* Gobierno de Nicaragua sin implementar medidas para evitar pandemia en el centro de compras más grande de Centroamérica.
Léster Arcia
Las manchas provocadas por el sol en el rostro de Pastora Isabel Fajardo cada vez son más visibles. Ella es vendedora de agua helada en el mercado Oriental, considerado el centro de compras más grande de Centroamérica.
La mujer tiene más de 27 años de trabajar en el populoso centro de compras y dice que nunca había escuchado hablar de una enfermedad como el coronavirus. “Solo sé que hay que cuidarse, más que todo por la familia”, advierte. Fajardo sale de la comunidad San Benito, en la carretera a Tipitapa, sin ningún tipo de protección. A ella le incomoda usar mascarilla, porque le “corta la respiración”. Y durante todo el día comercializa agua helada y gaseosas en el sector de El Novillo.
Como Fajardo, miles de comerciantes y compradores siguen su rutina diaria en el Oriental, a pesar de que del covid-19 ha cobrado cientos de miles de vidas en el mundo. Y en Nicaragua, aunque el Gobierno solo contabiliza 17 personas fallecidas por la enfermedad, hasta el 19 de mayo de 2020, las imágenes y reportes de ciudadanos y especialistas de la salud independientes indican que las cifras son superiores.
IP Nicaragua habló con un trabajador de Conmema, a quien mantendremos en el anonimato por seguridad. Este aseguró que al inicio de la pandemia y cuando se reportó el primer caso de contagio en Nicaragua se les pidió no utilizar mascarillas, ni escandalizarse, porque querían demostrar que en Nicaragua todo estaba normal.
“Nos dijeron eso, y pues aparte de la fumigación, que empezaron hace poco, no se ha implementado nada más. Hay mucho miedo dentro del mercado. Se ha desmayado gente y uno no sabe qué hacer, hablan de que mucha gente aquí dentro está contagiada”, cuenta el trabajador de Conmema, en el Oriental.
Peligrosa confianza
El Mercado Oriental ha sobrevivido a inundaciones, incendios y terremotos y “podrá sobrevivir ante una pandemia”, aseguran varios comerciantes. Unas 51,000 personas laboran a diario en el desordenado mercado, que se ha ido extendiendo a más de 124 manzanas territoriales. A ellos se les suman los más de 191,000 compradores que llegan en búsqueda de abarrotes, ropa, entre otros artículos a bajos costos.
El mercado Oriental, donde lo que menos falta es aglomeración de personas, es uno de los lugares que a priori es más vulnerables al contagio de covid-19 y por ende uno de los puntos donde la curva de propagación no se puede esconder.
El temor ha invadido a muchos transeúntes y comerciantes del Oriental. Pero a estos también los agobia pensar qué pasará con su inestable situación económica. Quienes trabajan en el lugar, no pueden dejar de hacerlo, aunque se decrete una cuarentena porque viven de lo que ganan “día a día”. Por eso los comerciantes se sienten desprotegidos.
“Aquí con una cuarentena vamos a estar a la voluntad de Dios, porque no tenemos dinero para mantener comida en nuestras casas. Aquí vivimos del trabajo diario. Esto va a ser un golpe bajo para nosotros los pobres, porque no tenemos ayuda de nadie. Lamentablemente, si viene la cuarentena no se cómo vamos a hacer, de dónde vamos a agarrar para la comida”, expresa la comerciante Reyna Isabel Vargas, una mujer que desde 1987 se ha dedicado al comercio de diferentes artículos en el Oriental.
Para Vargas, la situación en las próximas semanas con el tema del covi-19 se va a empeorar, “no hay cuarentena, seguimos normal, algunos tienen para comprar su alcohol, sus mascarillas y otros no. En este invierno habrá muchas complicaciones con el brote (del virus)”, añade la comerciante, quien se cubre el rostro con una mascarilla artesanal para evitar ser contagiada por la enfermedad.
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Rosa Chavarría es otra comerciante que vende gaseosas en el sector del Gancho de Caminos. Ella no cubre su rostro con mascarillas, pero expresa que siempre lava sus manos contantemente con agua y jabón, y a la vez, dice que no le atemoriza la enfermedad: “Miedo no te puedo decir, porque nosotros no siguiéramos adelante. Las medidas que nosotros tomamos es estarnos lavando las manos con cloro y jabón, pero miedo no, porque estamos en el mundo y de algo llegamos hasta el fin”, dijo.
