En los mercados de Managua como el Mayoreo, el Oriental y el Roberto Huembes, se ha registrado un notable incremento de tramos improvisados.
Son nuevos comerciantes que prácticamente invadieron las calles periféricas de estos populares centros comerciales, transformándolos en espacios cada vez más caóticos y desordenados.
La expansión desmedida de las áreas de venta ha reducido considerablemente el espacio disponible en las vías aledañas, generando una sensación de desorden y congestionamiento que afecta tanto a los vendedores como a los compradores.
Un economista que mantiene oculta su identidad explica que esto se debe a un aumento en la tasa de desempleo y la gente busca ganarse la vida en actividades informales como los puestos de ventas en mercados.
“Si, hay gente nueva con nuevos negocios, no sé dónde van a hallar tantos compradores”, confirma un comerciante del mercado Oriental que se queja también del crecimiento de la oferta, pero sufre por la caída en las demandas.
“La gente está desesperada, quienes tenían sus ahorritos apuestan por las ventas y hay quienes están aprovechando las remesas para esa pequeña inversión de sobrevivencia. Claro que el problema es que el comercio se queja de malas ventas por la falta de circulante”, explica el economista.
Ante la falta de inversión el mercado informal crece y la prueba es el fenómeno de lo que ocurre en los mercados.
Falta de empleo empuja a la informalidad
José Idelfonso es un ciudadano de 45 años, padre de tres hijos a los que tiene más de tres años de mantener con ayuda de su esposa.
Ambos unieron el fondo de sus liquidaciones laborales cuando fueron despedidos en el mismo mes, en octubre del 2020 por efectos de la pandemia, para montar un puesto de venta de accesorios para celulares.
Esta pareja se vio sin trabajo, y con muchas cuentas por pagar, más la responsabilidad de garantizar comida, ropa, techo y educación a sus tres hijos. Se vieron obligados y emprendieron.
“Lo recuerdo bien como si fuera ayer, estábamos en la sala de nuestra casa, en el barrio Campo Bruce, tratando de encontrar un norte, una guía para saber qué hacer ya que nos habíamos quedado sin empleos, entonces Milagros mi esposa, me dijo que alguien le dio la idea de este negocio. Ni modo, había que apostarlo todo, porque ya casi nada teníamos”, dice José Idelfonso.
Por su parte, María Zeledón, de 39 años, es una madre soltera de un niño de ocho años. Sale todos los días desde Villa Sol, un residencial ubicado en las periferias al norte de la capital, donde alquila una habitación con su hijo.
Ella aborda una caponera y después una ruta que la lleve al mercado Mayoreo donde exhibe su mercadería de zapatos nuevos.
“Inicié mi negocio desde hace dos años. Antes trabajé en una zona franca, después como doméstica, pero llegó el momento que se cerraron las plazas de trabajo y lo poco que conseguía en trabajo temporales no me daba el sueldo para vivir con mi hijo Miguel. Por eso pensé en recoger un dinerito y tener algo más fijo para mí”, contó para este reporte.
Barrio La Fuente casi desaparece en Managua
El mercado “Roberto Huembes” experimenta un caso particular. Desde hace unos años surgieron tramos en una de las entradas al barrio La Fuente. Era una especie de cuadra de tramos, pero ahora se han tomado calles enteras.
Magdalena es una joven de 30 años habitante del barrio “18 de Mayo” madre de dos hijos; Joaquina de cuatro y Mario de siete.
Su esposo vive y trabaja en Costa Rica desde hace cuatro años. El viaja dos veces al año, según nos explica, para ver a la familia. Contó que en el último año ambos decidieron aprovechar las remesas para montar un tramo en esa zona del barrio La Fuente, mejor conocida como el mercadito.
“Vendo lácteos, huevos, frutas, verduras de temporada hace poco me fue súper bien con la venta de aguacate. Hay días que llegó a vender hasta 300 y 500 pesos. Esto me sirve para pagar el gasto diario mío y de mis hijos mientras esperamos la remesa”, señala Magdalena al momento que atendía a su proveedor de cajilla de huevos.