Desaparecidas, la otra cara de la violencia contra la mujer en Nicaragua

Redacción / IP Nicaragua

Algunas “desapariciones forzadas” que se reportan en Nicaragua están vinculados a casos de trata de personas con “fines de explotación sexual”, según la Red de Mujeres contra la Violencia (RMCV).

Las mujeres desaparecidas suelen ser víctimas también de agresiones sexuales y hay casos extremos que terminan en femicidios, la peor de las expresiones de la violencia contra las mujeres, afirmó la socióloga Maryce Mejía, enlace nacional de la RMCV.

Solo algunas de las mujeres aparecen “sanas y salvas”, dijo Mejía en entrevista con IP Nicaragua.

“Esto no es algo nuevo, sino que se está convirtiendo en algo más frecuente cuando no hay protección estatal. Son situaciones históricas, ya existían”, enfatizó Mejía.

Ante la inexistencia de un registro actualizado de mujeres desaparecidas, nadie sabe con exactitud cuántas desaparecen cada año en el país.

Debido a la inacción de la Policía Nacional en estos hechos, las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres obtienen la mayor información de las denuncias de los medios de comunicación.

“Muchas de las víctimas, o familiares de las víctimas, desconfían de la institución policial, piensan de que no van a hacer nada”, aseguró Mejía.

Apoyo de redes sociales

En el actual contexto, las redes sociales se convirtieron en una “herramienta aliada” para difundir y visibilizar los casos, afirmó Mejía.

La fotografía de “Esteylin”, una niña de 13 años, fue 63 veces compartida en el sitio oficial de Facebook de la RMCV el 21 de enero de 2021.

La niña fue encontrada en Honduras, después de una semana de estar desaparecida.

Cuatro días antes, el 14 de enero, un usuario de esa red social alertó sobre ese mismo caso. Su publicación fue compartida al menos 38 veces por otros usuarios.

La imagen de la niña, originaria del municipio de Jalapa, Nueva Segovia, también fue difundida en redes sociales por las organizaciones defensoras de los derechos de las mujeres y medios de comunicación.

Días después, “Esteylin” fue rescatada por autoridades policiales de territorio hondureño, donde fue llevada con engaños por dos mujeres y un hombre, según información que circuló en redes sociales.

A menudo, las desapariciones están vinculadas con otras formas de violencia de género como la violencias sexual, la trata de personas o femicidios.

“No hay un solo patrón en cada desaparición forzada, hay diferentes situaciones, no todos los casos son iguales”, mencionó Mejía.

No obstante, las autoridades policiales no informaron si el caso de “Esteylin” fue rapto, secuestro o víctima de trata de personas con fines de explotación sexual.

Faltan estadísticas

En Nicaragua no existen registros oficiales que den cuenta de las desapariciones de mujeres y niñas, ni investigaciones o estadísticas.

El último dato corresponde a los primeros dos meses de 2021 y refiere de un total de 17 “desapariciones forzadas” que fueron reportadas en Nicaragua.

“No hay recursos para afrontar el tema o la problemática, ni siquiera hay un portal para personas desaparecidas, ni una alerta o un comunicado de la institución policial para atender esta problemática”, señaló Mejía.

Una buena parte de las mujeres que desaparecen son víctimas de tratantes con fines de explotación sexual, aseguró Mejía.

Los datos de la Policía Nacional registran en 2019 , únicamente dos denuncias de trata de personas con fines de esclavitud, explotación sexual o adopción.

A partir de datos oficiales, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entre el 14 de enero de 2014 a diciembre de 2017 registró 30 casos de trata de personas en Nicaragua, los cuales fueron investigados y judicializados. Se reportaron 73 víctimas, conociendo todas a su agresor.

El hecho de residir en zonas fronterizas, la migración irregular y el desempleo son las principales razones que pueden originar la trata de personas.

