Embajador Sullivan lamenta la muerte de Ruth Bader Ginsburg, la icónica jueza que luchó por la igualdad de género

Su muerte tiene consecuencias para el país norteamericano. Conózcalas aquí.

Harold Briceño Tórrez

@BriceoHaroold

La icónica jueza estadounidense Ruth Bader Ginsburg, reconocida por su emblemático activismo legal por los derechos de la mujer, falleció a los 87 años de edad, víctima de un cáncer pancreático del que padecía, informó el Tribunal Supremo de Estados Unidos, al que tenía 27 años de pertenecer desde que, en 1993, el entonces presidente Bill Clinton la nombrara candidata para ser parte de una institución en la que para esos días solo había una mujer.

En palabras del embajador de Estados Unidos en Nicaragua, Kevin K. Sullivan, la muerte de la destacada jueza provoca un luto para los estadounidenses. “Los estadounidenses están de luto por la muerte de la jueza de Corte Suprema de Justicia, Ruth Bader Ginsburg, de 87 años. Pionera jurista, académica y fuente de inspiración para tantas niñas y mujeres en todo el mundo”, escribió Sullivan en sus redes sociales.

¿Quién era?

Bader Ginsburg nació en Brooklyn en 1933. Su mamá, de nombre Celia, murió cuando ella tenía 17 años. Gracias a las becas que recibió y a los ahorros que su madre había destinado para su educación, logró completar sus estudios hasta ingresar a la Universidad de Cornwell. Ahí conoció a Martin Ginsburg, con quien se casó y luego viajó a Harvard para culminar sus estudios de derecho.

Una vez que logró completar su carrera, con notas muy por encima del promedio, las puertas de los despachos de abogados les fueron cerradas por su condición de mujer y madre.

Fue en medio de ese contexto que decidió dedicarse a la docencia y encontró un trabajo en la Universidad de Rutgers.

Un legado irrepetible

Tiempo después de ser víctima de un sinnúmero de desigualdades, decidió ingresar como voluntaria a la Unión de Libertades Civiles de América (ACLU, por sus siglas en inglés), donde se convirtió en la fundadora de un departamento que se dedicaba exclusivamente la defensa de los derechos de las mujeres.

Desde ahí forjó victorias históricas en los años 70, defendiendo casos ante el Tribunal Supremo con particulares enfoques que ponían en evidencia su gran preparación.

En 1980 fue nombrada jueza de la Corte de Apelaciones en Washington por el presidente Jimmy Carter y estuvo ahí por 13 años.

Dio clases en la universidad de Georgetown y en 1993 el gobernante Bill Clinton la propuso candidata al Tribunal Supremo. Tan reconocida era su capacidad y admirado su nivel de influencia, que su nombramiento recibió 96 votos a favor y solo uno en contra.

Desde el Tribunal Supremo hizo historia y estableció un legado irrepetible.

Dictó sentencias memorables y según los reportes hasta los 85 años nunca faltó a ninguna sesión del Tribuna, ni cuando murió su esposo en el 2010. Desde 1999, había estado luchando contra varios cánceres, pero con tratamiento y varias cirugías había logrado mantener de pie. En julio pasado anunció la aparición de un nuevo cáncer, contra el que luchó pero su cuerpo ya no pudo más.

Un puesto vacante

El fallecimiento de Ruth Bader Ginsburg deja un puesto vacante en el Tribunal Supremo, un puesto para el que el presidente de la nación norteamericana, Donald Trump, tiene la capacidad de nombrar un candidato que luego sea aprobado por el senado.

Esto le permitirá a Trump, quien ya ha nombrado a dos magistrados conservadores como jueces, la posibilidad de nombrar a un tercero.

Esto, a su vez, formaría un Tribunal Supremo integrado por seis jueces nombrados por los republicanos y solo tres escogidos por los demócratas. Por lo tanto, habría una mayoría conservadora por un tiempo indefinido, considerando que el cargo de juez del Supremo no expira.

Consciente de esto, es que el candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, Joe Biden, manifestó luego de conocer la muerte de Bader Ginsburg, que “los votantes deben elegir al presidente. El presidente debe elegir al juez. Esa es la posición que el Senado republicano tomó en 2016. Esa es la posición que debe tomar hoy”.

De tal forma que el fallecimiento de Ruth Bader Ginsburg ha significado un verdadero terremoto en la política de Estados Unidos, país que está a las puertas de nuevas elecciones presidenciales.

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