Sin medidas concretas
El gobierno de Nicaragua por medio de la alcaldía de Managua y la Corporación Municipal de los Mercados de Managua (Conmema) inició una campaña de desinfección en los mercados de la capital, en modalidad nocturna, cuando ya no existía presencia de comerciantes y compradores. Sin embargo, esa medida es poco eficaz, advierte el epidemiólogo, Rafael Amador.
“La limpieza que está haciendo el Minsa de manera institucional siempre son buenas como método, pero no son las más eficientes en el control de contagio. Esto es debido al mecanismo de transmisión del virus. Hay que recordar que el virus se transmite de persona a persona a través de secreciones de una persona enferma a otra persona que no anda sus medidas de protección o que se contamine su mano, la lleve a la cara y se toque los ojos, nariz y la boca”, subraya Amador.
Además explica que ayuda mucho la limpieza general, “pero, por ejemplo, si limpian perfectamente en la noche y al día siguiente llega la gente pensando en que con eso ya están protegidos y se descuidan y no implementan las otras medidas de protección, empiezan a platicar, estornudar etc… y hasta los otros dos próximos días vuelven a hacer una limpieza a fondo; todos esos dos días, si no se han tomado las medidas, se han estado contaminando unos a otros”, detalló.
El doctor Rafael Amador dice que, aunque el Gobierno implemente la fumigación en los mercados, las personas que circulan en este lugar deben comportarse como si no se estuviese haciendo nada porque la medida principal de protección está en las manos de cada uno.
Mientras tanto los comerciantes exigen al Gobierno que sea responsable y apoye en estos momentos a los más pobres. “Pienso que si por lo menos el Gobierno no da cuarentena, ya hubieran puesto en cada esquina dándole a todo el que va entrando al mercado, gel, guantes y mascarillas, ayudándonos a nosotros los comerciantes, pero al Gobierno no le veo ningún futuro”, expresó Reyna Vargas.
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Pastora Fajardo dice que no ha escuchado hablar de ninguna medida que proteja a los comerciantes. “La verdad no he escuchado ninguna medida del Gobierno, solo en la televisión he escuchado que hay que lavarse las manos y ponerse la mascarilla”.
“Aquí no nos han venido a decir a nosotros las medidas que debemos tomar. Yo tengo temor, porque es un mercado, donde todo mundo entra y sale, la verdad es que estamos al alcance de que nosotros mismos nos perjudiquemos y es un lugar donde bastante puede brotar el virus. Aquí no tenemos apoyo, tenemos que buscar nosotros nuestras medidas. No tenemos ningún recurso, para dónde vamos a agarrar”, dijo eufórica la comerciante de abarrotes Martha Pérez.
Pérez considera como una “completa irresponsabilidad” la falta de información y el descuido que ha tenido el Gobierno, no solo para el la gente del Oriental, sino para Nicaragua entera. “Es triste como un gobierno más bien se alegra de la desgracia de su pueblo”, sentenció.
Las autoridades de Conmema, según los comerciantes, no han tomado medidas para extremar la limpieza del mercado, lo que pone en más vulnerabilidad a quienes habitan y circulan en él. “Conmema aquí no tiene medidas, si ustedes están viendo ahí hay un basura, aquí tenemos que pagar nosotros por nuestra cuenta que vengan a limpiarnos”, dijo Vargas.
Rosa Chavarría coincide en que “la gente paga para que boten la basura”, pues “se le paga a Conmena para que se lleven la basura, pero no vienen”.
“Estamos desprotegidos en esta parte. Aquí en Nicaragua sabemos que hay mucha gente trabajadora. Yo no me puedo quedar 40 días en mi casa, nadie me va a dar de comer, aquí primero es la economía”.
Un sondeo realizado entre comerciantes y compradores que realizó IP Nicaragua dio como resultado que 6 de cada 10 personas están utilizado mascarillas. Estos expresan que es necesario, ante un mal actuar del Gobierno, tomar medidas de autoprotección, mientras que 7 de cada 10 comerciantes mencionaba que no podían dejar de trabajar, pero que su compromiso era siempre manejar medidas de higiene personal.
Reinventarse
Muchos establecimientos comerciales en el populoso mercado han cerrado y otros han dejado de tener los mismos ingresos de antes. A los comerciantes los aquejan dos crisis, la generada en 2018 y la que golpea la salud de los nicaragüenses, el covid-19.
