Redacción / IP Nicaragua
Cinco nicaragüenses que iban en busca del «sueño americano» fallecieron en un periodo de cuatro días y ocho se encuentren en manos de carteles mexicanos que piden dinero a cambio de su liberación.
“Este lamentable recuento sólo es indicador de que la crisis que ha generado la dictadura en el país, ha escalado a niveles insospechados”, advirtió la activista de derechos humanos Haydeé Castillo.
Justina Gutiérrez sufre en su casa de Jinotega la incertidumbre de no saber si volverá a ver a dos de sus hijos vivos.
- Puedes leer: «Migramos para vivir, la vida de las nicas importa», la primera campaña digital del colectiva feminista Volcánicas
“No sé si podré oír otra vez la voz de mis nietas”, señaló Gutiérrez.
Han pasado diez días desde que supo que seis de los miembros de su familia están en manos de narcos que piden 30 mil dólares para dejarlos ir.
En Diriamba, Luz Marina Andino vive una situación similar y tampoco ha dejado de llorar por su hija también secuestrada.
Una voz desesperada se oye en un audio pedirle que busque el dinero para el rescate.
“Por favor no nos deje morir”, suplica un hombre quebrantado. Es su yerno, David Pérez Cruz, también originario de Diriamba. Por el matrimonio, la banda criminal pide 15 mil dólares.
- Sigue leyendo: Migrar para encontrar la muerte: el drama de muchos nicaragüenses que salieron en busca de oportunidades
En la comunidad Ocote Tuma, del municipio de Waslala, en la Región Autónoma Costa Caribe Norte de Nicaragua, lloran todavía la muerte de una joven que salió de Nicaragua en busca de hacer realidad el sueño americano.
La joven estaba embarazada, ella y su bebé perecieron en la travesía hacia Estados Unidos.
Situación de nicas es alarmante
Para Castillo es alarmante conocer la cantidad de nicaragüenses que quieren dejar el país agobiados por la falta de empleo, los altos costos de la vida y la represión del régimen.
“Hay mucha desesperanza en las familias y cada vez son más los que quieren irse”, señaló Castillo.
En el año 2021, el Servicio de Aduana y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP por sus siglas en inglés) reportó que, de enero a diciembre de ese año, fueron detenidos 87 mil 500 nicaragüenses intentando ingresar de forma ilegal a ese país por la frontera con México.
La organización explicó que los números más altos se registraron en los meses de julio cuando capturaron a 13,509 nacionales.
En noviembre reportaron a 13,679 nicaragüenses detenidos y diciembre que fue el más alto con 15,334.
“En la segunda mitad del año pasado, se comenzó a sentir más los efectos de la crisis económica, fue un año de alzas de precios con salarios congelados desde hace cuatro años”, explicó un economista que pide no ser identificado por temor a represalias.
Solo en enero, por ejemplo, la cantidad de nicaragüenses ilegales interceptados fue de 11,630, según los reportes de las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM).
Un final trágico para muchos
Hace cinco años Clorinda Alarcón dejó el colegio a medio terminar. Estaba en tercer año de secundaria y ya le era difícil continuar. En su casa hubo días en que debió irse sin merienda, porque el dinero escaseaba.
Al ser la menor de seis hermanos, todos en casa la consideraban la más pequeña y a quien debían cuidar.
Quienes la recuerdan lo hacen de la mejor manera. “Reía mucho y era fácil de amistarse (hacerse amigos) con medio mundo”, dice una de sus parientes.
Nadie imaginó un final trágico para ella. Clorinda no pudo reponerse a las secuelas de viajar en condiciones inhumanas en un trailer sin ventilación junto a otros 46 nicaragüenses.
Los reportes indican que los nacionales estuvieron expuestos largas horas a una sensación térmica de hasta 40 grados centígrados. A Clorinda y a sus acompañantes los abandonaron encerrados en una carretera de la ciudad de Monclova, Coahuila, al norte de México.
Cuando los patrulleros mexicanos los rescataron estaban seriamente afectados. La joven, que se encontraba embarazada, murió horas después en un hospital a donde fue llevada.
“Ella confiaba en que todo saldría bien, era una mujer valiente y de mucha fe”, dice un familiar.
Días después de su deceso, el martes 08 de marzo, otro tripulante del tráiler, Jaime Moreno Mendoza, de 39 años, también falleció por las secuelas del viaje.
En esa misma semana se reportaron dos muertes más. Una niña de 4 años se le soltó a su madre cuando cruzaban el río Bravo. Fue arrastrada y su cuerpo fue hallado sin vida días después.
Angélica Mendoza, su madre, estaba inconsolable. “Llegué aquí (Estados Unidos) pero perdí lo más valioso, perdí a mi hija”, dijo a una estación local en ese país.
A la nicaragüense Neyling Rizo Gutiérrez de 26 años, solo le hacía falta una cosa para sentirse completa. Había sido una buena hija y logró obtener su carrera de mercadóloga, pero a su esposo no lo había visto en cuatro años. Pidió visa estadounidense dos veces para ir a verlo y las dos veces se la negaron.
Como no hallaba empleos y no creía que a la tercera vencería, decidió intentarlo de forma ilegal. El miércoles 09 de marzo, pereció ahogada en las aguas del Río Bravo.
Una tragedia tras otra
Castillo dice que hay un «alto nivel desesperación de las familias nicaragüenses» por encontrar oportunidades que su país de origen no les está ofreciendo.
“Está claro que ya no pueden sobrevivir en Nicaragua y están apostándolo todo, hasta la vida por huir”, señaló la defensora de derechos humanos.
Agrega que las tragedias, secuestros y muertes, no llegan solas. “Hemos sabido de familias que venden o hipotecan lo poco que tienen para emprender un viaje que no es seguro”, señaló Castillo.
Doña Justina sabe de lo que habla Castillo. Ella dijo que para financiar el viaje a sus hijos se vio obligada a prestar dinero sobre su vivienda ubicada en la Villa Norte, de Jinotega.
“Las cosas solo han empeorado”, dice doña Justina que asegura es la fecha y ni logran juntar todo el dinero que están pidiendo los secuestradores.