Cuatro crímenes ocurridos en menos de 20 días, al inicio de este año, conmocionaron a la población nicaragüense, no solo por el mero hecho de violencia cometido, sino por la relación consanguínea que había entre las víctimas y victimarios.
Eva Inestroza
Tres hombres decidieron quitarle la vida al ser que los trajo al mundo: sus madres. Los autores de esos delitos, o parricidios, tienen entre 30 y 45 años, y las víctimas tenían entre 50 y 85 años. En las comparecencias judiciales ninguno de los tres dio muestra de arrepentimiento.
¿Qué los pudo llevar a quitarle la vida a su propia madre?
Para la doctora Yelba Godoy, neuropsicóloga clínica y especialista en demencia del Centro de Neurociencia del Hospital Vivian Pellas, cuando una persona es capaz de cometer un parricidio, primeramente, tiene que elaborarlo, pensarlo y diseñarlo.
“Lógicamente, es una persona con una personalidad que está alterada, y que está dentro de un grupo que está relacionado con los psicópatas”, manifestó.
La especialista en demencia también indicó que existe un grupo de personas a quienes los motiva la alteración mental, sienten algún tipo de placer o satisfacción personal a la hora de llevar a cabo este tipo de asesinatos.
“Aquí el tema de una persona con este perfil, es de un perfil alterado con personalidades psicopáticas. De hecho, se habla en la literatura que son bastantes escazas o nulas las personas que llegan a recuperarse, rehabilitarse o sanarse, porque en el fondo estas personas tienen escasos sentimientos de culpabilidad o de arrepentimiento”, explicó.
LOS HECHOS
El 26 de enero, Dennis Flores Gómez, de 32 años, asesinó a su madre Martha Gómez Martínez, de 50. Utilizó una raja de leña y después propinó varias cuchilladas, con un cuchillo de 23 centímetros de largo. El hecho ocurrió en la comunidad Zinica de Waslala.
Flores admitió los hechos y fue condenado a 30 años de prisión.
Ese mismo día, una adolescente de 16 años fue cómplice del asesinato de su padre Róger Medina Toruño, de 77 años. Según informes policiales, la menor le abrió la puerta de su vivienda a Holvin Esquivel Trujillo, para que este robara los ahorros que tenía su padre. Pero, al escuchar ruidos, Medina se despertó y al encontrarse con Esquivel, este le propinó 15 cuchilladas en el tórax y abdomen. Ahora la menor enfrenta proceso en el tribunal de adolescente. Este hecho tuvo lugar en León.
El 29 de enero, José Manuel Cruz, de 37 años, ultimó a garrotazos a su madre Domitila Espinoza Arteta, de 52 años. Este en su momento dijo que escuchó voces que le decían que “matara a su mama”. El lamentable hecho se dio en la comunidad La Florida, del municipio de Estelí.
El expediente presentado por la Fiscalía manifestó que el acusado se entregó por sí mismo a las autoridades. De forma extraoficial, se maneja que Cruz acababa de salir de prisión por delitos de lesiones y tentativa de violación.
Un caso más de parricidio fue el reportado en el país el 18 de febrero. Justiciano Ramos Fernández, de 45 años, mató de una pedrada a su madre Felícita Fernández, de 85 años. El hecho tuvo lugar en la comunidad Las Mercedes, del departamento de Matagalpa.
CULTURA MACHISTA
El sociólogo Cirilo Otero señala que Nicaragua ha demostrado tener una sociedad con actitudes muy violentas y que eso está relacionado fundamentalmente con la educación y con una cultura machista.
Para Otero, la crisis económica, el desempleo y la crisis política y social también son generadores de violencia.
“No te puedo decir cuál de ellos es más o menos, pero todos los que mencioné son generadores de violencia y en general la violencia se da en los hogares o en el vecindario”.
Es decir, “donde la gente permanece un poco más de tiempo después que vuelven de trabajar o de hacer cualquier actividad en la calle y al sentirse frustrados tienen actitudes violentas”, explicó el sociólogo.
Comúnmente la violencia está dirigida a las mujeres y a los menores, niñas y niños, agregó.
EL ENTORNO
El psicólogo Róger Martínez dice que en la mente de una persona que puede asesinar a su propia madre influyen muchos factores: un bajo nivel educativo, bajo nivel de cultura, consumo de alcohol, inteligencia emocional poco o nada cultivada, entre otros. Además puede haber una historia de posible violencia infantil.
“En este último caso, esos resentimientos no resueltos son llevados hasta la edad adulta”, explicó.
La especialista en demencia afirma que ese tipo de conducta se da en cualquier estrato social. “Esto es como el tema del maltrato o la violencia. Se da en gente culta, personas sin estudios, gente sin cultura y educación; en las clases altas, medias y bajas”.
Pero eso sí, “este tipo de homicidios se da en determinadas conductas, de personalidades concretas que al estudiarlos se dan cuenta que tienen algunas características en común”, agregó la doctora Godoy.
