La providencia estuvo del lado de aquel desconocido cantante y guitarrista, integrante de del trío Los Nícaros, que un día llegó a Radio Católica a cantar un par de canciones y se convirtió en Pancho Madrigal.
Orlando Valenzuela / IP Nicaragua
A partir de aquel día, del año 1962, de Los Nícaros no se supo nada más, pero el cantante y guitarrista se puso una cotona blanca de manta cruda, un par de caites, se echó al hombro una alforja y un calabazo con agua, luego se puso un machete a la cintura y agarró a pie el camino para El Galope, el pueblo imaginario de tierra adentro que creó Fabio Gadea Mantilla para el personaje principal de sus cuentos de Pancho Madrigal. Así comenzarían a ser interpretados por el desconocido artista: Otto de la Rocha.
“Yo estaba en la Radio católica de gerente general, mientras tenía mi programa de Pancho Madrigal en Radio Mundial”, recuerda Gadea Mantilla.
“Entonces se apareció ese trío, en el que andaba Otto, y cantaron bonito. Después platiqué yo con él y en la charla noté la chispa que tenía, la inteligencia, el talento que tenía y que no lo había descubierto él. Y como en ese tiempo el intérprete de Pancho Madrigal, que era Rodolfo Arana, Tío Popo, estaba enfermo y se fue a Estados Unidos a curarse, y se iba a tardar no sé cuánto tiempo, yo no hallaba a quien poner como intérprete de Pancho Madrigal”, cuenta Gadea.
- ¿Te gustaría ser el narrador de Pancho Madrigal, hablando como campesino?, le dijo de súbito Gadea.
Aquel hombre se puso pálido, recuerda el creador de Pancho Madrigal.
– Yo nunca he trabajado en eso y no sé, respondió Otto.
– Bueno, siempre hay una primera vez, vamos a probar, le propuso Gadea, y le entregó un libreto de Pancho Madrigal.
– Léeme esto, como una narración, con un tono de campesino, no del indio rematado, sino de un campesino más o menos medio preparado, que sabe leer, le orientó Gadea.
Otto leyó el primer párrafo, y desde ese momento Gadea supo “que era un fenómeno”.
“Y le digo: Hombre, vos vas a ser ¿Te gustaría ser Pancho Madrigal?”.
Don Fabio recuerda que el Tío Popo tenía una voz bien grave mientras que Otto tenía una voz aguda y por eso era un contraste ponerlo como Pancho Madrigal. Entonces inventó que Pancho Madrigal andaba en una gira y que el hijo de Pancho iba a contar los cuentos. Entonces comenzó y desde el primer día fue un éxito.
En la Radio Mundial grababan los lunes a las cinco de la tarde todos los programas de la semana, hasta que un grupo de locutores entre ellos Gadea, fundaron Radio Corporación, en 1956, donde también se fue a trabajar Otto de la Rocha.
En Radio Corporación, don Fabio le dio un espacio a Otto para que hiciera un programa propio y así él hizo el programa de El Indio Filomeno, que logró buen suceso.
“Otto trabajó 20 años con nosotros, hizo una carrera buena allí, hasta que llegó la revolución y me dijo que sus hijas agarraron el rifle y que tenía compromisos. Que ellas le habían pedido que se fuera al lado sandinista y bueno pues, se tuvo que ir. Y me dijo: ‘Habla con Bayardo Arce, a ver si me da permiso de venir a hacer Pancho Madrigal’, y me fui allá (donde Bayardo Arce) y ni siquiera me recibió Bayardo. Me recibió Chuno Blandón y me dice: ‘¡No hombre, es que vos sos de derecha, ahorita estuvieras transmitiendo la cumbre del Movimiento de los No Alineados en Cuba!’. ¡No jodas!, le digo, te gustaría, no hombre, no, no, le digo, voy a buscar otro y me fui, pero nosotros, Otto y yo, seguimos siendo amigos, toda la vida fuimos amigos”, confió don Fabio.
La famosa canción que da entrada a los cuentos de Pancho Madrigal la compuso Otto de la Rocha, pero el personaje de Aniceto, que era de Pancho Madrigal, se lo llevó para otra radio, donde tuvo mucho éxito. “Como él le daba una gracia especial, sin él no tenía sentido Aniceto. Pero nunca le dije nada yo porque se llevó el personaje, ni él me dijo nada porque yo usara la canción que me había hecho para el programa de Pancho Madrigal, que todavía se está pasando”, reveló Gadea Mantilla.
“Entre el follaje de la montaña
con su guitarra y su calabazo
y entre la bruma del cafetal
viene Pancho Madrigal”.
“Hay viene alegre por el camino
contando cuentos de campesino
y entre la brisa del chaguital
viene Pancho Madrigal”.
Travesuras de Otto
Durante su larga amistad, de casi 60 años, el creador de Pancho Madrigal cuenta que una vez fueron a Jalapa, en Nueva Segovia, a cumplir un compromiso artístico donde unas monjas, y en el camino se detuvieron en una finca de unos primos de don Fabio.
“En ese momento, Otto se hizo el bolo, el picado de mentira, porque no estaba borracho y Heriberto empieza a ponerse nervioso, porque aquel hombre, que es la estrella del programa que va a Jalapa está borracho, y Otto hacía el papel de borracho perfecto. Toda la tarde paso jocoteando al pobre de Heriberto, que también cantaba. Así llegamos a Jalapa y Otto siempre fingiéndose el borracho. Yo sabía que se hacía el bolo, pero no decía nada. La cosa es que empezó el programa. Heriberto comenzó a cantar tangos y cuando terminó, salió Otto con su guitarra y dio una gran sorpresa a Heriberto, porque saludó al público normalmente y canto varias canciones perfectamente. Fue una tarde en que Heriberto sufrió mucho y Otto y todos nosotros gozando con la zanganada que estaba haciendo, pero así era él”, recuerda.
La última vez que don Fabio Gadea vio al famoso cantautor y amigo Otto de la Rocha y platicó con él fue hace cuatro meses.
“Fui a verlo a su casa, estuvimos platicando mucho, solo hablamos de lo que hicimos en el pasado, de los recuerdos que teníamos de la vieja Radio Corporación, antes del terremoto, y todas esas cosas. Yo siempre lo quise, fue uno de mis mejores amigos, siempre fuimos grandes amigos, grandes amigos”, expresa Gadea Mantilla, descubridor de esa gran luminaria de la radio, que recientemente falleció.
Otto Benjamín de la Rocha López, además de ser un excelente actor radial, también se destacó como cantautor y compositor de grandes éxitos, que hoy forman parte del folklore musical de Nicaragua. Pero lo que más le impulsó en su carrera artística fue su versatilidad y picardía para interpretar al siempre pícaro Aniceto Prieto.
Foto portada: El Nuevo Diario.