Educación Inclusiva: Una tarea pendiente para lograr la igualdad de oportunidades

Dos madres cuentan su experiencia y un experto señala al menos tres barreras que hay que vencer en el camino.

Redacción / IP Nicaragua

Victoria Hernández Ramos cumplirá 10 años en septiembre próximo. Antes de que cumpliera un año le diagnosticaron retraso en el desarrollo psicomotor.

El daño del sistema nervioso central es la base del trastorno en los niños que son diagnosticados con retraso psicomotor y suele producirse por problemas surgidos durante el embarazo o en el parto.

Su mamá, Jenifer de los Ángeles Ramos, de 34 años, pensó que la niña nunca podría caminar, al menos eso fue lo que dijo el primer médico que evaluó a Victoria.

Una vez con el diagnóstico, Ramos llevó a la niña al Hospital Infantil Manuel de Jesús Rivera “La Mascota”, donde recibió terapia.

No fue lo suficiente, la terapia continuó en su casa de habitación, pero asistida por su mamá.

“Eso me habían dicho que no iba a poder caminar, pero logró caminar y ahora es una niña que juega con su hermanita y corre por todo el patio, anda en bicicleta. Lo único que ella no habla muy bien, cuesta entenderle en algunas cosas”, menciona Ramos.

Cuando Victoria cumplió seis años su mamá se encontró en la disyuntiva de mandarla o no al colegio. “Tenía miedo que se burlaran de ella”, reconoce Ramos.

En la actualidad la niña asiste a un colegio público ubicado en La Borgoña, una comarca del municipio de Ticuantepe, ubicado en las afueras del casco urbano de Managua.

La niña no asiste regularmente a clase como el resto de estudiantes, va dos o tres veces a la semana.

“A veces no la mando, a veces me dan ganas de no seguirla mandando al colegio, porque veo que no hace nada, solo raya el cuaderno y cuando está en el colegio se sale a cada rato del aula. Cuando la llevo a clases, yo me voy con ella desde las siete de la mañana y me quedo ahí hasta la hora de la salida”, explica Ramos.

Una dura realidad

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), una agencia de la Organización de las Naciones Unidas, trabaja para garantizar que todos los niños asistan a la escuela, que se matriculen a tiempo y reciban una educación de calidad.

La mayoría de niños con discapacidad no cuentan con el acceso a una educación especial en Nicaragua.

Unicef recuerda que el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 exige una educación “inclusiva, equitativa y de calidad” para promover las oportunidades de aprendizaje para todos los niños de aquí a 2030.

No obstante, muchos niños y niñas con discapacidad no van a la escuela, debido a prejuicios, estigmatización o por falta de material didáctico accesible o condiciones de infraestructura, particularmente en los centros públicos.

Muchos de los niños que se han incorporado al sistema educativo no reciben una educación de calidad.

En el escenario actual, a la mente de Ramos vienen interrogantes.

“¿Será que los maestros están preparados para atender a estos niños? En el aula hay casi 40 niños, y, por eso, yo a veces quiero mejor pagarle una profesora que le enseñe aquí en la casa, pero cuánto me va a cobrar. No puedo, porque solo el papá trabaja y mi hijo que dejó tercer año de secundaria para ir a trabajar con el papá”, relata Ramos.

Educación especial incluyente

De acuerdo con el Ministerio de Educación (Mined), en los últimos años se ha tratado de avanzar en estrategias que garanticen el acceso de miles de niños y adolescentes a un sistema de educación inclusivo en Nicaragua.

Además de desarrollar programas que cuentan con la participación de docentes, asesores pedagógicos, funcionarios del Mined y padres de familias.

La educación especial e incluyente, según el sitio web del Mined, es una “modalidad educativa que se caracteriza por ser integral, y ofrece un conjunto de estrategias, recursos especializados y servicios escolarizados y de apoyo que se pone a disposición de los diferentes programas educativos” para que todos los estudiantes, incluidos los que presentan discapacidad, logren acceder a la educación.

Al respecto, Karen Murillo, de 42 años, maestra de primaria y madre de una adolescente de 16 años que padece de mudez, y que cursa el quinto año de secundaria en un colegio público, asegura que su hija ha recibido una educación de calidad que le ha permitido integrarse y desarrollarse de forma normal en la escuela y la sociedad.

Murillo comentó que la discapacidad de hablar de su hija aparentemente se originó tras la pérdida auditiva, ocasionada por una caída cuando solo tenía entre seis y siete meses de edad.

“Ella nació bien, pero a los seis, siete meses se le cayó a mi hermana del lavandero cuando la estaba bañando, sangró un poco de los oídos, la llevamos al hospital, la atendieron bien. Luego veíamos que mucho lloraba, ya no hacía caso cuando le hablábamos, y luego los doctores le hicieron exámenes y se dieron cuenta que iba perdiendo poco a poco la escucha, pero me dijeron que se podía recuperar porque fue a causa de un trastorno, si la tratábamos y dábamos seguimiento”, cuenta Murillo.

Desde temprana edad la hija de Murillo formó parte de diferentes programas de ayuda y educación que ejecutaban varios organismos no gubernamentales en el país, que ayudaban a niños y adolescentes con capacidades diferentes, pero, “cuando la metimos a estudiar en el centro donde yo trabajo, yo le ayudaba con el lenguaje de seña, los otros profesores ya sabían su condición y también trataban de aprender para hablarle a ella, sus compañeros también, porque ella escribe y todo, incluso escucha dependiendo los sonidos, si son fuertes”, expresa.

