Con la cancelación de la personería jurídica de Asociación de la Compañía de Jesús en Nicaragua, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, puso fin a más de 100 años de labor de los jesuitas en Nicaragua, quienes a lo largo de las últimas décadas fueron muy influyentes en el ámbito de la educación en el país centroamericano.
Los sacerdotes de la Compañía de Jesús se instalaron oficialmente en Nicaragua en septiembre de 1871, tras ser expulsados de Guatemala con la llegada al poder de los liberales García Granados y Justo Rufino Barrios, relata el escritor Franco Cerutti en el libro «Los Jesuitas en Nicaragua en el siglo XIX».
«El liberalismo, representado sobre todo por García Granados y Justo Rufino Barrios, había triunfado siendo sus premisas ideológicas, el afianzamiento del Estado y el laicismo. Conforme con estos principios, una de las primeras medidas adoptadas había sido cabalmente la supresión y expulsión de las órdenes religiosas, así como la confiscación de las propiedades eclesiásticas», explica el autor en el libro.
Para esa época, el presidente de Nicaragua era Vicente Cuadra, un político conservador y muy católico, quien protegió a los jesuitas.
Aunque la misión principal de los jesuitas era evangelizar, fundaron varias escuelas en diferentes partes del país. Contribuyeron con el desarrollo cultural y espiritual, y crearon un noviciado de padres jesuitas en Matagalpa.
Fueron expulsados
En junio de 1881, los jesuitas también fueron expulsados de Nicaragua, por orden del presidente Joaquín Zavala, luego de ser culpados por el levantamiento violento de los indígenas en las cañadas (La Cañada), en Matagalpa.
Zavala catalogó a los jesuitas como una amenaza contra las ideas progresistas. Mientras que, la población realizó protestas en apoyo a los sacerdotes y gritaban “vivas” a los jesuitas y “mueras” al gobierno.
La situación también dividió a la sociedad nicaragüense en pro jesuitas y antijesuitas, pero finalmente los jesuitas fueron ese año, hasta su retorno en 1916.
El retorno y sus obras
Pero antes, en 1914 y 1915, llegaron al país jesuitas desde Panamá a explorar las condiciones para instalar nuevamente una misión en en Nicaragua.
En 1916 fundaron en Granada la Escuela Academia del Sagrado Corazón de Jesús, que después se llamó Colegio Centro América.
A través del Colegio Centro América en Granada, los jesuitas tuvieron una gran influencia, y en 1927 se expandieron a Managua.
En 1946, los jesuitas fundaron la Escuela Loyola, que después se convirtió en el Instituto, como una extensión de las obras socioeducativas que llevaban a cabo desde la Casa del Catecismo y la Escuela a de Corte y Confección.
En 1960, los jesuitas inauguraron la Universidad Centroamericana (UCA), en Managua, en terrenos que fueron donados por la familia Somoza Debayle.
Cabe mencionar, que el guerrillero sandinista y dirigente estudiantil Casimiro Sotelo, que se enfrentó a la dictadura somocista, estudió en la UCA entre 1962 y 1966, hasta antes de su asesinato.
Los jesuitas y la revolución sandinista
En la década de los ochenta, los jesuitas jugaron un papel importante con la revolución sandinista, que derrocó a la dictadura somocista.
Los jesuitas apoyaron a la revolución sandinista. Entre ellos, el sacerdote Fernando Cardenal, a quien los sandinistas le encargaron en 1980 dirigir la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA), uno de los mayores logros que se adjudica la revolución.
Posteriormente, tras el triunfo de doña Violeta Barrios de Chamorro, en 1990, así como durante las dos siguientes administraciones, los jesuitas extendieron sus obras en todo el país.
Finalmente, el régimen de Ortega y Murillo, decidió este 23 de agosto, disolver a la Asociación Compañía de Jesús de Nicaragua, registrada desde el 16 de mayo de 1995, en Nicaragua, tras cancelar y confiscar a la UCA, el 16 de agosto.
Con la disolución de la Asociación Compañía de Jesús, el futuro de los colegios Loyola, Centro América y Fe y Alegría, está en la incertidumbre.