El Salvador vuelve a clases entre temor al contagio por COVID-19 y la necesidad de aprendizaje

  • Un año después del cierre de las escuelas en El Salvador, los estudiantes tendrán la opción de volver a las aulas el 6 de abril. Para algunos, como Elí, la medida es un alivio ante la dificultad para aprender desde una casa sin los recursos necesarios.

Voz de América

SAN SALVADOR – Elí tiene 15 años y recibe sus clases de secundaria en una mesa que sirve de comedor familiar y de escritorio. Apoya su teléfono en el respaldo de una botella de agua y con un lapicero en la mano apunta lo que la maestra le explica.

Esa no es la forma en la que Elí imaginó que recibiría clases desde el año pasado hasta mediados de 2021, pero desde que El Salvador cerró las escuelas para prevenir los contagios por COVID-19 la brecha digital dio un portazo real en la cara de miles de estudiantes del país centroamericano.

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Era enero de 2020 cuando el Ministerio de Educación de El Salvador anunciaba el “feliz” regreso a clases de más un millón de estudiantes. Dos meses después cerraba las escuelas.

Eli, El Salvador
Elí hojea el cuaderno de mateméticas, una materia que le gusta, pero que no logra aprender desde un celular y en forma virtual. Foto Karla Arévalo, VOA.

En esos primeros 21 días de cierre, paralelos a una cuarentena nacional, cada maestro, alumno y padre debió prepararse para lo que venía: un cierre de aulas al menos un año y la posibilidad de separarse de una vez del método tradicional de enseñanza y cambiarlo por el digital. Pero, ¿es eso posible en un país donde solo el 30% de la población total tiene acceso a internet?

María Linares, madre de Elí, relata a la Voz de América la preocupación que le evocó el cierre de las escuelas en 2020 y explicó cómo ha logrado desde entonces que su hijo se adapte a las clases virtuales.

“Él ha tenido muchas dificultades con el cambio, porque para empezar no tiene una computadora para recibir las clases y las ha estado recibiendo en un ‘telefonito’ que no le ayuda mucho. Eso sin tomar en cuenta que internet en esta zona es débil y no trabaja bien”.

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El joven habita en Lourdes, un cantón del municipio de Colón, en el departamento de La Libertad. Allí la pobreza y la inseguridad se juntan: llegar a la casa de Elí implica atravesar caminos agrestes o llenos de baches. Las casas prefabricadas están pegadas unas a otras y son adquiridas a través del Fondo Social para la Vivienda, una institución gubernamental. La casa está en pago aún y los padres deben invertir además en una educación privada que le garantice un mínimo de seguridad.

“A duras penas se paga un colegio privado para que él no esté expuesto a muchos peligros al estar en una escuela pública. Eso no es que uno tenga dinero sino que uno lo está haciendo para protección de ellos. Ahora comprar una computadora es complicado. No hay posibilidades para comprar algo así y con el regreso a clases, si se hace bien, será un alivio”, explica Linares.

Eli, El Salvador
Elí tiene 15 años. Su único método de estudio ha sido el virtual durante un año y lo ha recibido en un teléfono celular debido a su situación socioeconómica. Foto Karla Arévalo, VOA.

El Ministerio de Educación de El Salvador anunció la semana pasada que las clases en los centros públicos y privados se reanudarán bajo las modalidades semipresencial y opcional a partir del 6 de abril.

“Estamos hablando de un regreso a clases gradual, porque solamente las instituciones educativas que cuenten con un permiso podrán abrir”, explicó la ministra de Educación Carla Hananía de Varela.

El permiso se obtiene al concluir una capacitación de dos horas sobre las medidas para evitar el contagio de COVID-19 y además por las condiciones físicas de los centros escolares. Ese regreso, además, es opcional, porque aunque la escuela tenga la autorización para abrir, los padres son los que decidirán si lo ideal es que sus hijos asistan o no a las escuelas.

  • «Él ha tenido muchas dificultades con el cambio, porque para empezar no tiene una computadora para recibir las clases y las ha estado recibiendo en un ‘telefonito’ que no le ayuda mucho. Eso sin tomar en cuenta que internet en esta zona es débil y no trabaja bien”.  María Linares, madre de Elí.

Elí habla ansioso. Espera que su escuela sí cumpla con las medidas de higiene y distanciamiento y así le otorguen el permiso de apertura, pues para él, ese retorno a clases, significa acabar con los problemas que surgen en la enseñanza virtual.

“A veces siento que no aprendo nada con las clases en línea. Antes, cuando eran presenciales, en dos meses aprendía dos o tres temas de matemáticas y los exámenes de ciencias los podía responder bien. Ahora no, ni siquiera veo los números en las clases. No puedo estudiar matemáticas desde el celular”, dijo.

Eli, El Salvador
La estantería de Elí, donde guarda los libros y los cuadernos que utiliza en sus clases virtuales. Foto Karla Arévalo, VOA.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Ministerio de Educación ya cuenta con un ambicioso plan que pretende acabar con la brecha digital que afecta a los estudiantes de las escuelas públicas en El Salvador. Ha prometido dar a cada estudiante una computadora con internet y Google Classroom. Pero para aquellos que como Elí estudian en colegios privados no habrá computadora y adaptarse a las modalidades de la enseñanza virtual continuará siendo un sacrificio.

El salario mínimo en El Salvador es de 300 dólares mensuales, uno de los más bajos de Centroamérica junto al de Nicaragua. Los padres de Elí invierten 40 dólares mensuales de escolaridad más 25 de internet, por lo que dotarlo de herramientas como una computadora o internet de alta velocidad se vuelve imposible.

“No voy a decir que la virtualidad es lo mejor porque en El Salvador el tema de la brecha digital es latente. Por ejemplo en la universidad donde trabajo, que es privada, hallamos que el 60% de los estudiantes trabaja en computadora, pero no es ni siquiera propia, sino que la comparten con otros miembros de la familia. Y el 40% restante trabaja con teléfonos. Entonces, las condiciones se vuelven desiguales”, explica a la VOA Kevin Eduardo Salazar, docente investigador de la Universidad Dr. José Matías Delgado.

 

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