Denuncian aumento de discursos de odio contra los opositores en Nicaragua

Los discursos de odio emitidos desde el gobierno de Nicaragua contra los opositores al presidente Daniel Ortega han aumentado exponencialmente desde el inicio de la crisis sociopolítica, según sociólogos y analistas consultados por la Voz de América.

Los discursos de odio, según los expertos, son aquellos que producen un mensaje negativo y agresivo contra un sector que piensa diferente.

La vicepresidenta Rosario Murillo ha encabezado los mensajes contra los opositores tildándolos con adjetivos que van desde «apátridas» hasta «desalmados» y «tragamonedas del imperio», en referencia a ser trabajadores de Estados Unidos.

«Vivimos en un país que prospera, un país que progresa, y ese es el progreso que los cachivaches caducos, los desalmados, no quieren ver. Los diablos de zacate desenmascarados no aceptan que el pueblo mejore. Son birecos de alma, son chuecos de alma, son ciegos y sordos para entender el bien», dijo Murillo en referencia sus críticos en un mensaje reciente emitido el 15 de julio.

La socióloga y feminista María Teresa Blandón señala que en Centroamérica, pero también en varios países de América Latina, «se ha puesto de moda que los líderes políticos, pero incluso algunos líderes de organizaciones de sociedad civil y, lo que es peor, personas que están al frente de gobiernos y de instituciones del Estado, hacen alarde de grosería para insultar a los que consideran sus enemigos».

«Los insultos, la descalificación, la estigmatización; la deshumanización hacia el otro, la otra que piensa diferente o que critica públicamente, o que se moviliza para defender sus derechos, parece ser que se está convirtiendo en la norma», expresa Blandón.

¿Se instalará odio en Nicaragua?

La socióloga subraya que esto no exclusivo de una mala educación o de ausencia de valores cívicos, sino también de una estrategia discursiva que tiene propósitos.

«No es por casualidad que personas como Daniel Ortega o Rosario Murillo o Javier Milei en Argentina, para citar algunos ejemplos, o Jair Bolsonaro en el Brasil, recurran cada vez más al insulto, a la acusación infundada, a la denigración e incluso a la ridiculización como ha hecho, por ejemplo, Maduro en Venezuela con el principal candidato de la oposición», dice Blandón.

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En Argentina, el presidente Milei es acusado por sus críticos de mantener discursos duros contra sus críticos. El mandatario ha clausurado varios institutos y otros organismos públicos que, a su entender, “no sirven para nada”.

El sociólogo y catedrático de la Universidad de Costa Rica Carlos Sandoval señala que los discursos de odios en las sociedades tienen repercusiones «muy negativas» y alimenta la «polarización» y configuran las formas de relacionamiento social que incide en otro sector de la sociedad.

«Es muy probable que se instale el odio», dice Sandoval a la VOA.

Discursos de odio están prohibidos por la ONU

Los discursos de odio en Nicaragua han sido dirigidos no solo a los opositores, sino también a religiosos, explica Yader Valdivia, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más.

La vicepresidenta Rosario Murillo ha catalogado en sus locuciones diarias a los sacerdotes de “servidores de Satanás”, “representantes del demonio” y «blasfemos».

Valdivia dice que discursos de odio están prohibidos por el pacto internacional de derechos civiles y políticos de las Naciones Unidas en su artículo 20 que establece que «toda apología del odio nacional, racial o religioso que constituya incitación a la discriminación, la hostilidad o la violencia estará prohibida por la ley».

«Daniel Ortega y Rosario Murillo hacen apología del odio y violentan las normas y además se dan en un contexto grave de derechos humanos», dice Valdivia.

Según el sociólogo Carlos Sandoval, hay una gran ironía de que «en estos tiempos hay gobiernos que en principio se identifican con visiones del mundo distintas coinciden con ese discurso de lo que suele llamarse populismo autoritario y, efectivamente, Milei en Argentina, Chaves en Costa Rica, Bukele en El Salvador y Ortega en Nicaragua comparten un vocabulario y una manera polarizante de atacar a quienes discrepan de sus puntos de vista».

*Información de la Voz de América

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