Redacción / IP Nicaragua
Teresita Frías es una periodista de San José de Metán, una ciudad de la provincia de Salta en Argentina que es víctima de violencia por parte de quienes quieren callarla por denunciar el poder.
El acoso comenzó en redes sociales hasta llegar a su máxima expresión cuando lanzaron piedras en su domicilio, pasando por denuncias falsas e insólitas en su contra que fueron aceptadas por la policía local.
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En junio de este año intentaron ingresar a su domicilio y aunque llamó a la policía, cuando los agentes llegaron, ya se habían retirado. A los pocos días le lanzaron un desinfectante en el rostro.
Amenazas a su integridad
«No hay en Argentina casos de mujeres que hayan sido atacadas físicamente, secuestradas o asesinadas, pero sí hay casos puntuales en función a las producciones periodísticas de amenazas a la integridad como el caso de la periodista Teresita Frías que ha pedido custodia policial», explicó Miriam Bobadilla, periodista argentina con visión de género.
Así como Teresita Frías las mujeres que son periodistas deben enfrentarse a un «ambiente hostil y peligroso», debido a la violencia que se materializan en actos que van desde el hostigamiento, la intimidación, las amenazas, el descredito de la labor, los bloqueos informativos, las limitaciones a la movilidad para hacer coberturas, la retención migratoria y la persecución judicial hasta actos de represión con uso excesivo de la fuerza, explicó Lucía Lagunes, periodista feminista y socióloga mexicana.
Violencia en los medios de comunicación
El caso de Teresita Frías fue incluido en el informe informe regional «Violencia contra mujeres periodistas en América Latina» que fue presentado en el marco del día internacional de la Lucha contra la violencia hacia la mujer que se celebra este 25 de noviembre y que tiene como objetivo denunciar y crear conciencia sobre esta problemática alrededor del mundo.
En Argentina, según Bobadilla, las mujeres son sistemáticamente violentadas y la principal característica de esta violencia parte del interior de los propios medios donde trabajan y es lo que se denomina como violencia laboral.
«Son los medios de comunicación los que aún muestran resistencias, incluso en aquellos con una cultura progresista donde la implementación del lenguaje inclusivo no sexista sigue sin visibilizarse. Los medios siguen construyendo sus relatos desde una pedagogía patriarcal», señaló Bobadilla.
Para Rachel Moreno, periodista y feminista, en Brasil ocurre que las periodistas que son especialistas en derechos de las mujeres son más propensas a sufrir hechos de violencia en contraste a las mujeres periodistas que dan cobertura deportes y política.
«El periodismo puede ser una profesión peligrosa, pero ser mujer y periodista a menudo significa correr un doble riesgo».
Rachel Moreno, periodista y feminista de Brasil.
Lagunes también explicó que hay violencia contra medios de comunicación comunitarios y la falta de reconocimiento de la labor de las comunicadoras por no «cumplir con los estándares occidentales» como lo ocurrido con la periodista y líder indígena guatemalteca Anastasia Mejía que en 2020 enfrentó un proceso penal debido a las acusaciones de autoridades.
Mejía, guía espiritual maya y defensora de los derechos humanos, pasó poco más de un mes en prisión después de que fuera capturada y acusada de promover una protesta ciudadana en agosto de 2020, cuando ella únicamente cumplía con su labor de informar.
Subregistro de casos en Guatemala
Silvia Trujillo, periodista en Guatemala, recordó que en 2019 al menos 28 mujeres periodistas denunciaron la situación de violencia ante una autoridad, mientras que en 2020 fueron 52 las que se atrevieron a hacerlo. En lo que va de 2021 solo se conocen cuatro denuncias, pero se cree que existe un subregistro, mencionó Trujillo.
«Los casos van en aumento, la impunidad y la falta de confianza en las instituciones han hecho que las periodistas elijan, pero no es que esto sea una opción no hacer la denuncia por la vía de las instituciones, pero si se hacen en otro mecanismo de la sociedad civil. Hay un subregistro difícil de calcular», dijo Trujillo.
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En Guatemala las mujeres periodistas sufren amenazas, coacción, violencia, robo agravado, lesiones graves y en algunos casos las agresiones se extienden a sus familias. «Tenemos tres casos en que la agresión comenzó con la periodista, pero se extendió hacia su familia y esto tiene un claro hallazgo de género», denunció Trujillo.
En Nicaragua, situación se agrava
Guillermo Medrano, excolaborador de la extinta Fundación Violeta Barrios de Chamorro, explicó que en Nicaragua en el contexto de la investigación que inició el Ministerio Público contra esta organización al menos 59 periodistas fueron citados para declarar y de estos trece eran mujeres.
«Dos de esas mujeres periodistas entraron a la Fiscalía en calidad de entrevistada y salieron en calidad de imputada», denunció Medrano.
En el actual contexto de crisis sociopolítica las mujeres periodistas en este país centroamericano se exponen a diferentes acciones adversas como «campaña permanente de difamación contra la honra y reputación de las mujeres, en el caso de los hombres es diferente vienen mas a amenazas de muerte», dijo Medrano.
Recordó el caso de la periodista de Radio La Costeñísima en Bluefields, Kalúa Salazar, que fue sentenciada por un caso de injurias.
Según Medrano este año una periodista del diario La Prensa se vio forzada a abandonar la profesión después de ver que le fueron cerradas todas las puertas en la Corte Suprema de Justicia, una fuente a la que dio cobertura por 12 años de forma continua.
«Cuando buscó al jefe de prensa de la Corte Suprema éste le contestó con un lenguaje sexista cuando los agentes de seguridad la seguían por el complejo judicial: ´Tal vez son enamorados tuyos por eso te siguen´», señaló Medrano.