La cultura funeraria del pueblo creole en el Caribe de Nicaragua

La muerte de un creole en Bluefields es todo un acontecimiento. El velorio tardar hasta diez días y no importa cuánto dure, a los asistentes los reciben con comidas y bebidas propias de la ocasión.

Aunque los pueblos antiguos van perdiendo sus tradiciones frente a la modernidad, en esta zona del país, las comunidades luchan para que las viejas costumbres no desaparezcan.

Para una familia de esta etnia del Caribe nicaragüense, la partida de un ser querido es una pérdida, igual que lo es para cualquier familia, pero la despedida es necesariamente para ellos, un acto distinto.

Explican que debe entenderse como un acto de la vida que todos afrontan con agradecimiento, “porque el ser que ha llegado a su fin en esta tierra, ha hecho su camino en ella a como debe ser”.

Por eso hay velorios que llegan a durar varios días y la comunidad forma parte del acontecimiento. Se ofrecen alimentos a los presentes y se procuran sean unas verdaderas honras fúnebres, un acto elegante y muy emocional en el que la comunidad y su expresión de solidaridad a la familia, es fundamental.

Bluefields es la principal ciudad de la Costa Caribe Sur, donde predomina la comunidad afrodescendiente, una zona del país que mantiene su riqueza cultural intacta y que aporta a la diversidad multicultural de la nación, a través de tradiciones y costumbres particulares que sobreviven desde la colonización inglesa que vivió el territorio.

Los “Set Up”

Cuando fallece una persona creole, la comunidad suele cumplir con riguroso protocolo que ellos conocen como “Set Up”. Consiste en velorios de más de dos días, previos a los funerales en el que familiares y amistades tienen una destacada participación.

“Para nosotros un muerto es algo muy especial, el deceso es un acto especial de la vida, por lo tanto los actos de despedida se hacen con mucha elegancia, con mucha gracia, porque no es el fin de una vida, es una vida que ha llegado a su fin”, comenta el educador William Salomón, miembro activo del Coro de la Anglican Church de Bluefields.

Salomón señala que cuando fallece un miembro de la comunidad étnica se celebran velorios que pueden durar tres y hasta diez días, según la decisión de la familia.

Cuando el velorio dura varios días, además de preparar el cuerpo lo conservan utilizando hielo. Por día, las horas del velatorio pueden durar desde seis horas a más y la familia suele repartir comida entre los asistentes.

El costeño explica que los alimentos de un velorio creole son también especiales. “Son como propios de una ocasión como esta”, dice.

Explica que el pan, por ejemplo, es uno especial elaborado para este acontecimiento, el que se sirve para acompañarse con bebidas como té de jengibre o Yinyanbier, chocolate con leche y café.

La comida de los “set up”

Cada día del velorio, los asistentes comen de los alimentos que la familia doliente les ofrece. Tanto servirlos, como consumirlos es una forma de rendirle homenaje al fallecido.

La familia doliente puede ofrecer a los asistentes alimentos como pescado, pollo, tortuga o cerdo, sopa y arroz con camarones entre los platos más comunes. “La comida es variada y en mucha abundancia. La familia se preocupa de que haya para todos”, contó Salomón.

“Esta tradición de servir comida es por la amistad, porque la amistad no solo se demuestra con un abrazo, un beso o un cariño, para nosotros la amistad se aprecia con la comida”, señaló el costeño.

El día del funeral

Para el funeral, el fallecido es vestido con su mejor ropa. Ese día es colocado en su ataúd y se realizan tres cantos. Con anticipación, la familia invita a sus amistades y a toda la comunidad y les ha hecho saber que previo a su entierro habrán servicios religiosos, según la fe que profesen.

La comunidad creole profesa religiones vinculadas a la influencia inglesa como la morava, anglicana, adventista o bautista.

El acto religioso puede durar unas 3 o 4 horas y después sale el cortejo fúnebre en dirección al cementerio.

La marcha la encabeza el reverendo de la congregación religiosa acompañados de un grupo de notables, ministros de la iglesia y la familia más cercana.

Los asistentes al funeral suelen ir vestidos muy elegantes, usando piezas de colores blanco, negro, lila, plomo oscuro y celeste. “Son colores del luto según nuestras tradiciones”, dice Salomón, quien agrega que al llegar al cementerio se realiza un último acto de despedida antes de dejarlo en su última morada.

Las familias creoles no repararían en gastos para las honras fúnebres de sus parientes. Entre más recursos tiene la familia más invierten en estos actos de despedida.

Es parte de la creencia que no pueden ser enterrados en un lugares que no son las tierras de sus ancestros de tal forma que si unos de ellos muere fuera del país, los parientes hacen de todo para repatriar sus restos.

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