Las experiencias de ser diputada y feminista en un país como Nicaragua

Una exdiputada nicaragüense y una feminista cuentan a la VOA cómo han sido sus vidas durante la presidencia de Daniel Ortega.

SAN JOSÉ, COSTA RICA —La primera impresión que se llevó la exdiputada nicaragüense Edipcia Dubón al llegar a la Asamblea Nacional, cerca del año 2012, fue de que vendrían momentos difíciles, y la condición de ser mujer lo agravaría.

El día que asumió su escaño -recuerda- hubo confrontación entre la oposición y el oficialismo por varios motivos que se generó violencia y obligó a suspender la sesión.

“Yo salté de banca en banca para protegerme, para que no me golpearan y eso me dio la pauta de lo que venía: un proceso de mucha confrontación y poco diálogo, poca capacidad de construcción colectiva en favor de Nicaragua y mucho sectarismo, cada quién colocado desde su trinchera”, recuerda Dubón en conversación con la Voz de América.

Tras ganar su escaño, Dubón asegura que tenía expectativas de que el legislativo fuese un espacio institucional donde la gente pudiera ejercer un posicionamiento crítico sobre las necesidades del país en materia económica, en materia de derechos, en materia de oportunidades, pero la realidad le golpeó en la cara.

Asegura que la Asamblea Nacional no estaba lista para tener diputadas mujeres y jóvenes y que muchas veces estas eran minimizadas incluso por cómo se vestían. “Desde la apariencia, yo llegaba de jeans cuando no eran sesiones plenarias a la Asamblea Nacional y siempre había… como que no podía entrar a la Asamblea, tenía que explicar que era diputada. Siempre había un obstáculos”, asegura.

Pero en términos políticos, Dubón dice que no tuvo dificultades para hacerse escuchar, aunque recalca que ha sido ejercicio de su voz que es de tonalidad alta, pero señala que cuando había discusiones más álgidas, sí había una violencia política general a los miembros de la oposición.

Ser mujer en Nicaragua, ella lo describe como “complicado” en el sentido de que hay mucha violencia hacia la mujer, en general.

“Desde que vos salís a la calle, hay una percepción de que somos objeto sexual. En distintas ocasiones fui víctima de una serie de epítetos por tener busto grande, o por ser gordita, o por sencillamente ser mujer», cuenta.

Nicaragua dice que busca la igualdad

Sin embargo el presidente Daniel Ortega considera que las mujeres ejercen un papel fundamental en su gobierno y resalta indicadores internacionales que posicionan al país como uno de los principales en la región en la que hay paridad en puestos públicos.

De acuerdo a la actual ministra de la mujer en Nicaragua, Jessica Padilla esto es “una política” de Estado que busca “reconocer la igualdad entre hombres y mujeres, y la no discriminación hacia la mujer”.

“Hay leyes que no se han quedado en papeles, se han venido a transformar en política, estrategias, programas y proyectos; y que han venido a cambiar la calidad de vida de las mujeres nicaragüenses», dijo por su parte a los medios oficialistas la diputada Irma Dávila.

En Nicaragua se han aprobado al menos cuatro leyes relacionadas a la mujer, como la Ley 648, conocida como Ley de Igualdad de Derechos y Oportunidades; la Ley 779, conocida como Ley integral contra la violencia hacia las mujeres; y la Ley 840, o Código de la Familia.

La exdiputada Dubón dice que también se encuentra la Ley 50-50, que establece la equidad de género en la elección a cargos públicos, pero dice que hay que tener claro que “una cosa es lo normativo, lo que establece la ley, y otra cosa es la práctica”.

A su criterio, en el nivel político hay una muestra muy amplia de representación de mujeres que tienen poder de decisión aparente, como la alcaldesa de Managua, Reyna Rueda, o como diputadas, que en el caso de Nicaragua más de cuarenta y cinco por ciento de los diputados son mujeres.

“Eso no no significa realmente que tengan un ejercicio real de poder, porque están subordinados a una estructura autoritaria”, subraya, e indica que todos los estamentos se subordinan a la voluntad del partido y, en este caso, la voluntad de quien tiene el poder hegemónico del partido, que en este caso son Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua y Daniel Ortega.

Nicaragua es una sociedad machista: socióloga

María Teresa Blandón, socióloga y especialista en temas de derechos de las mujeres, asegura que Nicaragua, y muchos de los países centroamericanos, tienen una sociedad profundamente machista.

Dice que el Estado ha sido cómplice de “estructuras opresivas” que se oponen a los derechos de las mujeres y es muy difícil para las organizaciones de la sociedad civil colocar estos temas en el debate público y cuando lo hacen cuenta que “son objeto de campañas de estigmatización”.

“En nuestros casos, en el caso de Nicaragua, esas campañas de estigmatización han venido del propio Estado y también de organizaciones muy conservadoras de la sociedad civil. A veces resulta cansado, para algunas personas puede resultar muy riesgoso asumir un desafío de contestarle a esos discursos ultra-conservadores y, bueno, algunas batallas las hemos perdido”, lamenta Blandón, quien era directora de la organización La Corriente.

De hecho, según Blandón, quienes enfrentan al poder y luchan por los derechos de las mujeres son objeto de represalias. En su caso tiene más de dos meses de estar viviendo en Costa Rica, luego de que el gobierno de Daniel Ortega y de Rosario Murillo le impidiera la entrada a su país luego de asistir de una reunión de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

“Es muy difícil esta idea de estar fuera, es algo para lo cual nadie está preparado, de verte impedida por una norma, digamos, de facto, por una orden de facto, de entrar a tu país”, concluye Blandón.

Con información de la Voz de América 

Facebook
Twitter
LinkedIn
Email