La Semana Santa en Nicaragua se vivirá de forma diferente. Aunque oficialmente la alta jerarquía católica no notificó la suspensión de las procesiones, por separado, diversas parroquias informaron a su feligresía que este año se suspenden estas tradicionales actividades religiosas.
El régimen además prohibió las procesiones y eventos religiosos abiertos “por razones de seguridad”.
La represión contra la Iglesia Católica, sus líderes y feligresía, atemorizó a los patrocinadores de la tradición de carretas peregrinas que aportaban para las comidas, música, juegos pirotécnicos y otras contribuciones que convertían el evento en una verdadera fiesta religiosa.
“Antes todo esto era una fiesta. Uno desde que se iba acercando a kilómetros del santuario, se oía la algarabía de música, cohetes y cantos, se sentía la fe y el alboroto”, dice Agustín, un artesano de Masaya que desde hace 37 años forma parte de las carretas peregrinas que cada año, previo a la Semana Santa, visitan el Santuario Nacional de Jesús del Rescate en la comarca de Popoyuapa, departamento de Rivas, al sur de Nicaragua.
Pese a las amenazas de los policías la población salió a recibir a los peregrinos y celebró su llegada en los predios del santuario, sin atreverse a salir más allá del perímetro sagrado.
“Yo no quiero nunca dejar de pagar las promesas y seguir viniendo con mi familia a rendirle honores a papá Chú, pero tampoco quiero caer preso. Mi familia me pidió que esta fuera la última vez que vengamos hasta que ellos se vayan, así que quizás el otro año no vengamos y mejor vendemos los bueyes”, dijo Agustín.
Los ataques a la Iglesia católica
“Mientras Ortega intenta hoy destruir al pueblo y la Iglesia, la historia lo recordará como otro más que intentó deshacerse de la Iglesia y que fracasó. Recordemos la promesa de Nuestro Señor Jesús a Pedro y a nosotros acerca de su Iglesia cuando dijo ‘Las puertas del infierno no prevalecerán contra ella (Mateo 16:18)’”.
La frase es la culminación de un artículo de opinión del sacerdote Carlos Ravert en la prestigiosa plataforma digital www.catholicphilly.com sobre la persecución a la Iglesia Católica en Nicaragua.
“Los ataques del gobierno de Ortega contra la fe católica son parte de su continua consolidación del poder político, anulando efectivamente la democracia de ese país”, señala.
Según el autor, este camino de la dictadura “está sumergiendo a Nicaragua, a su pueblo y a la Iglesia en una época oscura que tendrá consecuencias duraderas”.
En su guerra abierta con la Iglesia Católica, a quienes Ortega ha llamado terroristas, ladrones, delincuentes y mafia, el régimen ordenó cancelar todas las actividades religiosas que tradicionalmente se celebran en la Semana Santa: procesiones, víacrucis, misas campales y liturgias públicas.
Para el obispo de la hondureña Diócesis de Danlí, monseñor José Antonio Canales, lo que ocurre en Nicaragua con la Iglesia nunca se habían visto en la historia reciente. La expulsión del Nuncio Apostólico, monseñor Waldemar Sommertag, en marzo del año de 2022, la ruptura de relaciones con El Vaticano en marzo de 2023 y la condena a un obispo en febrero pasado.
La guerra sucia de Ortega contra la Iglesia desde 2018, según datos de la investigadora nicaragüense, Martha Patricia Molina, se registran más de 400 diferentes tipos de agresiones como golpizas, encarcelamiento, difamación, amenazas, incendios, agresiones, confiscaciones, hasta destierro y condenas, entre otras.
“Una dictadura hitleriana”
El Papa Francisco respondió recientemente a Ortega con una franqueza que sorprendió al mundo.
“Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige”, expresó el Papa Francisco refiriéndose a Ortega, en una entrevista concedida a Infobae y publicada el 10 marzo.
“Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35. Traer aquí las mismas. Son un tipo de dictaduras groseras”, enfatizó, agregando un concepto argentino para calificar a la dictadura Ortega-Murillo: “una dictadura guaranga”.
La sinceridad del papa removió las bilis en El Carmen y aceleraron el proceso de ruptura con El Vaticano.
El 17 de marzo, el encargado de negocios de la Nunciatura Apostólica en Nicaragua, Monseñor Marcel Diouf, dejó el país y se trasladó a Costa Rica.
“El cierre de la sede diplomática de la Santa Sede se produjo a raíz de una solicitud del gobierno nicaragüense del 10 de marzo de 2023”, señaló Vaticano News.
Monseñor Diouf era el último funcionario del Vaticano en Nicaragua y asumía la función de encargado de negocios luego que en marzo de 2022 la dictadura de Daniel Ortega expulsara al Nuncio Apostólico, Monseñor Waldemar Stanislaw Sommertag.
El 12 de marzo, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua informó que estaba evaluando suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Y desde ese día a la fecha, la actividad católica se desarrolla bajo vigilancia, reducida a sus predios y templos, con los feligreses arriesgando sus libertades para asistir a misas y templos a rezarles a sus símbolos en esta Semana Santa que se vino a convertir, en la historia moderna, en la más prohibida de Nicaragua.