Redacción / IP Nicaragua
Mientras monseñor Rolando Álvarez cumple este jueves ocho días de encierro en la Curia Arzobispal de Matagalpa, el sacerdote Aníbal Manzanares, de la parroquia San José, ubicada en el municipio de Terrabona, fue advertido por la Policía Nacional que tiene prohibido realizar actividades fuera de la iglesia.
“Mis buenos amigos y hermanos, solamente notificarles que la Policía esta mañana me ha notificado que no tengo permiso para salir, no puedo salir a las calles, a procesiones, a actividades fuera del templo parroquial, así que creo que me están vigilando”, dijo Manzanares en un mensaje grabado el miércoles.
La comunidad eclesiástica de Terrabona, ubicada a unos 73 kilómetros al norte de Managua, pertenece a la Diócesis de Matagalpa, cuyo obispo Rolando Álvarez, cumple sigue sitiado por la Policía Nacional, que lo acusa de intentar organizar “grupos violentos”.
La denuncia de Manzanares, asesor de la pastoral juvenil de Álvarez, se hizo pública ocho días después de que el mismo sacerdote llamó a los católicos de Nicaragua, en especial a los jóvenes, a unirse en oración por las “persecuciones y todas esas cosas” que sufre la Iglesia.
“Le aclaro que la prohibición es solo para las procesiones y actividades fuera de la Iglesia”, afirmó Manzanares en declaraciones a La Prensa.
Monseñor Rolando Álvarez reaparece con nuevo mensaje
Por otro lado, monseñor Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa, reapareció este jueves oficiando una misa desde la Curia Episcopal de esa ciudad, donde se encuentra permanecen junto a otros diez laicos, tras el cerco policial impuesto por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.
En una transmisión en vivo desde la página de Facebook de la Diócesis de Matagalpa, el jerarca católico aseguró que, tanto sus acompañantes como él, se encuentran “bien de salud”.
“La vida de nosotros once que estamos en nuestra Curia Episcopal de Matagalpa, en el corazón que es la capilla de la Merced, donde está Jesús Sacramentado, nuestras once vidas están en las manos del Señor, estamos en las manos de Dios”, dijo el religioso.
El jerarca católico calificó el secuestro como un momento de “retiro en la presencia de Dios” y aseguró que todo concurre para el bien de los que aman al Señor. “Dice el apóstol San Pablo y nosotros estamos convencidos que todo ocurre para nuestro bien, porque Dios nos ama y nosotros le amamos”, expresó.
“Nos encontramos, gracias a Dios, bien de salud, viviendo en comunidad, en familia, rezando, celebrando la eucaristía, compartiendo entre nosotros, dialogando, con fuerza interior, con paz en nuestro corazón, con una alegría en la conciencia que solo puede suceder de Dios. Es una paz, fuerza y alegría sobrenatural”, añadió Álvarez, quien se ha convertido en uno de los líderes religiosos más perseguidos por el régimen.
“El odio destruye a una persona, porque la persona que odia no está en paz consigo misma, es una persona que anda un infierno en el corazón, una furia interna lo devora, porque el odio es un fuego maligno que destruye”, dijo al respecto Álvarez en su homilía.
Acoso policial contra Álvarez
Las acciones policiales contra Álvarez iniciaron el cuatro de agosto pasado, luego de que un grupo de policías, bajo órdenes del régimen le impidió la celebración de la misa ante lo cual el obispo salió a la calle orar con el Santísimo Sacramento en lo alto, y luego dio la espalda a los agentes para arrodillarse y clamar a Dios.
El cinco de agosto de 2022, la Policía informó que abrió un proceso investigativo en contra de Álvarez, supuestamente por “intentar organizar grupos violentos y ejecutar actos de odio en contra de la población”.
Según la Policía, el obispo como cabeza de las altas autoridades de la Iglesia Católica y “prevaliéndose de su condición de líderes religiosos, utilizando medios de comunicación y redes sociales están intentando organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población… con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.
Desde ese día se intensificó el asedio policial en la residencia de monseñor Álvarez y las calles cercanas a la Curia, las cuales se mantienen tomadas por decenas de agentes de la Dirección de Operaciones Especiales (DOEP) completamente armados. El sitio policial contra el obispo es dirigido por el comisionado Ramón Avellán.