“Y en los últimos años, en las escuelas se ha incluido programas donde capacitan a los maestros para atender a niños así, especiales y que no se sientan discriminados, también hay maestros de enseñan a través del leguaje de seña, ya está en quinto año, ella estudia, lee y se expresa normal. Nunca ha estudiado en una escuela especial, y no porque no hay, porque sé que hay muchas, sino porque yo he preferido tenerla cerca donde yo trabajo, y así cuidarla yo. Aunque si hemos tenido apoyo de organismos que no son del Estado para que ella mejore, nos han apoyado con equipos, medicinas, cursos, cosas así”, agrega Murillo.

Escuelas públicas especiales

Según el sitio web del Mined, existen 25 escuelas públicas de Educación Especial, ubicadas en los municipios de Managua, San Marcos, Jinotepe, Diriamba, Comunidad Nuevo Amanecer (Diriamba), Masaya, Granada, Rivas, León, La Paz Centro, Chinandega, El Viejo, Corinto, Boaco, Juigalpa, Matagalpa, Jinotega, Estelí, La Trinidad, Condega, Ocotal, Somoto, Bluefields y Bilwi.

Asimismo, señalan que “en las escuelas de educación especial se ofertan las modalidades educativas de preescolar y primaria y los programas de Educación Temprana e Inclusión Socio Laboral con adecuaciones curriculares que son más significativas en el caso de la atención a niños y niñas con discapacidad intelectual”.

De igual manera “se brinda educación laboral, la cual inicia a partir de los 12 años y se desarrolla a través de Aulas Talleres”, indican.

Algunos programas

En el sitio web del Mined, también explican en qué consisten al menos tres programas de atención educativa especial.

El programa denominado Educación Temprana es un modelo de atención comunitaria y brinda atención a los niños y niñas de 0 a 4 años con discapacidad o de alto riesgo. Según el Mined, se trabaja fundamentalmente con la familia, con el fin de facilitar sus procesos de desarrollo y la transición del hogar al preescolar.

El segundo programa llamado Inclusión Socio Laboral promueve la independencia y la adaptación de los estudiantes en los ambientes de la vida y del trabajo integrándolos a puestos de trabajo detectados en su comunidad, con el objetivo de contribuir a la mejora de la calidad de vida, una vez que egresan de las escuelas de educación especial.

Por último, el de Aulas Integradas es una oferta educativa que funcionan en los municipios donde no existen escuelas de educación especial, están ubicadas en escuelas de educación primaria.

Programa inclusión educativa

Según el Mined, este programa tiene como objetivo asegurar la inclusión de estudiantes con necesidades educativas asociados o no a discapacidad, en las escuelas de educación regular, para el fortalecimiento de la Educación Incluyente.

“Se cuenta con docentes de inclusión educativa, quienes orientan a la comunidad educativa en el proceso de inclusión”, señalan.

Además, han creado, Centros de Recursos Educativos para Atender a la Diversidad (Cread), que fueron creados en 2009 y actualmente están ubicados en las ocho Escuelas Normales del país.

Dentro de las funciones de Cread está fortalecer a los centros educativos que implementan prácticas de Educación Incluyente, brindar a los docentes servicios de información, asesoría y acompañamiento, capacitación y elaboración de material didáctico”.

Mientras que el Centro de Recursos Educativos para Ciegos (Creci), ubicado en la sede central del Mined, “se adapta y se reproducen materiales educativos en braille, relieve y sonoro”.

Barreras en el camino ¿Cómo resolverlas?

Barrera #1: La inclusión

La primera gran barrera que cualquier estudiante con discapacidad en Nicaragua puede enfrentar es que los métodos aplicados por los docentes no tomen en cuenta el debido proceso de inclusión de los estudiantes con diversos tipos de discapacidades, asegura el especialista en temas educativos Alejandro Bonilla.

Según Bonilla, para empezar a solucionar esta problemática, el Estado nicaragüense debería adoptar en sus diferentes sistemas educativos, “políticas públicas encaminadas a resolver esta falta de inclusión” y que garanticen el acceso a la educación de las personas con discapacidad.

Barrera #2: La actitud de los docentes

Uno de los principales problemas que pueden enfrentar los estudiantes con discapacidad en cualquier nivel educativo, tiene que ver con la actitud negativa que tienen algunos profesores ante este tipo de condiciones.

Y esto se relaciona a una falta de información dentro del ámbito educativo con respecto a las diversas discapacidades, pues muchos de los profesores tienden a no ver las necesidades o realidades de sus estudiantes porque las desconocen.

Para superar este problema, según Bonilla, debe ser vital un programa que “fomente la formación sistemática del docente, donde resultará vital fortalecer valores como el respeto, la solidaridad, la tolerancia”, entre otros.

Barrera #3: El vacío legal

Aunque en Nicaragua existe la Ley No. 763: Ley de Derechos de las Personas con Discapacidad (aprobada el 13 de abril de 2011), en la práctica esta ley no es aplicada en ningún aula de clases ni centro de trabajo, lo que se convierte en un vacío legal.

Para poder contrarrestar este problema, cada familia con personas discapacitadas debe tomar en cuenta estudiar o conocer sobre cada una de las leyes, normativas y derechos que tienen las personas con discapacidad.

De esta forma, según Bonilla, se puede al menos “tratar de evitar que tales derechos sean violados o al menos servirá para empezar a usarlas como defensa y exigir su cumplimiento”.