Durante los últimos meses, la migración desde todas partes de las Américas hacia Estados Unidos se ha disparado.
Parar las olas migratorias depende en gran medida de que existan condiciones de seguridad, salud, educación o empleo en todos los países del continente.
También que el sector privado juegue un rol importante en la diversificación del empleo y de la economía local.
Ese esfuerzo, sin embargo, debe ir acompañado de la supervisión de organismos internacionales y multilaterales que estén dispuestos a apoyar cualquier estrategia, sin obviar el rol que juega la sociedad civil que también debe administrar correctamente los recursos en beneficio de la población.
Pero, detener las migraciones también depende de erradicar la corrupción en todas las esferas de las instituciones gubernamentales como la que existe en Venezuela, país suramericano que ahora mismo encabeza una de las peores olas migratorias de las Américas.
Venezolanos y la migración: el peligro que viven
«Lo único que queremos es llegar a nuestro destino, ya pasamos esa selva que es lo peor del mundo. Muchos quedaron en el camino, nosotros somos sobrevivientes del Darién», relató Wenderling Bejarano, venezolana de 32 años, que junto a su esposo Francisco Briceño, de 37 y sus dos hijos, de 10 y 6 años, emprendieron hace un mes la peligrosa ruta migratoria con rumbo a Estados Unidos.
«Con la experiencia después de haber pasado por ahí, la verdad yo no se lo deseo a nadie, porque, aun siendo una persona que haga mucho ejercicio, o que pueda estar fuerte físicamente, la mente te traiciona y te lleva hasta la muerte», compartió Bejarano con IP Nicaragua.
La familia Briceño Bejarano se refiere a los inminentes riesgos que atraviesan los migrantes sudamericano al adentrarse en el Tapón del Darién, la temida selva fronteriza de 575 mil hectáreas de extensión entre Colombia y Panamá, a la que sobrevivientes describen como el infierno.
Hoy estos venezolanos se encuentran en una de las calles del bulevar de la avenida central en San José, Costa Rica, junto a otras familias migrantes.
Se ubican estratégicamente en esa calle para pedir dinero que les ayudará completar sus pasajes y continuar su recorrido en busca del «sueño americano».
Esta familia de venezolanos espera reunir 150 dólares para llegar a Guatemala. Afirman que otros migrantes les han comentado que es más difícil obtener ayuda en países como Nicaragua, Honduras y El Salvador.
«El único país que nos ha brindado apoyo es Costa Rica, la gente es solidaria», señaló Briceño.
En Costa Rica «nos han ayudado económicamente, con alimento y ropa, pero además las personas nos dan aliento, oraciones. En Panamá te cobran todo, te tratan como animal, nos quitaron todo lo que teníamos, mientras que aquí la Policía más bien nos cuida. Eso deberían hacer los demás países —no nos vamos a quedar— nuestro destino es Estados Unidos», afirmó Bejarano.
David Dávila, de 29 años, es otro migrante venezolano, que junto a su familia y una bebé de un año, están en otro punto de la capital costarricense, donde este último mes han decidido hacer una parada para recoger dinero y poder seguir su destino a Estados Unidos.
«Solo queremos llegar a Estados Unidos, trabajar y ayudar a nuestra familia que dejamos en Venezuela. Que mis hijos puedan estudiar, jugar, hacer deporte y que se olviden de todo lo que hemos pasado», expresó.
«El pueblo en Venezuela se está muriendo de hambre»
Dávila reafirmó que «el camino ha sido difícil». «En la selva, duramos 10 días, una cosa súper difícil, pero dándole gracias a Dios que él tiene el control y él fue el que nos sacó», afirmó.
Los migrantes que salen de Venezuela tienen que llegar a Cali y moverse después a Necoclí, ambos municipios en Colombia y posteriormente cruzar a Capurgana, una aldea remota y libre de vehículos, donde para muchos empieza el terror y que los adentra a la selva del Darién.
Los que sobreviven continúan su paso por Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México hasta llegar a Estados Unidos a pie, en buses, camiones o consiguiendo un «aventón», por último lo que les alcance pagar el traslado.
«El pueblo en Venezuela se está muriendo de hambre, el gobierno (de Nicolás Maduro) puede decir lo que sea, pero estamos huyendo por la situación, no hay empleo, debido a eso la delincuencia a incrementado. Para que Venezuela cambie tienen que cambiar el gobierno», señaló Dávila.
Venezolanos coinciden que con migración, los niños sufren
Pese a que la familia Briceño Bejarano empezó su travesía hacia Estados Unidos hace un mes, cuentan que salieron de Venezuela desde 2018.
Vivieron estos últimos cuatro años en Colombia. «Salimos de nuestro país en busca de un futuro mejor para nuestros hijos. A pesar de que es arriesgado tomamos la decisión como familia y decidimos irnos por los niños», dijo Bejarano.
Anaika Villegas, de 25 años, junto a su esposo y dos hijas de 7 y 2 años, también tienen la esperanza de obtener dinero suficiente para continuar su viaje hacia Estados Unidos.
