Redacción / IP Nicaragua
En 2018, Karla Patricia Ríos, de 30 años, perdió su empleo y pensó: «Nunca más me vuelven a correr de un trabajo». En un contexto de crisis sociopolítica las posibilidades de conseguir otra contratación eran nulas y pese a la situación del país logró emplearse por un periodo de cinco meses.
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En su nuevo puesto laboral, Karla Patricia vio con claridad todo lo «que venía» para los nicaragüenses en el convulso contexto que vivía el país, por lo que tomó la decisión de emigrar con destino a España. Además tenía metas personales y anhelaba mejorar sus ingresos económicos para poder «ahorrar», por lo que alistó sus maletas.
Comprar el boleto fue lo más difícil, debido a que las aerolíneas no querían vendérselo alegando que iría a quedarse a España, pero logró superar el incidente y en noviembre de ese mismo año abordó el avión que la llevaría a su destino. Un vuelo que duraría más de 18 horas.
Al llegar a España lo primero que hizo fue buscar un empleo como trabajadora del hogar, pensando que garantizaría un techo donde vivir, pero no tuvo éxito y se empleó en una cafetería. Para Karla Patricia, aún teniendo un empleo, las condiciones eran precarias.
«Cuando no tenés documentación solo te dan trabajos precarios (…) Yo busqué trabajo en un hogar que es cuidando adultos o niños, pero nunca encontré. Cuando vine encontré un trabajo en una cafetería, pero ganaba 300 euros y con eso no hacía nada, solo la habitación donde vivía costaba 250 (euros) más mi comida y mandaba (dinero) a Nicaragua», afirmó Karla Patricia.
La migración ocurre cuando una persona deja su lugar de residencia para establecerse temporal o definitivamente en otro país o región.
Las personas migran para escapar de la pobreza, para mejorar sus medios de vida y oportunidades, pero no encontrar estabilidad en otro país no es fácil. Karla Patricia recuerda que a su llegada a España aguantó hambre y frío.
«En Nicaragua es verdad que era pobre, sigo siendo pobre aquí, pero yo nunca aguanté hambre (en mi país). Yo (en España) aguanté hambre y frío y eso es lo más duro, tuve que acostarme varias noches con el estómago vacío, muerta de frío, porque el cuarto que alquilaba era un ático, entraba gateando, dormía en un colchón y no tenía calefacción y con mi primer salario lo que hice fue comprarme una colcha», recordó Karla Patricia.
Desde 2018 unos 108,000 nicaragüenses se vieron forzados a salir del país por la situación sociopolítica que vive Nicaragua desde la «Rebelión de Abril», según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), y Costa Rica ha sido destino histórico.
No solo los perseguidos por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo se han visto obligados a salir del país.
Entre 2018 y 2020, se perdieron empresas, puestos de trabajos y posiblemente la productividad se redujo.
De acuerdo a los datos del Banco Central de Nicaragua (BCN) hasta el mes de agosto de 2021 había 758,837 afiliados al Seguro Social, mientras que al cierre de 2017 se contabilizaban 914,196 cotizantes.
«La actividad económica del 2021 no logra recuperar los 155,359 empleos que se perdieron durante los tres años de recesión (…) El rebote económico del 2021 se verá socorrido por las estadísticas, pero no será suficiente para recuperar lo perdido», señaló en un análisis el sociólogo y economista Oscar René Vargas.
Vargas insiste en su análisis que la recuperación de plazas formales en el 2021 se sitúa en 35,631 empleos. «Lo que ha crecido es la informalidad como producto de la necesidad que tienen muchos sectores para tratar de sobrevivir. Para hablar de un crecimiento económico real será cuando los empleos formales sean mayores al nivel alcanzado en el 2017», explicó el sociólogo y economista.
Esa falta de empleo ha llevado a profesionales de todas las áreas a migrar a otro país como España, Costa Rica, Panamá y Estados Unidos.
«Aquí en España yo conozco a un montón de gente que tiene diez, quince años, y que están trabajando cuidando personas (…) La mayoría de la gente que migró a partir de 2018 y que está radicada aquí es gente profesional doctores, sicólogas, administrativos, de todo, del perfil que me preguntes, de ese perfil hay de profesionales», manifestó Karla Patricia.
La socióloga Maryce Mejía explicó a IP Nicaragua que la «situación insostenible de desempleo» está obligando a los nicaragüenses a dejar su país.
«Estamos ante un flujo migratorio de gran escala, una crisis migratoria que es como una acción de escape para salir del país, debido a la situación insostenible de desempleo, pobreza extrema, hambre, persecución política, violencia de género en el caso de las mujeres que salen huyendo por amenazas de muerte con el objetivo de salvaguardar la vida, violencia estatal, es decir, múltiples vulnerabilidades que están poniendo en juego la vida», explicó Mejía.
Según el Informe sobre las migraciones en el mundo 2020 de la OIM a junio de 2019 se estimaba que el número de migrantes internacionales era de casi 272 millones en todo el mundo, 51 millones más que en 2010. Casi dos tercios eran migrantes laborales.
Mejía lamenta que ningún gobierno en el mundo esté tan «sensibilizado» para enfrentar los flujos migratorios.
«Ningún país está sensibilizado y preparado para esto. Esto no es solamente una situación de los nicaragüenses, sino que hemos visto ejemplos de otros países como Venezuela, Honduras, Guatemala, donde la gente siente esta necesidad de sentir seguridad, sentir protección, de mejorar sus condiciones de vida, principalmente económica», mencionó Mejía.
En noviembre próximo, Karla Patricia cumplirá tres años desde que se fue a España, un país que le ha abierto las puertas para el trabajo, cuya remuneración económica sirve para ayudar a sus padres que están en Nicaragua y cumplir con su cometido de ahorrar.
La joven de 30 años lamenta que profesionales como ella tengan que salir del país para poder mejorar sus ingresos y encontrar la estabilidad económica que Nicaragua no les ofrece.
«Es lamentable, es triste, porque la mayoría de la gente, la gente que conozco y son profesionales es gente que le costó mucho estudiar, desarrollarse y estaban trabajando en su área, y lo peor es que somos jóvenes. Yo aquí veo que a Nicaragua le costó dinero formarnos a nosotros, a nuestras familias y para este país (España) lo que está regalando Nicaragua es mano de obra barata, juventud y formación y eso se traduce en menos productividad para Nicaragua», señaló Karla Patricia.
¿Cómo podemos hacer para evitar la migración?
Los países están en la obligación de promover la estabilidad económica para sus conciudadanos, la educación y las oportunidades de empleo son factores claves para evitar la migración forzosa.
Lo anterior permitiría a las personas decidir entre quedarse o emigrar a otro país. «Es algo difícil que los gobiernos y los Estados no están viendo, como país se debería de pensar en esta situación donde los jóvenes principalmente, personas económicamente activas se están yendo fuera del país, su mano, su inteligencia y capacidades se está perdiendo», advirtió Mejía.
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