Informe de Calidh: «En 2024 la crisis de derechos humanos continuará exacerbada”

Calidh ha identificado patrones simultáneos, que el fin último del Estado es la destrucción moral, mental e incluso vital de las víctimas.
iglesia católica violencia, Freedom House, nicaragua

El Centro de Asistencia Legal Interamericano en Derechos Humanos (Calidh) en el informe titulado Situación de Derechos Humanos en Nicaragua 2023 describe cómo se ha llegado a la demolición definitiva de los derechos y libertades de los nicaragüenses.

“En el marco de esta demolición desoladora, a lo largo de las once secciones y cuatrocientos cuarenta y seis párrafos que componen a este documento, hay una línea común: la violencia estatal supera inmensamente a la de 2022”, cita Calidh.

El equipo de Calidh encontró que los actos en contra de los nicaragüenses podrían ser aglutinados en un término: violencia y venganza extrema, en el que los crímenes de lesa humanidad se establecieron como el único mecanismo de ataque contra la población y sus distintos sectores.

Añaden que “de los 6 años de ataque contra los nicaragüenses, tras 2018, el año pasado fue el peor por la generalización definitiva de la violencia y la venganza extrema contra todos los nicaragüenses que están dentro o fuera del país. En lo que va de 2024, parece indicar que la crisis de derechos humanos continuará exacerbada”.

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Según la organización defensora de derechos humanos el 2023 fue el de la multiplicación de los crímenes de lesa humanidad como método para ejercer esta violencia extrema y el terrorismo de Estado como vía para extender hacia la población los efectos potentes de estos crímenes.

“El Centro considera que desde 2023 es mucho más visible la existencia de un plan consciente, articulado y elaborado desde el Estado que consuma con efectividad la imposición de un sufrimiento intenso, profundo y extendido sobre las víctimas de estos delitos que ofenden a la al orden internacional y se extiende a sus familiares con igual potencia”, revelan.

Calidh ha identificado, a través del estudio de estos patrones simultáneos, que el fin último del Estado es la destrucción moral, mental e incluso vital de las víctimas.

Para el organismo la desnacionalización, la imposición de penas por delitos políticos que criminalizan el actuar opositor, el destierro y la confiscación de bienes de los 222, por ejemplo, buscó y aún busca romper a las víctimas de todas las maneras posibles.

“Toda esa violencia extrema, además, busca la anulación individual como persona tanto en el sentido subjetivo como jurídico. La brutalidad de estas conductas provocará efectos irreparables aun cuando retorne la democracia. En este orden de ideas, las once secciones en las que se estudian tanto la situación de determinados grupos como ciertos hechos gravísimos están atravesadas por los crímenes de lesa humanidad. No hay un solo grupo de los que se ocupa este reporte cuyos miembros no sean víctimas de estos delitos y, por tanto, de la violencia y venganza extremas”, subrayan.

Las primeras secciones del informe están dedicadas al análisis de los crímenes de lesa humanidad y el terrorismo de Estado, del aumento de los hostigamientos de los CPC y la policía contra la población y la consumación del Estado policial.

Calidh afirma que desde 2023 se asiste a una espectacularización sostenida de los crímenes de lesa humanidad.

La intensa cobertura mediática oficialista, la perpetración pública de los crímenes, la gigantesca exaltación partidaria, así como la legitimación por los máximos dirigentes del Estado o de importantes funcionarios judiciales, son conductas propias del terrorismo de Estado. Con esta espectacularización y la exaltación de los crímenes, con efectos de profunda impresión y sobresalto buscan doblegar a la población en su conjunto para que el temor y el miedo intensos haga concluir que el miedo y el terror ejercidos por las autoridades son inevitables.

“Al ocuparnos de la cruel persecución de la Iglesia en 2023, además de concluir que fue el grupo que recibió la mayor cantidad de violencia extrema de todos los perseguidos, afirmamos que ya no es posible considerar a la persecución religiosa como crimen de lesa humanidad. El genocidio no sólo incluye la matanza por motivos étnicos o raciales, también alcanza a los grupos religiosos con el fin de su supresión mediante actos como la privación arbitraria de las libertades y derechos”, dicen.