El desafío de ser diferente en una sociedad que se “resiste a los cambios”

*Cuatro jóvenes narran cómo han sido sus vidas luego de asumirse como parte de la población LGBTIQ+, los momentos amargos que han tenido, también las cosas buenas y las metas que tienen en la vida.

Bryam Martínez

Un psicólogo, una estudiante de comunicación, una artista y profesional del derecho y una estudiante de enfermería, decidieron conversar sobre los desafíos que enfrentan día a día al mostrarse ante la sociedad como parte de la población LGBTIQ+.

Decidieron “burlar” la heteronormalidad y aceptarse como son. A pesar de lo complicado que ha sido el proceso, estos jóvenes siguen esforzándose para cumplir cada una de sus metas.

“Hay muchas formas de ser mujer”

Cuando no está escribiendo alguna poesía, Concha Armas se encuentra frente a un público interpretando un personaje. Esta joven se asume como una mujer trans, es originaria de León y estudió derecho.

“Desde los tres años sabía que no era un niño. Yo había nacido con el cuerpo de un niño, pero yo no sentía ni pensaba como un niño”, narra.

La escritura es una forma de escape para sus emociones. Comenzó desde muy pequeña a rayar hojas. “Yo no escribo desde el corazón, ni de la mente, yo escribo desde las vísceras. Escribo porque la sangre me hierve, para poder sacar todo lo que tengo dentro”, asegura Concha.

Cuando comenzó a hacer teatro, se dio cuenta que el travestismo era también una herramienta política.

“Mi entrada al mundo del teatro tuvo que ver con mi entrada al travestismo y a la colectividad. El arte y el feminismo han salvado mi vida en muchas ocasiones”, destaca la joven.

Concha se identifica con varias causas sociales. Es una “activista café, feminista, de la comunidad LGBTIQ+, contra la gordofobia y el racismo”.

Concha Armas es originaria de León. Foto: Cortesía.

“Me reconozco como una mujer trans, reconozco que hay muchas formas de ser mujer, gorda, café, peluda cuando tengo que ser peluda y no me depilo, que tiene una expresión de género a veces masculina, a veces más femenina, que transita entre esas dos expresiones de género. Pero eso no la hace perder la esencia de la transgeneridad”, manifiesta la joven.

Actualmente, Concha labora en la colectiva Casa de los Colores, ubicada en León. Tiene como meta seguir siendo libre, sacar un libro donde cuente historias de personas que han pasado por situaciones iguales a las de ella, continuar estudiando, haciendo arte y contar con su propio espacio de gestión cultural.

“En todos los espacios me nombro como lesbiana”

María Salomé Centeno Téllez, estudia cuarto año de comunicación en la Universidad Centroamericana (UCA) y es originaria de Santo Domingo, Chontales.

De su infancia guarda varios recuerdos. Uno de estos es cuando se sentaba en la sala junto a su abuela materna para escuchar canciones, mientras platicaban.

Lo que más le gusta de Nicaragua son los paisajes naturales, pero lo que menos le gusta es su cultura y estructura política. “Lo poco que hemos avanzado en ese aspecto y los problemas transgeneracionales que hemos cargado como resultado de esto”, explica la joven de 20 años.

Para ella desafiar lo establecido por la sociedad y asumirse como lesbiana ha sido un proceso con muchos momentos incómodos, también para desaprender y cuestionarse varios aspectos.

María Salomé Centeno. Foto: Cortesía.

“He tenido que hacer un gran trabajo, empezando con mi familia, para hacerles ver que –lo establecido– no es siempre lo correcto y así en muchos círculos sociales en mi vida, porque yo soy una lesbiana visible. Mi familia lo sabe y me acepta con tranquilidad, como debería ser siempre”, detalla.

A veces ha sentido un poco de temor nombrase como lesbiana en algún espacio público, pero asegura que ha asumido el riesgo, porque nombrarse es un posicionamiento imprescindible en su actuar social.

