Diriomo celebra a la virgen de Candelaria, fe y tradición en un solo pueblo

Redacción / IP Nicaragua

En las afueras del santuario diocesano Nuestra Señora de Candelaria se reúnen los devotos para entrar al templo.

Alrededor también se ubican decenas de mujeres ofertando candelas de sebo a cada uno de los devotos que participarán de la misa solemne de las festividades de la virgen.

Las candelas son encendidas al inicio de la liturgia y bendecidas por el sacerdote.

Los fieles las apagan durante la proclamación de las lecturas y las encienden nuevamente cuando se lee el evangelio.

Al final las llevan a sus hogares y algunos tienen la fe de utilizarlas como un bálsamo, ante alguna dolencia en el cuerpo.

La misa fue celebrada por el presbítero de la Diócesis de Granada, Mario Sandoval Castrillo, quien instó a los fieles católicos a mantener la unidad de la iglesia.

Esta tradición se mantiene de generación en generación como parte de los actos de piedad popular de la feligresía católica y representa la luz de Cristo.

Comerciantes aprovechan ocasión

Las candelas las elaboran las manos laboriosas de las mujeres artesanas del pueblo de Monimbó en Masaya que llegan al pueblo de Diriomo cada dos de febrero, que es el mayor día festivo.

“Tengo más de 30 años de venir a vender cada dos de febrero a las fiestas de Candelaria de Diriomo las candelas de sebo, que elaboramos de la grasa que se obtiene de la res»,dijo la artesana de Monimbó, Yamileth Rivera.

Según Rivera es la época que aprovechan para obtener algo más de ganancias para el sustento familiar.

«Gracias a Dios cada año nos va muy bien, porque todo devoto de la virgen nos compra una candela, para encenderla en el templo, como parte de la fe del pueblo”, dijo Rivera.

Este año las autoridades eclesiásticas celebraron tres eucaristías como una medida para evitar las aglomeraciones en el templo por la pandemia del Covid-19.

Cada peregrino que entraba a contemplar en su santuario a la imagen de la virgen acompañaba su plegaria con la encendida de una vela.

Dulces no faltan en festividades

Dentro de las decenas de vendedores que se mantienen en las inmediaciones del templo se encuentran más de 15 comerciantes de Santa Teresa, Carazo. 

Llegan todos los años a las festividades de Diriomo a vender las tradicionales melcochas, las que elaboran a base de azúcar formando diferentes figuras, como sombreros, aves y coloridas muñecas que se deshacen en la boca.

También llegan a comercializar el alfeñique, un dulce elaborado de la caña de azúcar y envuelto en hojas secas de plátano.

Muchas personas lo acompañan con una bebida de pinol cocido, el cual es conocido en Nicaragua, como el “tibio”.

“Desde que era un niño vengo cada año a las festividades de Candelaria, porque me hace recordar a mis padres que me inculcaron esta devoción”, dijo Efraín Calero, habitante de Niquinohomo.

Francisco Narváez está agradecido por las ventas que obtiene de sus melcochas, porque la mayor parte de los fieles tienen marcado como tradición comprar estos dulces para llevarlos compartir en su hogar.

“Nosotros viajamos a varios municipios, como el Santuario de Jesús del Rescate en San Jorge, Rivas y la Conquista en Diriamba a ofrecer nuestros productos y nos alegra mucho que los fieles nos compren nuestros dulces”, relató Narváez.

Negocios de rosquillas

La masiva visita de fieles católicos, también es aprovechada por las mujeres comerciantes de rosquillas de Ciudad Darío, municipio de Matagalpa. , quienes viajan un día antes con varios canastos de este producto, para lograr una mejor venta.

Elda González forma parte de las comerciantes que llegó de Ciudad Darío y con gran optimismo muestra casi vacío uno de los canastos de rosquilla que llevó a vender al pueblo de Diriomo.

Este año la imagen de la virgen de Candelaria no salió a recorrer las calles de Diriomo, como parte de una disposición del obispo de la Diócesis de Granada, Monseñor Jorge Solórzano, con el fin de evitar concentraciones masivas que puedan ayudar a propagar la pandemia del Covid-19.

 

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