Guillermo Barraza, desde muy niño supo de su pasión por la pintura y el arte

Redacción / IP Nicaragua

En su niñez, el pintor Guillermo Barraza ayudaba a su padre en los trabajos que realizaba en un modesto taller de zapatería que tenía en su hogar en el barrio La Otra Banda de la ciudad de Granada.

Su progenitor no deseaba que su hijo continuará su legado, por el contrario lo motivaba a estudiar una carrera profesional como medicina, para tener en su vida un futuro prometedor, pero él ya tenía trazado en su mente ser un destacado pintor.

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“Apenas alcancé el primer año de secundaria, porque no entraba a recibir clases, el dinero que mis padres me entregaban para el colegio lo utilizaba en la compra de materiales para poder pintar, cuando mi papá se enteró de mi acción se sintió decepcionado, porque decía que del arte no iba a sobrevivir en la vida”, cuenta Barraza.

El pintor Guillermo Barraza siendo un adolescente supo que tenía afinidad por las artes.

Su papá Juan Ramón Barraza falleció de cáncer cuando Guillermo, que era el menor de sus seis hijos, tenía 13 años.

En ese momento ya había aceptado respetar la carrera que había elegido y en sus últimos días terminó valorando cada uno de sus trabajos artísticos.

En Casa de los Tres Mundos afina su arte

Cuando era adolescente tuvo la oportunidad de participar en los cursos que se impartían en Fundación Casa de los Tres Mundos de Granada.

Ahí entró con gran entusiasmo por su pasión a la pintura, arte que describe como algo intrínseco porque dentro de su familia no desciende de artistas.

“Al entrar a la Casa de los Tres Mundos logré afinarme en técnicas y en colores. Al instante me identifiqué y familiaricé como artista en este lugar, en la actualidad, a mis 44 años, vivo una etapa de felicidad porque hago lo que más quiero que es pintar” expresa el artista.

Desde la primera vez que llegó cargado de sueños a los salones de esta casa antigua de Granada, pasó la mayor parte del tiempo plasmando con un bolígrafo en un papel o cartón sus ideas.

Pintaba sus obras inspirado en la evolución de la vida, en la fecundidad con la tendencia en lo abstracto y figurativo, donde disfruta de la conexión de cada una de ellas.

En uno de sus cuadros pinta miradas de asombro, donde vaticina los tiempos que se viven en la actualidad, como la destrucción de la naturaleza y las alarmas de guerra que se viven en el mundo.

Otra de sus técnicas que emplea en sus obras es el claro obscuro, donde refleja el símbolo de la muerte, lo desconocido representa la continuidad de la vida.

Por las noches y las madrugadas es donde logra su mayor punto de inspiración, porque asegura escuchar en el silencio a su alma, para plasmar sus obras.

La fortuna aún no le ofrece su mejor sonrisa

Este artista granadino realiza con pasión cada una de sus piezas plasmando en ellas sus sentimientos del alma y no pensando en poner en cada una de ellas un valor de mercado.

“A veces he pasado semana donde no logro vender un cuadro, pero en los momentos difíciles es donde logro producir más, porque siempre tengo en mi mente que si no siembras, no cosechas. Hay que tener fe y en algún momento mis clientes van a demandar mis obras”, dice optimista.

Guillermo Barraza disfruta mucho lo que hace.

Sus obras han viajado a los Estados Unidos y Europa y se llena de orgullo que la firma de “Memo Barraza” quede impregnada en una esquina del cuadro y sus clientes lo valoran y aprecian como artista.

“Hay gente del extranjero que me envían dinero, para que siga pintando y eso es parte del aprecio y valor agregado que recibo como artista”, afirmó.

Este pintor dice dar gracias a Dios por no ser atrapado por las garras del alcoholismo y siente mucho pesar al ver algunos de sus colegas llegar a un bar a ofertar su obra por cervezas.

“He tenido momentos de gran dificultad económica, para poder llevar el alimento a mis dos hijos, pero gracias a Dios en estos duros momentos mi familia me apoya con el sustento a mi hija de seis años y mi otro hijo de 13 quien sigue mis pasos como artista”, confiesa el pintor.

Sus trabajos se han expuesto en galerías de Alemania gracias al apoyo de la Fundación de la Casa de los Tres Mundo. Hace varios años viajó a Costa Rica a participar de un festival artístico de una de las universidades de Cartago.

Sus trabajos van desde los 50 hasta más de 250 dólares. Cuando logra comercializar sus pinturas dice emplear bien su dinero en sus hijos y en la compra de materiales, para seguir pintando que es su mayor satisfacción en la vida.

Este artista también es vocalista de una de las bandas de rock metálico de la ciudad de Granada y asegura que la pintura al igual que la música son sus dos motores que lo impulsan para seguir viviendo.

Su legado de artista lo transmite a jóvenes y adolescentes que llegan a recibir clases de pintura a los talleres de la Casa de los Tres Mundos y se llena de orgullo que en los futuros talentos sus obras seguirán vivas en el lienzo o cartón de los pinceles de los nuevos artistas.

 

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