Migratoria – Reinita Cabecidorada -Protonotaria citrea – Prothonotary Warbler./ Foto 2: Residente Cabezón collarejo – Pachyramphus major – Gray collared Becard / Foto 3: Migratoria-Maullador Gris – Dumetella carolonensis – Gray Catbird. Oscar Bermudez
Orlando Valenzuela
Conocer y estudiar las especies de aves migratorias a través de capturas en redes de niebla que se ponen en el bosque para identificarlas y anillarlas, ayuda a los científicos a desarrollar estrategias de protección a estos pequeños seres emplumados que cada año emigran del frío norte del continente a las cálidas tierras de Nicaragua y Sudamérica. Es parte del objetivo del programa de Monitoreo de Sobrevivencia Invernal de Aves, conocido como MOSI, según explica Oscar Bermúdez, presidente de la Organización para el Desarrollo Sostenible de Comunidades, Ambiente y Biodiversidad (Cambio).
Bermúdez señaló que una vez que se captura, se identifica, se pesa, se mide y se anilla, el ave es liberada, sana y salva.
“Este programa lo que aporta como dato científico cuando se envía esa información al Instituto Poblacional de Aves es que se logran establecer parámetros o estudios que definen líneas de actuación de cómo está la población de esta especie en los muchos años que se lleva estudiando, si esta población está en declive, cómo está el hábitat donde llega a refugiarse y también se pueden modelar estrategias de conservación para toda esa localidad o para esa especie”, indicó Bermúdez.
El director de Cambio detalló que la información y datos colectados de ave en mano son muy importantes, porque permite conocer el estado de salud de las especies, datos que son enviados al instituto para que otros científicos hagan los análisis respectivos.
“A nosotros como país nos interesa porque es una oportunidad para conocer nuestras especies, porque no solo se anillan las aves migratorias, el programa también se hace bajo un protocolo estricto y de bioseguridad, tanto para las aves como para el equipo, y también se estudian las aves residentes”, agregó.
Asimismo, el administrador del Centro Ecológico Los Guatuzos, dijo que algunas áreas protegidas de reservas silvestre privadas tienen mucho interés en conocer la biodiversidad de la fauna y flora, principalmente las aves, porque éstas son indicadores de calidad de un ecosistema de bosque, porque son sensibles a los cambios y puso como ejemplo: “Si usted tumba un bosque, por ejemplo, las aves que normalmente existen allí se van del lugar, esa reacción es producto de un cambio”, expresó.
El ambientalista también destacó la importancia de las estaciones MOSI, ya que algunas son utilizadas como momento de aprendizaje con los niños de las comunidades y eso es significativo para el tema de la educación ambiental.
Monitoreo de cinco meses
A partir de noviembre hasta marzo del próximo año, todas las estaciones MOSI que existen en Nicaragua empiezan a realizar trabajo de campo para hacer capturas de aves migratorias y residentes, identificarlas y anillarlas.
“Este periodo de cinco meses coincide con el umbral de llegada de todas las aves de Norteamérica que migran hacia el sur y muchas de ellas aquí se quedan, en Nicaragua y las otras siguen hacia el sur”, explico el ambientalista.
También explicó que estas aves que vienen a invernar al trópico, llegan a alimentarse, a refugiarse y a pasar su invierno aquí, que ya estamos en etapa de verano, después ellas regresan a su lugar, algunas de ellas anilladas.
Lo importante de la estación MOSI es que continúen año con año haciendo estos monitoreos y se espera que las aves anilladas vuelvan a regresar y si caen en red, se llaman recapturas, comentó Bermúdez.
“Entre más recapturas tenga un bosque indica, por un lado, que el bosque mantiene su estado de conservación y, por otro lado, indica que las aves son fieles a ese sitio”, agregó.
En Nicaragua existen varias estaciones de monitoreo de aves donde se practican los protocolos establecidos por el programa MOSI, entre éstas se pueden mencionar el Centro Ecológico Los Guatuzos, en la comunidad de Papaturro, Río San Juan, otra se encuentra en la Reserva Natural Volcán Mombacho, una en la reserva privada Quelantaro, existe otra en El Jaguar, Jinotega, igualmente otra en El Chocoyero y varias más que por el momento no están activas.
Entre los beneficios que conlleva la creación y manejo de estaciones de monitoreo de aves MOSI en Nicaragua. Bermúdez destaca el hecho de que por primera vez nuestro país cuenta con anilladores certificados, así como los cuenta México y todos los países de Centroamérica.
Detalló que este es un beneficio a nivel de estudios de aves, de biodiversidad, donde Nicaragua sale siempre punteando, también permite la formación del relevo generacional; para los jóvenes que estudian biología, ecología, recursos naturales, es una oportunidad y además esta base de datos bastante enriquecida sirve para hacer estudios de tesis, y más.
Entre otros beneficios de estos estudios, señaló principalmente a aquellas áreas privadas que están apuntando hacia el turismo de naturaleza, ecoturismo, o todo lo relacionado al aviturismo.
“Ejercer una práctica como ésta favorece a darle un valor agregado a la reserva y poner un valor ecológico a este tipo especies, además, hay que recordar que las aves promueven las polinizaciones, la dispersión de semillas y controlan las plagas, entre otros”, concluyó el ambientalista.