La justificación de cazar aves para salvar la producción de granos y a la vez divertirse

* Indígenas y ambientalistas rechazan la práctica porque daña la naturaleza, aunque la pandemia ha evitado que vengan cazadores extranjeros.

Orlando Valenzuela

Desde que se suspendieron los vuelos internacionales a causa de la pandemia del coronavirus, a Nicaragua no llegan los grupos de extranjeros que cada año llevan a cabo cacerías de aves como deporte.

Los cazadores llevan a cabo las matanzas de aves en zonas de cultivos de arroz, maní, sorgo, maíz, y trigo, principalmente.

Organizados en diferentes federaciones y asociaciones de caza y pesca, cientos de hombres utilizan su tiempo libre de fin de semana para reunirse y hacer giras a fincas y plantíos donde a veces son llamados por sus propietarios para que les ayuden a diezmar y ahuyentar las bandadas de aves que amenazan con devorar sus cultivos. Esta es la oportunidad que estos cazadores tiene de practicar su “deporte” y de paso pasar un rato ameno en el campo.

La caza deportiva está regulada en Nicaragua por medio de la resolución número 011-2006 del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena), aprobada el 13 de marzo de 2006.

Algunos grupos de cazadores deportivos realizan esta actividad en Mateare, Sabana Grande y lugares cercanos. Foto: Orlando Valenzuela / IP Nicaragua.

Sin embargo, en la práctica, esa resolución es papel mojado, porque nadie respeta esas disposiciones ya que por todos lados y en cualquier época del año cazadores furtivos sin ninguna autorización se meten a las montañas y arrasan con todo lo que se mueve entre los matorrales.

Carlos Alberto II Silva Miranda, secretario de la Asociación Club Ecologista de Caza y Pesca, dijo que en este momento, de los 310 miembros registrados, al menos 200 siguen activos, pero por la pandemia del coronavirus nadie ha salido al campo en estos últimos cinco meses.

Explicó que él hace suyas las palabras de Lorenzo Cherudi, ya retirado, que en una entrevista contestó qué sentían cuando iban de caza al monte.

“No podemos explicar, simplemente nos gusta, nos gusta ir, enfrentarnos, digamos a un cascabel, la adrenalina cómo se le sube a uno por la espina dorsal, todo eso nos gusta. En resumidas cuentas, somos vagos y muertos de hambre, pudiendo comprar la carne  en un supermercado, nosotros vamos al monte, eso se trae en la sangre, decía mi viejo, que en paz descanse», expresó Silva.

Agregó que así como el artista nace y no se hace, «el cazador nace, no se hace. A mí no me gusta que me lleven de la mano; a mí solo que me enseñen; allí metete, por allí salí,   y yo me voy solo».

Carlos Alberto afirmó que ellos no son depredadores de la fauna, porque cumplen con las normas que rigen esta actividad en el sentido de no matar animales que no sean para consumo humano.

«Respetamos el animal»

“Nosotros respetamos el animal que vamos a matar para comer. Aquí nos dan charlas para no ser un cazador mediocre; tenemos que ser cazadores de ética, respetar a la hembra, respetar a las crías, buscar solo al macho y adulto, porque el trofeo son los cachos”, apuntó.

Sobre la lluvia de críticas que pesan sobre los cazadores, Silva Miranda las refuta a manifestar que están acostumbrados a eso y que no se va a detener la cacería, que ha existido desde tiempos inmemoriales.

Dijo que hay gente que dice «pobrecito el animalito» y a la vez,  «que rica es la carne de venado».

Silva Miranda detalló que durante sus viajes de cacería ellos no matan palomas aliblancas y piezas pequeñas, porque los costos son altos y no vale la pena ir lejos por aves que abundan en todos lados.

Explicó que los cazadores se dedican a la caza mayor y menor, que implica todos los mamíferos y reptiles, como el garrobo.

Sin embargo, reconoce que el garrobo se está acabando y por eso hay que ponerlo en veda permanente. Además de esas especies, aseguró que también cazan conejos, guatusas, pizotes, zahinos, zarcetas, piches, pato timbón, entre otros.

Otro directivo de otra de las asociaciones de caza y pesca deportiva que omitió su nombre, informó que cuando ellos salen de caza no tiran animales que no pertenecen al calendario cinegético nacional; solo aves migratorias que vienen de Canadá, como patos zarcetas y palomas aliblancas, principalmente.

