La ancha calle del Barrio de la Soledad de San José, por donde antes pasaban los estudiantes uniformados del Liceo de Costa Rica y poco a poco se fue cubriendo de comercios de inmigrantes chinos que, por varias décadas empezaron a comprar inmuebles, hoy presenta un arco alegórico que indica a los nacionales y turistas que están en el Barrio Chino.
Las migraciones históricas de ciudadanos chinos en suelo costarricense ya marcaban huella en la nación centroamericana, con restaurantes y negocios, pero fue la apertura de relaciones diplomáticas y comerciales con el gigante asiático, a mediados de 2007, que elevaron el rango y los intereses mutuos entre ambos gobiernos de establecer ese espacio urbano como emblema, coinciden expertos consultados por la Voz de América.
La exdiputada Marielos Alfaro, quien formó parte de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Asamblea Nacional durante las negociaciones para el Tratado de Libre Comercio entre Costa Rica y China, explica a la VOA que no se puede desligar la creación del Barrio Chino de San José a un contexto de apertura de relaciones entre las dos naciones, porque ya existía una comunidad china establecida en el país, registrada desde los censos desde principios del siglo XX.
El Barrio Chino fue inaugurado el 5 de diciembre de 2012 y desde entonces las 12 cuadras del antiguo Paseo de los Estudiantes acogen entre mucho colorido los negocios chinos; en las vidrieras los visitantes pueden apreciar desde artesanías de alta factura china hasta supermercados especializados con una gama de productos alimenticios chinos, y no se diga de los restaurantes.
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“Un año después de que se firma el tratado comercial con China, dos años después de inaugurado el Estadio Nacional (donado por China) se inaugura el Barrio Chino (…) ¿Cuál era el interés de la municipalidad de San José?”, se pregunta Alfaro y responde que todo se enmarcó a “generar un punto de atracción turística”, como en otras ciudades importantes del mundo donde hay comunidades chinas.
Porque aclara que la población china en Costa Rica ha generado una actividad comercial “grande e indiscutible” y que para el país centroamericano fue también una apuesta novedosa ante la inexistencia de barrios dedicados para esa comunidad en toda la región.
El Arco Tang donado por China a un costo de medio millón de dólares, según los registros del vecindario, ahora marca la puerta de entrada para miles de visitantes que se desplazan por ese sector del centro histórico de San José para disfrutar por igual los restaurantes y las compras de artículos no perecederos a precios bajos, porque las cadenas de distribución establecidas por los propietarios chinos ponen a menor precio los artículos.
Posiciones encontradas
La posiciones de los costarricenses respecto a este lugar es variada, según un sondeo realizado por la VOA.
Ana Teresa Castro, es una costarricense de 74 años que visita con frecuencia el barrio chino junto a su nieta de 11, Aurelia Babbar.
Castro dice que ella premia a su nieta llevándole al barrio chino cuando saca buenas notas en clases porque a la pequeña le gusta conocer nuevas culturas y aprender más.
«A mí me gusta mucho el Barrio Chino porque es muy divertido. Uno puede comprarse cositas de animes. También hay variedad de comidas y souvenirs. Hoy probé el hot dog coreano», dice a la VOA Aurelia Babbar.
Al igual que esta familia, Marvin Quesada, otro ciudadano costarricense visita el barrio chino atraído por conocer nuevos espacios junto a su hijo. «Uno a veces viene a ver las comidas, a veces uno las ve y arruga la cara, pero conoce algo nuevo. También venden souvenirs atractivos», enfatiza Quesada.
Pero no todos valoran de forma positiva un lugar así, uno de ellos Jorge Delgado, un costarricense de 76 años.
Según Delgado, el Barrio Chino «despersonifica» Costa Rica y su criterio «los chinos son una etnia muy fuerte».
«Por una decisión de la municipalidad esto se convirtió en Barrio Chino, es un poco de despersonificación de Costa Rica, pero lo que atrajo a la municipalidad o lo que le convenía un lugar así, es porque embellecía la ciudad», dice el hombre mientras recorre en bicicleta el lugar.
«Además, este no es un barrio chino, porque no es una comunidad donde habitan o pernoctan los chinos, es un centro comercial que se le da el nombre de barrio chino, pero esto es un mall, hay comidas y de todo», agrega.
¿Es un barrio chino o un centro de comercio?
El investigador Félix Maradiaga, que estudia la penetración china en América Latina y su influencia en Centroamérica, dice a la VOA que el tema de las diásporas y la creación de espacios como los barrios chinos “no deben verse de forma temerosa” y se tienen que enmarcar dentro de un mundo “globalizado”.
“Hay que separar este tipo de presencia china de manera espontánea y de manera natural como resultado de la globalización, de otros esfuerzos financiados por el Partido Comunista Chino, y los centros de poder y de espionaje chino que claramente no tienen propósitos pacíficos”, explica Maradiaga.
Maradiaga agrega que la postura -en la que coinciden muchos académicos como él- es la actitud “excesivamente pasiva de Estados Unidos con su influencia” en la región ante la creciente influencia y penetración del país asiático, pero que esto “no debe ser traducido a una actitud cultural ante China”.
Un análisis sobre «la territorialidad», de un barrio chino escrito por el académico Andrés Jimenes Corrales, de la Universidad de San José, indica que un proyecto de esta magnitud debe verse en su respectiva escala, y advierte que luego de oficializado y darlo como tal, la ejecución tiene «implicaciones» y que «está lejos de poder ser entendido de un modo aislado», pues la adjudicación de un espacio urbano tiende a mutar «después de la territorialización».
Marielos Alfaro pone en paréntesis que el acuerdo comercial por parte de las misiones de Costa Rica fue abordarlo de frente, pero no pueden presuponer si el gigante asiático llevaba otras intenciones al entrar a un «país con una marca buena como Costa Rica».
Según reseña la municipalidad de Costa Rica, el proyecto del Barrio Chino en San José comenzó en 2009 como parte de las negociaciones gubernamentales, pero fue hasta 2012 que iniciaron las obras de rehabilitación de la arteria de la capital costarricense.
La ubicación “más apropiada” también superó debates internos en el gobierno, pero llegaron a la conclusión de que la 9a calle tenía elementos emblemáticos, con un pequeño anfiteatro ideal para espacio comercial y para albergar también actividades culturales.
Las obras para remozar la calle incluyeron un pavimento en colores rojo y amarillo que simbolizan en la cultura china, la buena suerte y la prosperidad. También Alfaro recuerda las discusiones sobre hacer un espacio peatonal en el ya congestionado San José.
“Pero todo eso fue superado al encontrarle soluciones, y al final quedó asignado como un espacio de integración cultural”, afirma la expolítica.
Otras polémicas también incluyeron que no había suficientes negocios chinos como para bautizarlo como barrio para esa comunidad, pues la calle también tiene restaurantes y tiendas ticas y hasta de comida mexicana,
Alfaro dice que eso le proporciona un valor agregado y expone a este vecindario como parte de “una sociedad costarricense diversa y cosmopólita”.
Después de pasar bajo el arco chino y recorrer la calle con sus plazas, el visitante ve rematado el paseo con una escultura de tamaño natural del filósofo y maestro chino de la antigüedad, Confucio, cuyas enseñanzas persisten en China hasta nuestros días.
Con información de la Voz de América