El economista y catedrático universitario Luis Murillo dice que en el Oriental diariamente se mueven entre tres y cuatro millones de dólares, sin embargo, en el caso de Nicaragua ya había tenido un impacto a raíz de la crisis de 2018. Según los estudios económicos, esa crisis tuvo un efecto negativo en el consumo (una contracción del 6%), lo que probablemente, según Murillo, se duplicará con la pandemia.
“La economía del mercado es una economía informal. Los comerciantes tienen compromisos financieros y en tercer lugar, una parte importante venden productos básicos perecederos que, mal por bien, las familias siempre lo están comprando, aunque han sido afectadas como producto de la caída o contracción de la demanda”, reveló el especialista.
Además, dijo que los mayores efectos vienen más por la comercialización de los productos chinos, “porque como consecuencia de la pandemia han dejado de producir y de comercializar y lógicamente la gente no tiene dinero, la demanda se ha contraído y los niveles de venta están relativamente bajo”.
Según el economista, con el impacto de la pandemia las pérdidas en la cantidad de ingresos diarios en el mercado Oriental oscilarían en una disminución del 10%.
El mercado Oriental vive de la aglomeración de personas. En un día tradicional, las calles del mercado se encuentran concurridas de vendedores y compradores. Sin embargo, actualmente, ante las medidas de distanciamiento social, recortes de horas laborales e incluso cese de actividad en algunos sectores económicos (como el turismo) la afluencia de clientes es menor y los comerciantes enfrentan un duro golpe en su modelo tradicional de ventas (negociación directa y personal con el cliente).
La economista y catedrática María José Martínez explica que ante la pandemia las redes sociales pueden ser aliadas de los comerciantes.
“Desde antes de la pandemia, algunos negocios del mercado oriental, como tiendas de ropa, zapato y maquillaje, especialmente participan en los grupos de compra y venta en Facebook. Considero que participar en las redes sociales y unirse a grupos de compra y venta pueden ser una alternativa atractiva”, sugirió Martínez, quien valora que ese método es más seguro para consumidores y vendedores pensando en la ventaja competitiva del mercado Oriental, el cual tiene variedad de artículos y precios bajos.
La especialista menciona que este método podría funcionarles perfectamente a los negocios de electrodomésticos, cosméticos, ropa y zapatos. “Imagínate poder acceder a productos con estas características a través de nuestro celular, sin tener que exponernos en las calles”, resaltó.
Los retos más grandes
Los negocios a los que se les dificultaría optar por la medida antes expuesta por Martínez es el sector de alimentos, sin embargo, este sigue siendo un sector con comportamientos tradicionales de consumo.
“El cliente va al centro de compras y elige personalmente las frutas y las verduras, prueba sus texturas y verifica su estado. Otro grupo vulnerable del mercado Oriental son los vendedores ambulantes, ellos dependen exclusivamente de los compradores que van al mercado y enfrentan más limitantes económicas que el propietario de un tramo. El mercado es tan grande y heterogéneo que es imposible dar una receta única e infalible para disminuir los efectos de una pandemia”, lamenta Martínez.
Aunque las redes pueden ser un aliado, no mitigarán completamente los efectos del covid-19, pues la pandemia podría impactar la demanda más adelante, por la vía del empleo.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) pronosticó que 125,400 plazas de trabajo estarían en riesgo de perderse si la recesión económica, que ya venía experimentando Nicaragua, se prolonga como consecuencia del covid-19.
“Básicamente si no hay empleo, no hay ingreso y sin ingreso no hay consumo. El producto puede ser necesario, bonito y de buen precio, pero si no hay dinero para comprarlo no importa si está presente en el mercado físico o digital”, destacó la economista Martínez.
El mercado Oriental, al ser el centro más grande de compras, acapara producción nacional, importa bienes y genera empleo, tanto a propietarios como a los colaboradores. El efecto en las ventas del Oriental no sólo lo van a resentir los propietarios de los tramos sino también los trabajadores y proveedores de productos.
Resultado de la política de gobierno
El epidemiólogo, Álvaro Ramírez, en entrevista para IP Nicaragua explicó que lo que vive actualmente Nicaragua es el resultado de una política de rebaño, donde el impacto que ocasionaría el covid-19 al mercado Oriental pasaría a segundo plano, porque ya la pandemia es de alcance nacional y mundial.
