Raquel Bodden, la mujer que trabaja en defensa de los derechos de niños, niñas y mujeres en la Costa Caribe de Nicaragua

Cuando Raquel Bodden tenía 9 años, sufrió el maltrato en carne propia, desde entonces, siendo una niña, decidió defender los derechos de los niños, niñas y mujeres en Nicaragua.

Cuando Raquel Bodden tenía 9 años, la vida le cambió. Su mamá falleció y sintió en carne propia el maltrato de su propia familia. Desde entonces, ella, ahora de 54 años, decidió defender los derechos humanos de las personas más vulnerables.

«Defender los derechos humanos es nato en mí, a los 9 años trajeron a mi mamá a Bluefields, ella estaba agrave y murió, entonces empecé a ver los daños que te hacen y desde ese momento, porque estuve dos años con la familia de ella, su mamá y su hermana, que no fue grato pues nos maltrataron, dice Bodden en entrevista con IP Nicaragua.

A partir de esa situación se dijo: «No voy a permitir que nadie haga lo que quiera ni conmigo ni con mis dos hermanos menores», afirma.

Asegura que la muerte de su madre marcó un hito importante en su vida.

«Yo empecé a ver que si violentaban a un niño o a una mujer, entonces, yo siempre estaba ahí, como dicen metiéndome donde no me llaman para defender los derechos. En este camino te ganás enemistad, murmuraciones de la gente, pero sí me he sentido satisfecha porque cuando puedo apoyar, apoyo, con lo que pueda», dice Raquel.

Raquel Bodden

Raquel nació en Corinto, Chinandega, pero con la enfermedad de su mamá, quien nació en el Rama, ubicado en la Costa Caribe Sur, viajaron hacia Bluefields para que ella pudiera ser cuidada por sus familiares.

Cuenta que después que murió su mamá, ella se regresó a Corinto, pero a las 16 años retornó a Bluefields donde vive desde entonces. Formó su familia y sembró sus raíces.

Raquel Bodden trabaja con los más vulnerables

Raquel cuenta que cada caso al que ella le da acompañamiento como defensora, lo siente como suyo. «Sus problemas son míos también», dice.

Bodden explica que en Bluefields y sus alrededores trabaja con los sectores más vulnerables: con niños y mujeres. Especialmente aquellas mujeres de escasos recursos, de las comunidades más recónditas y con las que no saben leer ni escribir.

«Ellas a veces no tienen la manera de explicar sus casos, entonces las escuchamos y tratamos de explicarles bien», dice.

«Hacemos acompañamiento, pero ahora nos ven como enemigas, como es mi caso y el de muchas de las que somos promotoras de derechos humanos. La Fiscalía nos ve así y en los lugares donde vamos a tocar puertas para apoyar a las mujeres», explica Bodden.

¿Porqué defender los derechos humanos?

Raquel explica que ella defiende los derechos humanos principalmente porque como seres humanos nacemos con muchos derechos, los cuales se debe exigir, principalmente a las autoridades, que se cumplan, tal y como lo describe la Constitución Política de Nicaragua.

«Uno tiene derechos y sus derechos principales como la vida, acceso a la salud, a estudiar porque hay muchas personas que no estudian porque son expulsadas y lo primero que te dicen es que para qué vas a estudiar, quién sos para que seas algo», explica Bodden.

Raquel inició como brigadista a los 22 años. Y comenzó a ser promotora de derechos humanos. Tiempo después se dio la oportunidad de estudiar durante tres años en la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense (URACCAN).

«La Embajada Española apoyó para que estudiáramos y sacáramos nuestra licenciatura en Derechos Humanos», explica Bodden.

Actualmente, asegura que con el contexto político que se está viviendo, es como que «los derechos humanos no valen nada», dice.

Voces caribeñas, un espacio para la defensoría

Raquel Bodden, una de las fundadores de Voces Caribeñas, explica que este espacio existe en Puerto Cabezas, y en Bluefields solo están cuatro mujeres liderando el proyecto.

«Voces caribeña es una red de mujeres afrodescendiente que se han venido capacitando y empoderando sobre sus derechos, porque en su momento la mujer negra no tenía derechos a ser dueña de tierras, pero se ha recuperado la voz y el voto», puntualiza.

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