«Operación Nica Bienvenidos», la historia detrás de los 222 desterrados

222 desterrados, ee.uu nicaragua

El avión que transportó a los 222 presos políticos que fueron desterrados por el régimen de Daniel Ortega salió desde una base naval en Norfolk, Virginia, a última hora del 8 de febrero de 2023.

Al menos 10 funcionarios del Servicio Civil y del Servicio Exterior de Estados, que estuvieron a cargo de la operación, llegaron a Managua en un avión financiado por USAID. Solo era «cuestión de horas», señala una publicación de la revista The Foreign Service Journal de la Asociación Estadounidense del Servicio Exterior.

«La misión no era secreta, pero había vidas en juego. Los labios flojos podrían hundir el viaje, condenando a los presos políticos a seguir encarcelados bajo el régimen de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo», relata la publicación.

Según la publicación, el plan «para liberarlos surgió en cuestión de días, después de largos meses de diplomacia encubierta».

El canciller nicaragüense, Denis Moncada, se comunicó con el entonces embajador de Estados Unidos en Managua, Kevin Sullivan y le planteó: «¿Aceptaría Estados Unidos a todos los presos políticos de Nicaragua?».

Mientras el embajador «Sullivan abordó un avión con destino a Washington para impulsar la respuesta interinstitucional, confiando a la encargada de negocios Carla Fleharty y a un pequeño equipo de la embajada la tarea de lograr un acuerdo con el régimen sobre la logística, los plazos y la garantía de que sólo los prisioneros que consintieran libremente saldrían hacia Estados Unidos».

Antes que el avión proveniente de Norfolk aterrizara en Managua, el «Encargado de Negocios Fleharty, el Jefe Adjunto de Misión interino Ryan Reid, la Oficial de Información Gaby Canavati, la Jefa Consular interina Katie Jonas, el Oficial de Seguridad Regional interino Will LaChance y el Teniente Coronel Agregado de Defensa Dennis Rhoan se subieron a una camioneta todoterreno, portando un gran caja de plástico llena con más de 220 pasaportes nicaragüenses recién impresos. Para los prisioneros sin pasaporte previo, el régimen había sustituido fotografías policiales».

A los 222 desterrados no se les avisó

El 9 de febrero de 2023, el día que el grupo de 222 viajó a Estados Unidos, el equipo de la embajada se reunió con sus contactos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Nicaragua en el aeropuerto de Managua después de la medianoche.

«Al llegar a la pista del lado militar de las instalaciones, Reid vio a policías vestidos con pasamontañas y empuñando armas automáticas. De la oscuridad surgió el rugido de una docena de autobuses de fabricación rusa. Las ventanas estaban cubiertas con mantas o papel, pero los diplomáticos podían ver los perfiles de los pasajeros: con las manos esposadas y la cabeza gacha. “Ese fue el momento en que fue real”, dijo Reid.

El régimen que sacó a los presos políticos de las celdas no informó sobre lo que estaba ocurriendo.

«Parecían no tener idea de lo que estaba pasando (…) Se bajaban del autobús y se les podía ver procesando el avión, sabiendo que se iban, pero sin saber exactamente qué estaba pasando”.

Bromas en la pista

Según el relato, «Fleharty saludó a cada persona cuando bajaron del autobús y les explicó la operación. Reid se movió entre la multitud, hablando con sus contactos. Varios prisioneros se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo al vislumbrar a Hegerle y a la ex subjefa de misión Marta Youth (ahora subsecretaria adjunta principal de la Oficina de Población, Refugiados y Migración), al exjefe de economía Bill Muntean (2015-2018) y a otros veteranos de la Embajada».

“¡Marta, te amo!, gritó Michael Healy, un ciudadano estadounidense entre los prisioneros, bromeando diciendo que este era su segundo rescate por parte del gobierno estadounidense. Healy estaba de buen humor. Se acercó a Muntean, a quien se había dejado una larga barba durante la pandemia, y le preguntó: “Bill, ¿qué diablos te pasó?”, señala la publicación.

“¡Mike, tú eres el que ha estado en la cárcel durante el último año y medio!”, le dijo.

Finalmente, «el Omni Air 767 rodó por la pista y despegó. El equipo de la embajada observó en silencio. Canavati sacó un celular para grabar el momento. “Ahí va”, dijo mientras filmaba el avión ascendiendo hacia el cielo cada vez más brillante. «Dios bendiga America».

En el avión, los nicaragüenses recién liberados entonaron el himno nacional. «Se escuchó un coro de cánticos que ensalzaban las ciudades de Nicaragua: “¡Viva, Nicaragua Libre!” ¡Viva Managua! ¡Viva Masaya! ¡Viva Chinandega!».

Para leer la historia completa haga clic aquí.

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