Luego de expresar su inconformidad con las autoridades locales durante una eucaristía el pasado domingo 10 de noviembre en la Catedral San Juan Bautista de la ciudad de Jinotega, el obispo de la Diócesis de Jinotega y presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, Monseñor Carlos Herrera, habría sido secuestrado por el policía orteguista y posteriormente expulsado hacia Guatemala.
El obispo expresó su descontento ante la feligresía durante la misa vespertina del domingo pasado, porque las autoridades edilicias encabezadas por el alcalde orteguista Leónidas Centeno, colocaron parlantes con música a alto volumen frente a la catedral en el preciso momento que se desarrollaba la eucaristía.
Esto es un sacrilegio lo que están haciendo el alcalde y todas las autoridades municipales, porque saben la hora de la misa” dijo Herrera a los fieles que oían su pregón. El obispo agregó en alusión a los fieles: “Nosotros también apoyamos porque después de misa los vamos a ver ahí, estamos faltando a Dios todos, por eso pidamos perdón a Dios por ellos y por nosotros.”
Las palabras del obispo de Jinotega reprochando el irrespeto de Centeno, fueron suficientes para ser castigado por la dictadura Ortega Murillo con el destierro el que se hizo efectivo casi de inmediato, pues habría sido secuestrado y desterrado al día siguiente.
La noticia del destierro del religioso, fue dada a conocer este 14 de noviembre por el medio de comunicación Mosaico CSI, el que, citando una fuente eclesiástica, afirma que Herrera fue desterrado el pasado lunes a Guatemala, y tras su destierro “permanece en una residencia de la Orden de Frailes Menores, a la que pertenece”.
De acuerdo a la información difundida, el jerarca de la iglesia católica, de 75 años, fue capturado por la policía orteguista tras salir de una reunión desarrollada en la sede de la Conferencia Episcopal de Nicaragua en Managua.
La persecución religiosa desatada por el régimen partir de 2018, ha tenido como consecuencia la salida del país de al menos 245 religiosos, entre obispos, sacerdotes, diáconos y seminaristas, unos condenados al destierro y otros se han visto forzados al exilio dado el asedio, vigilancia y amenazas constantes del que eran víctimas, según el último informe del estudio de la investigadora católica Martha Patricia Molina dado a conocer el pasado mes de agosto. Junto a los religiosos también han sido expulsadas del país 91 religiosas o monjas según el reporte actualizado.
La dictadura ha cerrado y confiscado medios radiales y televisivos que pertenecían a las diferentes Diócesis de la iglesia católica nicaragüense.
El estudio de Molina asegura que, desde abril de 2018 hasta julio de 2024, la iglesia católica ha sufrido 879 ataques por parte de la dictadura, además el régimen ha prohibido la realización de 9,688 procesiones religiosas.