“Cada día que pase ya se va a ir haciendo más difícil la contención. El foco de transmisión no va a estar solo en el mercado Oriental, sino en todo el territorio nacional, porque se transmite de cualquier contacto físico, de cualquier forma, de interacción social o incluso a como lo está haciendo el Gobierno con eventos en los que se hace aglomeración. Esos serán los focos que van a mantener toda esa diseminación del coronavirus constante, nos esperan al menos unas cinco o seis semanas de mucho sufrimiento, de mucho dolor en las familias nicaragüenses”, sostuvo.
Según Ramírez, la inmunidad de rebaño se ha estimado incluso por el Colegio Imperial de Londres donde revelan que, si se hubiese tomado distanciamiento social protegiendo a los ancianos, los números sobre el impacto del covid-19 podrían haber cambiado.
“Hemos entrado a la fase cuatro, que es la fase de crecimiento exponencial y esto es un aumento numérico muy alto de la cantidad de pacientes que van a demandar servicios hospitalarios. Si no se hace un tipo de mitigación esto puede llegar hasta el 90% de la población de Nicaragua”, sentenció el epidemiólogo.
Para evitar ese alcance del 90% de la población nicaragüense y el sector vulnerable del mercado Oriental, el epidemiologo Rafael Amador dijo que al convertirse el mercado Oriental en parte esencial de la población, para mantener la dinámica de la sociedad desde la perspectiva de compra de insumos, tanto para la alimentación como de productos básicos, se debería tener una estrategia bien definida y clara para que este sector pueda seguir dando sus servicios a la población, pero tomando en cuenta medidas de protección tanto para los que trabajan, como para las personas que llegan al mercado.
“La primera orientación que sugeriría es que todas aquellas personas que trabajan en el mercado, o que son mayores de 60 años, y además de eso tienen una condición crónica, o personas menores, es mejor que no lleguen a trabajar y se queden en sus casas porque ellos si se contagian corren el riesgo de desarrollar la forma más severa de la enfermedad. Eso significa que se traten de organizar a lo interno los familiares para que alguien tome el puesto de esta persona mayor o enferma, para que se pueda seguir generando el ingreso de la familia”, recomienda el especialista.
Agrega que es importante tomar en cuenta que, para quienes ya están trabajando en sus puestos, es importante saber que hay mucho hacinamiento por el poco espacio y muchas personas ubicadas en un mismo espacio, entonces se debe evitar llevar a muchos miembros de la familia a los establecimientos, o viceversa, quienes van de compras solo ir quien es indispensable para la compra.
Los que ya se encuentran trabajando, y asimismo, quienes hacen compras, deben guardar todas las medidas y distanciamiento social, andar las mascarillas, usarlas adecuadamente, no tocarlas con las manos y lavarse las manos constantemente.
Amador destaca que es importante que las personas que constantemente están recibiendo y comprando productos en el mercado, traten de llevar sus propias bolsas para que estos productos vayan directamente a la misma y así disminuir el contagio en sus manos.
“El virus se transmite al tocar uno las secreciones de alguien que tenga la enfermedad y se lo lleve a la cara. Por eso es que no hay que tocarse la cara. De esa manera se disminuye la transmisión de una manera super importante y si a eso se agrega la mascarilla y el distanciamiento social, el riesgo se disminuye muchísimo”, recomendó.
Al conocerse que, lamentablemente el mercado Oriental es una zona donde existe demasiada basura, el epidemiólogo Rafael Amador explica que es indispensable que el personal del mercado mantenga una limpieza permanente de sus productos. Esto evitaría que cualquier virus llegue a cualquier persona.
“Si se van a mantener las operaciones abiertas, la gente debe entender que tienen que tomar las medidas, porque de darse un contagio se produce un brote fácilmente donde muchas personas se pueden contaminar y una parte de ellas a manifestaciones clínicas severas”, externó Amador.
Los nicaragüenses, comerciantes y vendedores del mercado Oriental, dijo el especialista, deben entender que mucha gente está contagiada. “Ante esa incertidumbre, hay que comportarse con máximos niveles de protección, para uno y para los demás. Esto debe ser una norma de comportamiento, sobre todo si se espera seguir trabajando”. Y más si tu trabajo queda en el Oriental.