Redacción / IP Nicaragua
El Covid-19 no solo vino a establecer un estado de alerta permanente en el tema sanitario, sino que transformó por completo las formas de relacionarse de los seres humanos y el orden de vida. Desde el confinamiento, muchos trasladaron sus oficinas a casa, las clases también se reciben de forma virtual y esto se ha traducido en una carga extra para muchas mujeres que sienten que estos cambios significan para ellas mayor estrés.
“Desde que empezó la pandemia me asaltó el miedo natural a enfermarme o a que se enfermara mi familia, sin embargo, no imaginé que eso supondría a la larga una carga pesada, porque empecé a trabajar desde casa y vivo con un estrés increíble, porque al mismo tiempo de que estoy trabajando, me toca atender a los niños y las cosas de la casa”, comparte Carmen Chávez, una administradora de empresas que resiente los cambios por la pandemia.
Su esposo también trabaja desde casa , pero ella asegura que él se concentra en sus labores y no se inmiscuye con el tema de los niños. “A veces siento que quiero salir corriendo, porque todo el peso de las responsabilidades cae sobre mí. Los niños necesitan ayuda con las clases en línea. Ya después de varios meses están más familiarizados con las plataformas, pero yo estoy a su lado para poder captar las explicaciones y ayudarles con sus tareas”, comparte Dulce Bolaños.
Estrés
Asimismo, asegura que al estrés de tener que rendir igual en el trabajo, le suma el hecho de que su esposo es bastante demandante y “a veces yo estoy concentrada en mis cosas después de las tele clases y él me llama, porque quiere tomar algo o me pide que le prepare un sándwich y aunque parezca que es algo sencillo, quita tiempo y me desconcentro”.
Sin dudas, estar confinados y haciendo teletrabajo los dos, ella considera que es oportunidad de convivir más, aunque también reconoce que hay algunos momentos de tensión, por el hecho de que ambos tienen metas laborales que cumplir y a veces se distraen en casa y se complican.
“No es lo mismo estar en la oficina, concentrada en el trabajo y sabiendo que es solo lo laboral lo que tengo que atender, que estar en casa apoyando a los niños, atendiendo a mi esposo y resolver cualquier imprevisto que surja, realmente considero que a las mujeres se nos hace un poco más complejo hacer el teletrabajo, porque somos las que asumimos más roles estando en casa”, dijo Chávez.
Por otro lado, Dulce Bolaños comparte que si bien con el teletrabajo no tiene que exponerse al contagio por Covid-19, ella siente que se le ha recargado el trabajo, pues ayuda a sus dos niños que están con clases virtuales y tiene que lidiar con los pleitos de hermanos todo el día, producto del estrés de estar encerrados.
“Tengo un año exactamente trabajando desde casa y he sido muy estricta con el confinamiento, sobre todo en este momento en que hay un repunte preocupante.. No es sencillo estar en casa atendiendo juntas de trabajo y escuchar que en el cuarto de al lado tus hijos están peleando por un videojuego o por el celular. Estresa y a veces me preocupa, porque se me han colado los pleitos en los audios x de las teleconferencias”, sostiene Bolaños.
Asimismo, Bolaños manifiesta que está segura de que los niños están estresados por el encierro, “pero les explico que deben esperar a que todo mejore para volver a disfrutar como antes. Algo que nos ha frustrado es que no pudimos viajar a Estados Unidos en Navidad para estar con mi esposo y creo que eso les afecta bastante y los tiene rebeldes”.
Lo positivo
Eloísa López es licenciada en farmacia y asegura que “como persona responsable he tenido cambios en mi vida. Me he alejado físicamente de muchas personas, con mi esposo y con mi hija es con los únicos que tengo ese contacto, ni siquiera con mis padres, porque ya son mayores”.
Asimismo, resalta que ha habido un cambio en el tema económico en cuanto al gasto en alcohol y mascarillas.
“Hay un cambio radical en mi vida. Mi hija ha sufrido un cambio con las clases en línea y ha cortado con sus amistades, solo mantiene contacto por videollamada, la falta de contacto físico es el cambio más difícil de asimilar”, asegura López.
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“Las clases en línea provocan debates, en mi caso han sido provechosas, porque somos seres que nos podemos adaptar a los cambios y evolucionamos. Mi niña tiene 11 años y está en sexto grado. De todo el colegio solo 19 padres decidimos tener clases en línea. Ella es disciplinada, yo no paso con ella, sabe que a las 8 de la mañana tiene que estar en clase y no he recibido ni una sola queja, por la fortuna de que es disciplinada está avanzando”, recalcó López.
Ella asegura que las clases en línea tienen como algo positivo que para ella y su esposo supone un ahorro de tiempo, pues no tienen que complicarse llevando y trayendo a la niña, también evita gasto en combustible, gasto en merienda, lo que se traduce en un ahorro significativo de dinero.