Las canciones “Electric feel” de la banda estadounidense MGMT y “La Chica de Humo” del cantante mexicano Emmanuel, contagian de energía positiva a María Salomé. Se ha propuesto terminar su carrera universitaria con honores y desempeñar su profesión.

Tiene otros proyectos en su natal Chontales, como el cultivo de plantas medicinales y árboles frutales; de igual manera seguir divulgando “la lucha lésbica feminista y continuar nombrándome en todos los espacios posibles como forma de reivindicación”, concluye.

“Un cochón” con muchas metas

Alexander Reyes Guevara, tiene 26 años de edad, es psicólogo de profesión y activista en temas de derechos humanos. Actualmente se desempeña como investigador social para temas de género y educación. Trabaja un poco la gestión de marca sociales y forma parte del concejo editorial de la revista Juventudes.

Estudió en la Universidad Centroamericana (UCA). Cuando iba al proceso de la prematricula – recuerda – en su mente estaba el dilema de qué carrera elegir, entre psicología y comunicación, pero al final ganó la primera opción.

Originario de la caótica Managua, Alex asegura que transitar y asumirse parte de la comunidad LGBTIQ+ – como un “cochón”– fue un proceso dramático.

La popular frase “salir del closet”, para él, es una etapa impuesta por la heteronormalidad que ninguna persona debe pasar, porque es “denigrante y desmoralizador”.

Alexander Reyes Guevara. Foto: Cortesía.

“Si no existiera esta heteronorma de masculino y femenino, la historia fuera diferente. El término salir del closet no existiría, porque ninguna persona en el mundo tendría que preguntarse por qué me siento distinto a otro, porque ninguna persona en el mundo tuviera que decir algo anda mal conmigo”, plantea Alex.

Este psicólogo considera que actualmente el mayor desafío para los jóvenes en Nicaragua es sobrevivir. “Cuando vivís en un país con alto índice de autoritarismo, creo que tu primer desafío es sobrevivir, un país que va en decadencia de forma económica y social. Que vos te podás desarrollar como profesional, es otro de los grandes retos. Eso va acompañado de la calidad en la educación, conseguir un primer empleo, estabilidad económica, un sistema de salud decadente, etcétera”, explica Alex.

A pesar de los múltiples obstáculos, Alex se ha planteado varias metas, tanto a nivel personal, como tener una pareja sentimental y formar una familia, al igual que metas profesionales como especializarme en el estudio de los movimientos sociales, derechos humanos y tener su clínica para víctimas de violencia.

Le gusta cantar, bailar y escribir. Algunos de sus escritos están plasmados en el blog “La Oscuridad de mis ojos”.

“Dios me ama tal y como soy”

Jandra Leytón tiene 18 años de edad, es originaria de Ticuantepe-Managua, y actualmente estudia segundo año de enfermería en cuidados críticos.

Para Jandra mostrarse como lo que es, una chica lesbiana, es un desafío del día a día. La mitad de su vida pasó tratando de encajar simulando algo que no era (heterosexual) y decidió terminar con eso.

Jandra Leytón. Foto: Cortesía.

“Fingir para encajar no solo deja un cansancio mental, también baja tu autoestima”, asegura la universitaria. La joven lamenta que la sociedad nicaragüense se resista a los cambios y que el machismo siga prevaleciendo.

Actualmente, Jandra ya posee más información sobre los temas de diversidad sexual, pero a veces se le hace complicado asumirse como lesbiana en espacios públicos como las iglesias. Con el paso de los años ella ha comprendido que “Dios me ama tal y como soy”.

“Acepté que no estaba nada mal en mí y el hecho de que me gustaran las mujeres, no me hace menos persona”, destaca Jandra.

Esta joven lesbiana afirma que le gustaría formar parte de algún colectivo LGBTIQ+ para conocer a otras personas que están pasando, o pasaron, por el mismo proceso de ella, ir creando espacios de ayuda y solidaridad.

Como meta a corto plazo, desea terminar su carrera universitaria y estudiar psicología como segunda profesión. Le gustaría conocer toda Nicaragua y otras ciudades. Con el paso del tiempo, encontrar una pareja sentimental e independizarse por completo.

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