y otra en uno de sus costados. Además los hombres, robaron la computadora personal y la cartera de Vega.
“Quienes somos el centro de violencia y agresiones somos las mujeres trans”, lamentó Ludwika.
Según Venus Caballero, muchas veces las mujeres trans no denuncian la violencia por temor y la burla que sufren por parte de las autoridades policiales.
“Si vamos a poner denuncia a la Policía Nacional, también recibimos burlas, es por eso que en Nicaragua no existe un gran registro de denuncias por parte de la comunidad trans. Cuando hemos dado acompañamiento, lo primero que hace la policía es señalar y echarnos la culpa”, subrayó.
Agrega que las mujeres trans viven discriminación, acoso y violencia los 365 días del año. “Esto no es broma, desde que salimos a la calle cualquier persona nos ofende y nadie dice nada; esta violencia, lamentablemente, se ha vuelto normal en la sociedad nicaragüense y esto va calando en la mente de las demás compañeras trans”, afirma Venus.
Marlene Alexandra Vivas, otra mujer trans que pertenece a ANIT, señala que desde su adolescencia ha sido objeto de burlas solo por aceptar su feminización.
“Desgraciadamente el sistema patriarcal, machista y el fundamentalismo religioso que influye en las personas que son miembros religiosos es donde ellos promueven la discriminación, pero mientras no exista un cambio desde el sistema político, no podemos hacer nada”, denunció Vivas.
Falta visibilización
El caso más reciente fue el asesinato de Lala, a quien arrastraron atada a un caballo por 400 metros, para posteriormente lapidarla. Fue 15 días después, que su caso salió a luz en los medios de comunicación.
La docente universitaria en temas de derechos humanos y estudios de género, Greta Fajardo, explicó que el caso de Lala es apenas “un caso en medio de un montón de situaciones” que están viviendo las mujeres trans en el país.
“Son casos que ni siquiera son visibles para empezar, ni siquiera vemos que existen, y por lo tanto, si no vemos que existen las dificultades que enfrentan, tampoco las vemos”, explicó la docente universitaria.
Fajardo, considera que para evitar situaciones como las que viven las mujeres trans, la sociedad en su conjunto tiene que empezar a reconocerse como “personas diversas”.
“Vivimos en sociedades en las que aprendemos a socializar como hombres y mujeres, masculino y femenino, y frente a eso, todo lo demás lo vamos a excluir y lo vamos a violentar. Ellas están renunciando a ese privilegio de la masculinidad, que es más importante de las sociedades patriarcales, entonces, por supuesto, que van a ser sancionadas frente a esa renuncia, y ellas están yéndose a esta otra, digamos, expresión más femenina, más feminizadas, que las pone en riesgo”, señaló Fajardo.
La diversidad, asegura Fajardo, tiene que ver con una serie de cosas que hacen que nuestras identidades no sean iguales, y debería ser reconocida en una sociedad “más plural, más respetuosa de derechos humanos”.
“Esto tiene que ver con derechos humanos, creo que desde los colegios si empezáramos a educar a los niños y niñas en la diversidad, no tuviéramos estos casos de odio y discriminación (…) Yo pienso, que con estos casos (como el de Lala) no solamente hay un tema de odio, sino que hay un tema de discriminación, por una identidad no heteronormada”, afirmó Fajardo.
Trans indignadas
La noticia del asesinato de Lala despertó en la comunidad LGBTIQ el rechazo a los actos violentos que vulneran el derecho humano de las personas de la diversidad sexual.
Venus Caballero dijo que, aún siente dolor e ira por la muerte de Lala “porque realmente las mujeres trans en todo el mundo somos una población altamente vulnerable, una población que recibe históricamente discriminación, violencia, exclusión social”.
Además, expresó que el crimen debería ser retomado por la Ley de Cadena Perpetua, misma que penaliza crímenes de odio, saña y gran violencia.
“Ahí si debería ser una causa para aplicarse la ley, pero no se le está dando la importancia a este asesinato”, lamentó Caballero.
Marlene Vivas espera que exista una ley que proteja los derechos humanos de la comunidad trans en Nicaragua y que los crímenes de odio y transfobia deben ser castigados.
“Porque somos seres humanos, es nuestra vida y nadie puede decidir por nuestra vida. En Nicaragua hay falta de una ley que proteja nuestros derechos y castigue los derechos, crímenes de odio y la transfobia”, agregó.
Fortalecen capacidades
Desde ANIT las agremiadas, según lo explicado por Ludwika Vega, están fortaleciendo capacidades de auto defensa ante casos de violencia.
“Tratamos de usar medidas de seguridad, no andar solas en las calles, no exponernos en lugares tan peligrosos como son los bares, donde ya las personas o ellas (mismas) al calor de los tragos ya se arman pleitos, después las agresiones”, explicó
Vega hace un llamado a la comunidad trans y sociedad en general para unir esfuerzos para aportar a la disminución de casos de violencia partiendo de la educación y el respeto desde los hogares.
“Lo más importante es la educación, una educación donde podamos sensibilizar a la población para ir disminuyendo la discriminación y la violencia hacia las mujeres, porque nosotros somos parte de estas mujeres, mujeres transgéneras. Mujeres sin género. Nosotros no podemos generalizar la violencia viene de cualquier tipo. No todos los hombres son agresores, no todos nos violentan, sino que hay un porcentaje y a ese porcentaje hay que irlo tratando, educando y sensibilizarlo porque, así como hemos aprendido podemos desaprender todos estos malos hábitos de la violencia”, puntualizó.
Después de aprobarse una reforma a la Constitución Política para endurecer la pena a cadena perpetua para los casos de crímenes de odio, la Asamblea reformó el Código Penal y la Ley integral contra la violencia hacia las mujeres (Ley 779).
Los cambios se publicaron el pasado 25 de enero en La Gaceta, como un último paso para empezar a aplicar la cadena perpetua en el país.