Redacción / IP Nicaragua
El desempleo juvenil en Nicaragua representa un serio problema. Manuel de Jesús López Bonilla es un joven de 23 años que lleva dos años esperando una oportunidad laboral y en los lugares donde ha aplicado le han cerrado las puertas, pero no se rinde.
En 2019, López Bonilla se graduó como contador público, pero debido a las consecuencias sociopolíticas de 2018 y las económicas provocadas por la pandemia han limitado la posibilidad de que ingrese a laborar a una empresa del sector formal.
«He llevado mis papeles a varias empresas, pero siempre me dicen que me van a llamar. Hay muchas limitantes para los recién graduados, porque te piden experiencia y uno con costo tiene listas sus pasantías. A veces he pensando en emigrar, porque no le veo salida a esta situación, pero mientras tanto no me rindo y sigo tocando puertas», añade López Bonilla.
«Este fenómeno no es el resultado de ningún tipo de crisis ni siquiera de la pandemia del año pasado. Este es un problema estructural que ha tenido la economía durante las últimas décadas. Los jóvenes ven realmente difícil el acceso al empleo», explicó a IP Nicaragua el abogado y economista Luis Núñez Salmerón.
Nicaragua Mercado laboral pequeño
Nicaragua posee un mercado laboral «pequeño» para atender la demanda del empleo, además el país cuenta con una gran cantidad de pequeñas empresas que no son capaces de absorber toda la mano de obra que se está generando con el tiempo, advirtió el economista.
«Por otro lado es también importante ver el acceso muchas empresas piden experiencia no hay política para comenzar a formar jóvenes y llevarlos al mercado laboral formal, entonces, piden experiencia, piden una serie de requisitos que los jóvenes obviamente no están en capacidad, son muy pocos los que tienen acceso al empleo cuando por ejemplo están en sus últimos años de la universidad», mencionó el economista Luis Núñez Salmerón.
Ante la falta de una «política de reclutamiento» en las empresas y la experiencia que solicitan, los jóvenes se ven imposibilitados de ingresar al mercado formal.
En el primer trimestre de 2021, la tasa de desempleo abierto a nivel nacional se ubicó en 4.9%, registrando un incremento de 0.1 puntos porcentuales en relación al primer trimestre de 2020, cuando fue de 4.8%, según el informe de empleo de la Encuesta Continua de los Hogares que elabora el Instituto Nacional de Información de Desarrollo (Inide).
El informe revela que el desempleo es mayor en las zonas urbanas del país. En el área urbana, la tasa de desempleo abierto se ubicó en 6.6%, mientras que en el área rural se ubicó en 2.8%.
De acuerdo con la Organización Internacional de Trabajo (OIT), el desempleo abierto representa a las personas económicamente activas que pese a estar disponibles, dispuestas a trabajar y haber buscado activamente una ocupación, no la tienen.
El Inide muestra que al primer trimestre de 2021, la tasa global de participación laboral se ubicó en 69.5%, observándose una reducción de 1.4 puntos porcentuales a lo registrado en el mismo período del año 2020 que fue de 70.9%, según los resultados de la encuesta.
Una «bomba de tiempo»
El problema no es exclusivo de Nicaragua, sino de la región de América Latina y el Caribe donde miles de jóvenes se enfrentan al desafío urgente de tomar medidas para desactivar la “bomba de tiempo” representada por el legado de alto desempleo, informalidad y falta de oportunidades para los jóvenes que particularmente está dejando la crisis por Covid-19, señaló en un artículo de opinión el director de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.
Datos recientes recopilados por OIT evidencian que la tasa promedio de desocupación de los jóvenes entre 15 y 24 habría llegado a 23.8% en el primer trimestre de 2021, el nivel más alto registrado desde 2006.
Asimismo, la tasa de participación laboral juvenil experimentó una contracción al caer cerca de 3 puntos porcentuales registrando un nivel de 45.6% en el primer trimestre de 2021, lo que implica que a comienzos de año entre 2 y 3 millones se mantenían fuera de la fuerza de trabajo ante la inexistencia de oportunidades laborales, destaca Pinheiro.
«Las protestas que habían surgido en diversos países de esta región antes de la pandemia eran encabezadas por jóvenes. Después de una crisis feroz que ha dejado a muchas personas sin esperanzas, ya hemos visto como en algunos países esos jóvenes vuelven a salir a reclamar un porvenir”, enfatiza Pinheiro.
Tres pasos a seguir para reducir el desempleo juvenil
Para el economista Núñez Salmerón ofrecer una salida a la crisis del empleo juvenil es necesario que el Estado y las empresas privadas trabajen en un plan para aprovechar toda esa mano de obra que está saliendo de las universidades y de las escuelas técnicas.
La coordinación entre los diferentes ministerios del gobierno así como asociaciones público-privadas son esenciales para detener las tendencias actuales.
Las medidas deben apuntar a aumentar la oferta de empleos, estimular la contratación de jóvenes, apoyar a las empresas y a los emprendedores, y también impulsar la educación y la formación de manera que respondan a los nuevos requerimientos de los mercados laborales, incluyendo los de la revolución digital.
Más allá de estas medidas es necesario empezar a cultivar en los jóvenes una «mentalidad empresarial», manifestó Núñez Salmerón.
«No debemos de pensar solo en el empleo como tal, como país hay que comenzar a fomentar una cultura diferente, muchos jóvenes salen de la universidad y está bien que tengan una experiencia de unos cuantos años, pero tenemos que empezar a inculcar en nuestros jóvenes una mentalidad empresarial para que ellos incluso comiencen a emprender», insistió el economista.
“Hay un aspecto fundamental a tener en cuenta cuando se diseñen estrategias para promover el empleo juvenil después de esta atroz pandemia: no podemos prescindir del aporte de los jóvenes”, recuerda Pinheiro.
Una vez superada la crisis sociopolítica y económica provocada por la pandemia Nicaragua va a requerir «mano de obra calificada», enfatizó Núñez Salmerón.