“Los patos migratorios vienen a finales del año, una parte se queda aquí y los demás siguen su viaje hacia el sur de América y después regresan a su terruño; son miles y miles de aves que a veces se pueden comer un plantío de sorgo o trigo en poco tiempo si no hay nada ni nadie que los espante y por eso es que muchos productores nos llaman para que lleguemos a sus fincas a ayudarles a espantar y de paso matar una cuantas palomas o patos, según la especie que les está atacando sus cultivos”, dijo el directivo y cazador.

Explicó que durante el pico de la migración, es tan grande la cantidad de aves que llegan a comer a estos plantíos, que los disparos de las escopetas apenas logran hacer unas cuantas bajas, pero el estallido al menos las aleja del lugar, sin embargo, más adelante bajan a devorar hectáreas completas de arroz,  trigo, sorgo y maní de otros productores.

“Se estima que a Nicaragua llegan 3 millones de palomas alas blancas y 2 millones de patos zarcetas procedentes de Canadá y el sur de los Estados Unidos, los que permanecen en nuestro país entre octubre y marzo, esperando que pase la temporada fría en sus lugares de origen. Aquí todos los días comen un promedio de cuatro onzas al día”, expresó el directivo.

Cazadores de Imabite, León Viejo. Foto Orlando Valenzuela / IP Nicaragua.

Dijo que por eso la llegada de tantas aves preocupa a los productores, ya que causan pérdidas millonarias de entre 6 y 10 por ciento de la producción de sorgo, un 3 por ciento de maní y un 10 por ciento de la producción nacional de arroz.

Señaló que al igual que la langosta es  considerada una plaga, igual las aves pueden dejar en la ruina no solo al productor, sino también provocar una crisis alimentaria en el país.

Agregó que una simple operación matemática demuestra que si llegan 5 millones de aves que consumen 4 onzas de granos al día, nos da un total de 1,250.000 libras por día, lo que significa 12,500 quintales por día, multiplicado por 180 días que permanecen en el país, significa 2 millones 250 mil quintales de granos devorados por estas aves.

«Extranjeros no vienen»

Con el fin de practicar la caza deportiva, cada año llegan a Nicaragua pequeños grupos de cazadores aficionados y profesionales, los que son atendidos por touroperadoras que ya conocen este tipo de actividad.

Este año 2020 no ha llegado ningún cazador extranjero, afirma Olga Gaitán, Gerente de Viajes Munditur, agencia que por muchos años ha atendido la llegada de estos grupos.

“Desde marzo no están viniendo los grupos de cazadores deportivos, son turistas que vienen de La Habana, Costa Rica, Estados Unidos, Francia, pero no están entrando desde que se cancelaron los vuelos. Talvez para noviembre, que es la temporada de este deporte”, afirmó Gaitán.

Aves migrantes. Foto: Orlando Valenzuela / IP Nicaragua.

Añadió que son pequeños grupos de diez a quince personas, a veces compuestos por varios matrimonios que se quedan en Nicaragua un máximo de ocho días.

Voces contra la cacería

Por su parte, el líder indígena misquito, Adrián Edilberto Sierra Bucardo, expresó su desacuerdo con la cacería deportiva, ya que ellos piensan que a los animales hay que protegerlos y hacer uso de ellos solo para consumo humano y de manera racional.

“Aquí en las comunidades nosotros cuando cazamos es para autoconsumo. Los grupos que van a cazar son solo para la familia o la comunidad. A veces cuando se hacen actividades religiosas o talvez una kermés, se manda un grupo de  cuatro a cinco personas a cazar, pero no en grandes cantidades», indicó. Dijo que últimamente esta actividad se ha visto limitada por el problema de la invasión de los colonos armados en la montaña, los que están acabando con los bosques, los animales silvestres, como los venados, dantos, chanchos de montes, los que se están metiendo montaña adentro para protegerse.”

En cambio, Sergio Chow, concejal regional del Caribe Norte, explicó que en las zonas de río Coco, la caza y la pesca la utilizan también solo para autoconsumo y se distribuye por la comunidad.

“Los hombres se organizan para la caza, por lo general salen a cazar en los primeros días del mes. Van una mezcla de jóvenes y veteranos, la idea es transmitirle a la nueva generación, los conocimientos de cacería y evitar la sobreexplotación de los animales», expresó.