Las que no logran volver

El 10 de enero de 2021, las alertas nuevamente se activaron en redes sociales tras la desaparición de Katring Ninell López Martínez, de 21 años, una joven que fue encontrada muerta seis días después en el fondo de una letrina.

López Martínez desapareció el propio día de su cumpleaños, el 9 de enero, después de celebrar con amigos y su familia en la ciudad de Jalapa, adonde llegó procedente de Rivas, donde vivía con su papá José Miguel López.

Ese día, al filo de la noche, compartió con la familia y luego con Brayan Flores Chávez y Jairo Iván Pérez Castillo.

Según la Fiscalía, la joven fue vista por última vez cuando entró a la casa de Flores Chávez, donde éste intentó abusar sexualmente de ella y al no lograrlo la golpeó, hasta dejarla inconsciente, para luego tirarla a la letrina de la vivienda con ayuda de Pérez Castillo.

Fue hasta el 16 de enero de 2021 que la búsqueda llegó a su final cuando el cadáver fue descubierto. El caso conmocionó al país entero, ya que la Fiscalía confirmó que la joven había sido lanzada por sus agresores a la letrina aún con vida.

El acusado Flores Chávez, principal acusado, estuvo preso por violar sexualmente a una adolescente de 14 años, pero salió libre en junio de 2019 gracias a un “indulto presidencial”.

Este tipo de hechos, según Mejía, se desarrollan en el círculo de la violencia machista, y se agudizan cuando el país está envuelto en una “crisis”, como es el caso de Nicaragua, donde la violencia de género ha aumentado desde el estallido social de abril de 2018.

“Es alarmante, ha habido muchos casos de mujeres desaparecidas, también es parte de la violencia machista, (las mujeres) terminan asesinadas, violadas, golpeadas, y si son encontradas vivas es un hecho que tendrán muchas secuelas de violencia sexual o física”, enfatizó Mejía.

Una prueba de la violencia contra las mujeres son los 71 femicidios ocurridos durante el 2021 por la violencia machista, la misma cantidad de 2020, superando los 63 casos de 2019 y los 61 de 2018, según datos de la organización Católicas por el Derecho a Decidir.

Situación preocupante

Halima Hernández, miembro de la Red de Mujeres del Norte Ana Lucila, en el municipio de Waslala, mencionó que las redes sociales en situaciones como estas son de gran apoyo.

“Como defensoras de derechos humanos miramos preocupante la desaparición de las niñas. Las redes sociales son el único mecanismo que podemos usar para denunciar, porque si vamos a la delegación policial a interponer una denuncia por una desaparecida te ponen un montón de obstáculos”, mencionó Hernández.

En muchos de los casos, según Hernández, las familias no tienen los recursos para hacer la denuncia y el caso “se queda en el silencio”.

“Sigue siendo parte de esa violencia extrema que estamos enfrentando las mujeres, sigue siendo parte de este sistema patriarcal y, sobretodo, de la violencia machista que se ha ensañado con el cuerpo y la vida de las mujeres”, señaló Hernández.

La violencia contra la mujer es un problema extremadamente grave y las desapariciones no son la excepción. Con frecuencia, los delitos contra las mujeres quedan sin solución ni castigo, y ante esta realidad es necesario construir redes de apoyo que permitan identificar cuándo se corre peligro, mencionó Hernández.

En Nicaragua, es importante que las mujeres reconozcan que en la zona donde viven, hay organizaciones de la sociedad civil que atienden esta problemática, pero ambas defensoras de derechos humanos insisten que es importante el apoyo comunitario y desde la “sociedad” cuidar a las niñas y mujeres.

La historia se repite cada día: “Madre busca desesperadamente a su hija y a sus dos hijos, quienes desaparecieron desde el sábado 27 de febrero” se lee en una publicación del pasado 3 de marzo en la página de Facebook de la RMCV.

Algunas niñas, mujeres y adolescentes que se han reportado como desaparecidas aún no son localizadas y sus familias tampoco reciben respuesta de las autoridades correspondientes, según la RVCM.