Historias de mujeres que superaron la Covid-19 y los miedos que enfrentaron

Redacción / IP Nicaragua

Una de las afectadas a quien llamaremos Sofía Mercado compartió su testimonio a través del Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de María de Estelí. Mercado contó que cuando enfermó de Covid-19 solía pensar que Dios estaba enojado con el mundo.

“Pero, al mismo tiempo me decía Dios no es un Dios castigador, es un Dios de amor y sé que Él me librará a mí y a los míos y a la humanidad entera de esta terrible situación”, recordó Mercado.

Cuando sintió los primeros síntomas pensó que se trataba de una simple faringoamigdalitis. “Evité la automedicación y decidí hacerme unos análisis, los cuales salieron alterados y la falta de aire me invadía. Mi angustia, el pánico se estaba apoderando de mí, pensando, qué sucederá si no puedo sobrevivir”, señaló Mercado.

El primer día fue el más largo para Sofía Mercado, porque no sabía a dónde acudir, qué tomar, y se inclinó por la medicina alternativa, pero notó que su esposo también comenzó a sentirse mal, aunque él lo negaba.

“Empiezo a decirle todos los síntomas que yo andaba y me dice que él no siente nada de eso, solo que se sentía sofocado. Sin embargo, tomamos las medidas de higiene y nos aislamos en nuestra propia casa. En mi angustia no pude conciliar el sueño, mi preocupación era mi esposo, mis hijos. Durante la noche y la madrugada con mi camándula en mano no supe cuántas veces recé el Santo Rosario», recuerda Mercado.

A medida que las horas pasaban, Mercado sentía que le faltaba el aire. Le costaba respirar, pero su preocupación seguían siendo sus hijos y su esposo enfermo.

«El aire me faltaba, decidí verificar cómo estaba mi esposo y lo veo que se alistaba para trabajar. En esos momentos le hago reflexionar y le digo que no vaya, que pensemos en que podemos contagiar a alguien más y me dice que no me preocupe, que él se siente bien; pero ese mismo día mi angustia no me dejaba pensar en nada más, mi niño de 10 años no se levantaba y me dirijo hacia su cama y en cuanto le toco su carita, estaba roja; corro y le pongo el termómetro y su temperatura estaba en 39.5», señala Mercado.

La angustia con sus hijos

De inmediato, también se dirigió donde su hijo mayor de 18 años y me dice que no pudo dormir. «Esta tos no se me detiene. Empiezo a doblar rodillas. Mi esposo se va al trabajo sin saber la situación en la que me encontraba, decido automedicar a mis hijos y les pido prudencia», recuerda Mercado.

«En un segundo sentí que el aire me faltó y supliqué a mi Señor, no me pases por esta prueba. Mi saturación bajó hasta 90 y lo oculté preocupada por mis hijos, mi prioridad eran ellos y mi esposo. Ese mismo día decido llamarlo y, se me escuchaba mi cansancio, y me dice estoy mal, no aguanto, solo termino un pendiente y llegaré a casa”, manifestó Mercado.

El esposo de Sofía llegó a su casa y tenía una saturación de oxígeno de 85 lo cual fue motivo de preocupación. “Se me ahogaba, no quería que lo llevara al hospital y, me dice, no tengo nada, solo es estrés. Mi familia toda, estaba positiva de Covid, y ya medicados; y me dice que él también ya estaba medicado y que había salido negativo en la prueba», señaló.

Las horas más difíciles comenzaron para esta familia y en ese momento asumió la gran batalla como mujer, madre y esposa.

«En esos momentos sentí que el mundo se me vino encima, mis niños lloraban en silencio, su papá estaba mal y nunca supo que ellos también estaban mal. Tomé la decisión más importante de mi vida y le dije al Señor: Señor, si tú voluntad es llevarnos a los cuatro, aquí estamos, solo dame la oportunidad de arrepentirme. Sé que Tú estás aquí”, dijo en voz baja.

Mercado afirmó que en esos momentos de desesperación decidió llevar a su esposo a la clínica y  después de cinco días su saturación no mejoró, por lo que fue trasladado a un hospital de Managua con una saturación de 69. Antes de ser intubado su esposo sintió terror y pensó en sus niños a quienes no volvió a ver.

Diez días después sufrió el desenlace fatal. “Se imaginan cómo terminó mi teléfono con todas mis lágrimas”, concluyó Sofía.

Fatiga, fiebre y decaimiento

Maritza Blandón, de 26 años relató a este espacio que hace unos diez días comenzó a sentir síntomas asociados a la Covid-19 como fatiga, dolores intensos, decaimiento y fiebre.

Blandón de inmediato pensó lo peor y entró en depresión por la incertidumbre de lo que podría pasar. “He escuchado que no hay medicamento efectivo y en esta ciudad han perdido la batalla muchas mujeres jóvenes incluyendo mi prima, quien a su corta edad falleció por los efectos de este virus”, recordó Blandón.

Desde que sintió los primeros síntomas se aisló y comenzó a consultar a unos médicos vía telefónica para aliviar los síntomas que iban surgiendo.

El dolor por la pérdida de su prima, la incertidumbre por su hermana que también está contagiada, debilitan muchas veces su mente, porque son cosas que siempre están presente aunque ella no quiera.

La único que lo mantiene es su fe en Dios, pero además para pedirle a la población que se cuide aún cuando tengan las dos dosis de la vacuna.

 

 

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