El biólogo José Zolotow es otro que no está de acuerdo con la caza deportiva, porque  onsidera que las aves son unos de los principales objetivos de los cazadores, mientras él las estudia y las identifica.

“Como ornitólogo no estoy de acuerdo en cuanto a la cacería como deporte, porque igual cuando vos disparás al ave, ya sea con escopeta o no la matás bien y la ave va a volar con un charnelazo y va a ir a morir por otro lado. Eso causa sufrimiento”.

El  científico y ambientalista, Jaime Incer Barquero, también se sumó a las voces de condena a la práctica de la caza como un deporte, ya que él considera que en estos momentos en Nicaragua la fauna está en proceso de extinción debido a la destrucción del hábitat natural de las especies, como es el bosque.

“Sin árboles no hay vida; el árbol es esencialmente productor de agua, oxígeno y productor de vida, tres funciones que nadie se las puede sustituir: producir agua por captación  e infiltración, condensación de la humedad,  es productor de oxígeno, que lógicamente necesitamos bastante para  que los cambios climáticos no se presenten con la dureza en que se  están presentando y también el rol del  bosque en el mantenimiento de la fauna o de biodiversidad”, detalló.

Jaime Incer Barquero. Foto: El Nuevo Diario.

El científico lamentó que todo ese proceso en Nicaragua no se entiende y que el proceso degenerativo en que está el país por el mal gobierno, por ignorancia, codicia o corrupción, afecta todo.

Dijo que  la  tentación de la cacería es demasiado grande  como para decir que respetan las vedas,  o se  va  a hacer por ejemplo un coto de caza.

«En muchos países hay cotos de caza en los cuales se crían los animales para  ser cazados, pero se crían  de forma artificial, incrementándolos y los sueltan en determinados lugares para que la cacería sea un  deporte excitante,  porque no  hay razón de llegar a una finca,   ver a un montón de venados  en un corral y apuntar. Pero esas cosas en Nicaragua nadie la práctica», puntualizó Incer Barquero.

Incer Barquero llamó la atención sobre la diferencia que existe entre la cacería que realizan los pueblos indígenas y la caza que practican a manera de deporte en muchas partes del país.

“Los sumos, miquitos y rama dependen de la cacería, pero dependen de los bosques , los sumos especialmente son gente que creció en los bosques,  sobreviven en los bosques porque los bosques le dan la comida, la medicina, por eso es que ellos protestan, porque están destruyendo el hábitat de sobrevivencia de ellos,  y ellos  lo sienten porque se dan cuenta que están siendo invadidos, que hay colonos andan cazando con perros, pero una  cosa es la caza como una necesidad de aquellos que dependen tradicionalmente de ella  para poder sobrevivir que la cacería que hacen estos colonos, que arrasan con todo”.

El Dr estudioso de la geografía nacional, dijo que la cacería como deporte en Nicaragua no tiene regulaciones, “las vedas no se obedecen, el Marena no reacciona desde uno ni otro lado evitando le destrucción de los  bosques ni la fauna, ni la contaminación de los ríos, ni la erosión de los suelos, nada, absolutamente nada,  más que nunca hay una total ignorancia y sobre todo corrupción y andar allí fomentando ese tipo de  cosas, extrayendo madera, fauna, pescando excesivamente hasta con explosivos, robando los huevos de tortugas que puedan, es propio de una sociedad que ha caído en una especie de combinación,  por un lado de  pobreza, ignorancia, codicia y ahora un nuevo elemento  que es s corrupción”-Denunció el prestigioso científico.

Sobre la caza deportiva Incer Barquero reitero: “yo,  en las condiciones actuales diría que no hay  que continuar con la cacería,  que hay que darle a la naturaleza la capacidad de restauración y eso significa muchas cosas,  restauración de bosque,  principalmente por la relación que existe del bosque como escondite,  como zona de reproducción,  como zona de alimentación, como zona productora de agua, los múltiples usos que tiene y su gran relación estricta  con la fauna, como digo,  la fauna depende  de la flora en general, hablando de las flora digo árboles,  arbustos y flores,  semillas, frutos y esas cosas”- concluyó el  Dr Jaime Incer.

Foto portada: Orlando Valenzuela. 

Facebook
Twitter
LinkedIn
Email