Redacción/ IP Nicaragua
La literatura como una piragua que permite a las mujeres navegar con bandera propia es el principal trasfondo del proyecto “mujeres que cuentan”, no solo en el sentido que narran, sino que también “cuentan” porque tienen un valor.
Linda Báez Lacayo es la principal impulsora de esta iniciativa que cuenta con varias antologías y que ha permitido a muchas escritoras romper el cascarón para decidirse a publicar.
Hoy ella habla con IP Nicaragua sobre los alcances y desafíos de este proyecto que les ha abierto las puertas a las escritoras a diversas ferias literarias.
¿Cómo nació la iniciativa Mujeres que cuentan?
En junio de 2016, tres escritoras que residíamos en Mexico, decidimos organizar una publicación de cuentos. Invitamos a escritores conocidos y de manera sorprendente recibimos cerca de 50 cuentos. La mayoría eran mujeres y por esa razón tomamos la decisión de hacer la publicación solo con escritoras. Así se conformó la primera antologia “Catorce mujeres que cuentan”, con escritoras de México, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Argentina y Chile.
Para la segunda antología seguí sola coordinando las siguientes publicaciones, todas bajo el sello de la Editorial Narratio, una editorial mexicana independiente. A partir de ese momento empecé a perfilar la idea de convertirla en una serie de cuentos escritos por mujeres, abriendo un espacio a autoras a quienes se les dificulta publicar y contar con una mirada femenina. Se han publicado ya cuatro antologías: Catorce Mujeres que cuentan (2017), Once mujeres que cuentan erotismo (2018), Mujeres de miedo que cuentan (2019) y Mujeres que cuentan secretos (2020).
¿Cómo ha sido la aceptación de la iniciativa?
La aceptación fue increíble desde el primer libro, no teníamos idea de la respuesta que tendríamos. Eso nos motivó a seguir y para todas las antologías hemos recibido buenas reseñas.
Todas las antologías han sido presentadas en importantes ferias y festivales con lleno total. Esta serie ha abierto la oportunidad a las autoras de participar en ferias de libros y festivales, como en la FIL de Guadalajara, FIL de Bogotá, FIL de Guatemala, en Centroamérica Cuenta, en eventos de libros en México, Miami, Nueva York, Chile y Nicaragua. Nos ha mostrado que hay mucho interés del público al ver a un grupo de escritoras en un colectivo, trabajando juntas a distancia y de común acuerdo.
¿Qué resultados ha dado Mujeres que Cuentan?
Hacer estas antologías ha sido un gran y satisfactorio reto. El principal resultado ha sido este trabajo colectivo entre mujeres. Hoy formamos un colectivo literario donde nos apoyamos e impulsamos, tanto en las antologías, como en los espacios individuales que cada escritora tiene. Varias de nuestras escritoras ya han sobresalido en otros espacios con publicaciones propias.
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En el colectivo de “Mujeres que cuentan” no hay límites de edad, ni de experiencia. Muchas de ellas, me atrevería a decir la mayoría, no habían publicado antes y esto les ha dado la oportunidad de comprobar que es posible hacerlo. Las escritoras han incursionado desde distintos foros: ciencias, periodismo, trabajo social, comunicación, arquitectura, ingeniería y finanzas. Todo esto ha permitido compartir aprendizajes entre sí y ser una plataforma para que se impulsen y apoyen unas a otras.
¿Cuántas mujeres han contado hasta hoy?
Somos 40 escritoras de siete países de la región que estamos participando (México, Cuba, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Chile y Argentina).
Al inicio convocamos a personas conocidas. Posteriormente se fue invitando a otras autoras. Muchas de las autoras no se conocen entre sí, solo a través de medios electrónicos; pero nos hemos encontrado en ferias de libros y ha sido una experiencia maravillosa compartir con ellas.
Los cuentos pasan por un proceso de selección. Tenemos escritores que leen y editan. Es importante mencionar que las prologuistas, a excepción del excelente escritor chileno, Max Valdés, han sido escritoras premiadas: Gioconda Belli, Daisy Zamora, Laura Martínez-Belli, Solange Rodríguez-Pappe, Pía Barros y María del Carmen Pérez. Todas las portadas también son obra de una de las escritoras, Alejandra V. Báez. Esto ha sido todo un proceso de aprendizaje entre las mismas escritoras.
¿Cuáles son los principales alcances de este proyecto?Con nuestras antologías hemos estado presente en el escenario de la literatura desde una mirada femenina. Pero los temas incluidos y las historias escritas tocan un imaginario total. Todo ha sido un aprendizaje principalmente. Por eso digo que la literatura no tiene por qué ser un oficio solitario. Hay escritoras que no tienen posibilidades de moverse en medios o editoriales mayores, pero sí lo pueden hacer en editoriales independientes, más pequeñas, donde además de publicar acompañan los procesos de corrección y edición y esto complementa los procesos creativos con la producción de las obras. La colectividad ha empujado a las escritoras a identificar nuevas posibilidades de incursión en la literatura.
Estas antologías cruzan la región, dada la diversidad de escritoras de varios países. En esa diversidad se cuentan cuentos con modismos propios de los países e historias que forman parte de su imaginario. Los temas que incluimos en las antologías son seleccionados en un proceso colectivo, conversamos con las escritoras y encontramos temas que nos interesan como mujeres.
Uno de nuestros prologuistas dijo: “Sus autoras pertenecen a una región con idiosincrasias enormes y complejas a las que las unifica el idioma y el género, unidas en una polifonía que reclama un espacio en el continente narrativo de esta América.”
¿Cuál ha sido el rol de Mujeres que Cuentan en estos tiempos de pandemia y de crisis?
Como colectivo nos hemos mantenido unidas y comunicándonos a través de los medios electrónicos disponibles. Debido a que nuestra última antologia salió a inicios del 2020, optamos por irnos a los espacios virtuales, dado que ya no podríamos hacer presentaciones presenciales en las ferias y festivales. De tal modo que desde las pantallas compartimos con nuestros lectores las historias incluidas en “Mujeres que cuentan secretos”. Tuvimos que reinventarnos en época de crisis y pandemia, como la gran mayoría de las personas y nos concentramos en acrecentar nuestros espacios de lectura analítica y escritura en nuestros proyectos propios. Algunas de las escritoras están sacando ahora sus publicaciones personales.
¿Qué desafíos tienen las escritoras?
Como lo dice el nombre de la serie, “las mujeres cuentan” con ese doble énfasis: de que cuentan historias y de que cuentan como personas valiosas. En ese sentido, las escritoras tienen el desafió de seguir mostrando su valor en lo que se proponen, asi como darle voz a aquellas mujeres que no tienen voz, y hacerlo como un compromiso de vida. Al mismo tiempo, para seguir contando las emociones, las experiencias de vida y los sueños y metas que miles de mujeres tienen en nuestros países.
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La marca “Mujeres que cuentan” tiene vida para rato. Hay muchos temas que nos siguen interesando como mujeres y como escritoras, pero la marca continuará en la medida que haya escritoras dispuestas a seguir contando. El proceso de sacar un libro es de un año, toma tiempo y esfuerzo, pero es muy satisfactorio. Y es uno de nuestros proyectos más queridos.
“Mujeres que cuentan” podrá continuar produciendo imaginarios escritos por mujeres, reflejando su búsqueda, su denuncia, su resignación o sus placeres.