Otero coincide en que este es un tema muy cultural y de educación. Y señala que, mientras no se trate de cambiar de comportamiento, será difícil transformar esta sociedad.
“Es la misma tipología, el ambiente está frustrando a la gente y tenemos una sociedad mal educada, violenta; reacciona violentamente, con poco lenguaje y hay poca negociación. Hay poca capacidad para decir las cosas y aceptar que son bien o mal hechas, no tenemos esa capacidad, no está en la educación que hemos recibido en los últimos años”, indicó.
Los casos de parricidios han ocurrido, tanto en las zonas rurales, como en las urbanas, puntualizó el sociólogo.
Una de las características de los parricidas u homicidas, según la doctora Godoy, es la escaza, nula o ausencia de empatía.
“Alguien que es capaz de matar a su madre o a su padre tiene que tener escasos sentimientos de dolor o de sufrimiento, o tiene una alteración mental clara. En muchos casos porque se quieren quedar con la herencia o habría que ver si son personas con un historial de maltrato o de abuso por parte de los progenitores”, manifestó.
Por lo tanto, Godoy considera que se tiene que corroborar qué hay detrás de estas acciones. “Siempre hay una personalidad que está severamente alterada para que llegue hacer un parricidio. De hecho hay un estudio en temas de criminología, que es la ciencia que estudia este tipo de hechos”, argumentó.
La neuropsicóloga clínica insiste en que la familia o los padres tienen que ver con la conducta de un hijo que mata.
“Si vos tenés una tendencia y además creces en una familia donde hay formas incorrectas de relacionarse con el entorno, con la sociedad, eso es lo que se va a desarrollar”, sostiene.
La especialista indica que los factores sociales también tienen una gran influencia en ese problema. “Qué tipo de amigos han tenido estas personas, qué tipo de formación social y de educación han tenido, claro que, te digo que se da en todo tipo de estratos sociales; pero la educación de la familia también es determinante para que se pueda dar ese tipo de conductas”, asevera.
SEGUIMIENTO Y TRATAMIENTO CLÍNICO PERMANENTE
Pese a que los parricidas están detenidos y pagando su condena, la especialista en demencia considera que deberían de tener una vigilancia permanente, aunque esos sean delitos pocos frecuentes.
“Lo que pasa es que el impacto psicosocial de un parricidio tiene una gran conmoción social porque sentimos que allí hay un deterioro, porque por muy mal padre o madre que hayan sido con un hijo siempre hay un vínculo y una relación paterno oficial que hace que no se lleguen a esos niveles”, señala.
Ese tipo de asesinatos, aunque son poco frecuente, se han dado históricamente.
“Sí creo que es importante que se les dé no solamente vigilancia, si no que además esta gente necesita algún tipo de tratamiento psiquiátrico, pero permanente”, insiste Godoy.
REINCIDENTES
Según la doctora Godoy, los parricidas tienen una personalidad destruida y un perfil alterado, por lo tanto, ante la escasez de empatía, no se sabe si estas personas pueden ser reincidentes.
“O sea, con cualquier persona que interprete que le estorba, que le hace daño o que interprete que es un obstáculo para lograr algún objetivo…”.
El sociólogo Otero visualiza un aumento de la violencia en el país durante este tiempo de pandemia (covid-19) y crisis económica.
RECOMENDACIONES
Para erradicar la violencia, el sociólogo considera que la educación desde el nivel de preescolar debe contener un espacio que enseñe a negociar y a dialogar.
Con este punto coincide la especialista en demencia, Godoy, quien comenta que el perfil o la personalidad de personas con traumas, perturbadas o personas con gravedades psicopáticas se manifiesta desde que son niños.
“Hay un perfil en los chavalos que son agresivos, explosivos, coléricos, que fácilmente se encienden con cualquier reacción distorsionada, que no se les puede llevar la contraria. Ahí hay todo un perfil de trastorno antisociable que se manifiesta en los primeros años de vida y luego se va desarrollando y muchas veces la sociedad o la familia van normalizando esas conductas”, explica la doctora Godoy.
Otero recomienda que las iglesias, de cualquier tipo, deben enseñarles a sus feligreses, fieles o miembros a no practicar la violencia, si no la paciencia, la conversación y la tolerancia.
Otero advierte que el cambio de comportamiento no es inmediato, ya que todas las actitudes sociales toman entre dos a cuatro décadas para ver un cambio.
“Por ejemplo ¿quiénes son violentos en este país? El Gobierno; viola la ley, viola los impuestos; es un sistema de gobierno violento. Las relaciones patronal-obrero también son violentas; el patrón cree que tiene la razón siempre, y que los empleados son sus esclavos y deben oírles sus gritos y mal estado de ánimo y los empleados tienen actitudes violentas con el patrón, entonces aquí tenemos un serio problema de violencia con el que se debe terminar”.