Cuenta que duró ocho días en la selva, y al llegar a Costa Ricas su hija menor presentó fiebres. «Fue picada por zancudos. Esto es muy duro por los niños, pero la gente en este país es muy generosa me han apoyado con las niñas», sostuvo Villegas.
Las familias venezolanas tienen que pagar a diario entre 7 y 12 mil colones para pasar la noche en algún hotel de la ciudad, es decir, entre 11 y 20 dólares. Aunque hay mucho que no logran recolectar el dinero y pasan la noche en las calles cubriéndose con mantas, plástico o cartón.
Bejarano coincidió por separado que en esta ruta migratoria, «los niños son los que más han sufrido».
Aseguró que sus hijos «han aguando hambre, lloraron y se le pelaron todos los pies. Mis hijos son guerreros, ellos nos han dado fuerza a nosotros y nosotros a ellos, ya pasamos lo peor, por eso solo pedimos a los demás países que nos dejen continuar», pidió.
Para los hombres es más difícil recibir apoyo
Hace mes y medio, Osmey Anaya, de 48 años, también emprendió su viaje hacia Estados Unidos, él optó por hacerlo solo y no arriesgar a su familia. «Los deje allá para que no pasaran lo que yo estoy viviendo», dijo.
Para ahorrar afirma que a veces se queda «en la calle bajo lluvia y frío».
«Para poder llegar al destino tenés que conseguir tres o cuatro mil dólares, así en familia, como están los demás, es difícil para ellos, en cambio yo con 800 o 700 dólares llegó a México. Estoy recogiendo poco a poco, la gente me da poco a mí porque soy hombre y estoy solo, prefieren apoyar más a las personas con niños», comentó.
EE.UU. y su plan migratorio para venezolanos
Los venezolanos recientemente se enteraron de la medida de Estados Unidos de cerrarles las fronteras, tras anunciar un plan ordenado de migración.
Tras conocer la medida anunciada por la administración de Joe Biden y en medio de la incertidumbre van a seguir hacia Estados Unidos.
El nuevo programa de Estados Unidos consiste en permitir el ingreso legal de 24,000 venezolanos apadrinados por individuos solventes en su territorio y busca desalentar la migración irregular en su frontera sur que ha aumentado a niveles históricos en los últimos años.
El número de personas refugiadas y migrantes de Venezuela en todo el mundo ha superado los 7,1 millones y el éxodo continúa ante la falta de solución a la crisis política en el país del sur.
La patrulla fronteriza de Estados Unidos registró que 50,499 venezolanos trataron de ingresar sin documentos a ese país, según el servicio de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés). Y en lo que va de este año 155,553 fueron retenidos revelando que la migración masiva continúa y sigue creciendo.
Arma de doble filo para venezolanos
La abogada Astrid Montealegre, experta en temas migratorios y supervisora de Nicaraguan American Human Rights Alliance (NAHRA), dijo que esta nueva política migratoria es un arma de doble filo en términos de beneficio para los venezolanos.
La política estadounidense permite que aquellos, que tienen familiares en los Estados Unidos eviten los riesgos que conlleva viajar indocumentados a través de toda Latinoamérica y Centroamérica, pero particularmente México que es el país más peligroso para una persona indocumentada.
«Esto le permite solicitar asilo humanitario sin necesidad de que estén en territorio estadounidense, pueden solicitar el asilo o la visa humanitaria desde su territorio estando en Venezuela, otro país y ya cuando tengan su solicitud aprobada van a poder ingresar a los Estados Unidos directamente por avión, sin necesidad de arriesgarse», aclaró la funcionaria de NAHRA.
Para Montealegre la medida es una gran desventaja para los venezolanos que se encuentran buscando asilo por razones humanitarias y no tienen a nadie en los Estados Unidos que los pueda recibir o apoyar, porque esta política lo que establece es que estas personas van a ser regresadas a México y no se le va a dar la oportunidad de presentar sus solicitudes de asilo», explica la abogada.
Según Montealegre esta contradice las leyes internacionales que establecen que una persona solicitante de asilo debería de tener la oportunidad de presentar su solicitud cuando se encuentre en el territorio de otro país.
Para la abogada experta en temas migratorios, la cantidad de 24 mil venezolanos no es congruente con la realidad que viven en su país.
«Esa cifra solo se refiere a los venezolanos que tienen a familiares que los pueden patrocinar, que los van a apoyar económicamente y sabemos que hay muchos venezolanos que requieren apoyo humanitario que no están en esa condición de tener a familiares que los puedan recibir en Estados Unidos», puntualizó Montealegre.
En el marco de la novena Cumbre de las Américas, los países participantes firmaron la “Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección».
Para aliviar la presión que generan esos flujos migratorios, los países firmantes se comprometieron a cambiar la forma en que las personas migran y asegurar las fronteras con políticas y prácticas de gestión de fronteras humanitarias para reducir la migración irregular.
Además ofrecen dar una respuesta de emergencia coordinada para una migración segura, ordenada y legal.