Covid-19 pone en agonía turismo en las ciudades coloniales de Granada y León

Alma Vidaurre

La Calzada, la calle más turística de la ciudad colonial de Granada, espera pacientemente a que vuelvan los turistas nacionales y extranjeros, que se daban cita a cualquier hora del día. Las tertulias, por ahora, son cosa del pasado.

Los faroles colgantes, que se encienden cada tarde al caer el sol, siguen alumbrando por las noches los más de 500 metros de esta avenida que está ausente de visitantes.

Las pláticas largas que sostenían los amigos, las risas, el cuento o la buena música no logran escucharse. Cada metro de la pedregosa calle parece que enmudeció.

Los pocos grupos de turistas que estaban volviendo después del estallido social de 2018 se fueron, unos a su país de origen y el resto, los nacionales, han decidido actuar con cautela y protegerse para no contagiarse del coronavirus, una pandemia que está impactando negativamente en la actividad turística y económica de este departamento.

“No hay turistas ni nacionales, ni extranjeros. La Calzada está casi vacía, yo no salgo, de vez en cuando paso por ahí, cuando tengo que hacer un mandado, pero no veo a nadie”, señala el empresario suizo, Luca Carli.

La avenida, que está rodeada de casas coloniales donde funcionan pequeños bares, heladerías, tiendas de artesanía, restaurantes, hospedajes y hasta lujosos hoteles, es una pequeña muestra de lo que Nicaragua ofrece en materia turística.

Este es uno de los centros turísticos por excelencia en La Gran Sultana, que permanece desolado desde hace varias semanas. Es consecuencia de los efectos negativos que está causando el covid-19 en el país y que impacta negativamente en la industria que venía en crecimiento hasta hace tres años.

El covid-19 es peor, más catastrófico que las protestas de 2018 consideran algunos empresarios.

“Con la crisis sociopolítica estuvieron abiertas todo el tiempo las fronteras, habían aviones y quien quería tomar el riesgo venía, sin embargo, ahorita no hay forma, los aeropuertos cerrados y el público nacional está con miedo”, señala René Sándigo, gerente del hotel La Merced en la ciudad colonial.

Escenario desolador

La pandemia ha afectado a miles de personas alrededor de 190 países, incluyendo Nicaragua. La Organización Mundial de Turismo (OMT) indica que este año habrá una contracción entre el 1% y 3% en los flujos turísticos mundiales por la covid-19, lo que provocará una pérdida entre 30 y 50 mil millones de dólares.

Ese escenario no es ajeno a lo que sucede en Granada. Los grupos de visitantes que llegaban y se sentaban en las mesas que están ubicadas en los andenes de la famosa calle La Calzada, no están.

La mayoría de los restaurantes todavía están con las “puertas abiertas”, pero al filo de la noche vuelven a cerrar sin recibir clientes. El escenario es desolador.

Comerciantes buscan la forma de sobrevivir ante la pandemia. Foto: Orlando Valenzuela / IP Nicaragua.

“Las veces que yo he ido la he visto vacía, tal vez, he logrado ver entre una o dos mesas ocupadas”, explicó Sándigo, quien es también socio de la Cámara Nacional de Turismo de Nicaragua (Canatur).

Por las avenidas de Granada era muy común ver escenas que se repetían constantemente. Grupos de extranjeros caminando en short y sandalias, recorriendo los sitios culturales o haciendo turismo religioso, en algunos de los casos.

Ese espectro dentro de la ciudad granadina cambió radicalmente. Los moradores del lugar, incluso, empezaron con una cuarentena forzosa.

Luca Carli, es un extranjero que llegó hace aproximadamente dos décadas al país y se enamoró de la Gran Sultana, lugar donde estableció negocios vinculados a la actividad turística.

Es propietario de La Pérgola, un hotel que está ubicado en la Calle El Caimito, a solo una cuadra de la avenida peatonal La Calzada, en el centro histórico de este departamento.

La infraestructura del hotel es una antigua casa colonial que data del siglo XIX. Carlo decidió conservarla y procedió a su restauración, guardando su original estilo colonial que caracteriza las casas de la maravillosa ciudad de Granada.

Varios negocios han cerrado por la crisis. Foto: El Nuevo Diario.

A Carli le ha tocado vivir dos violentas embestidas en los últimos dos años que le han obligado a cerrar las instalaciones del hotel contra su voluntad. Los cuartos del hotel permanecen vacíos.

La primera, con el estallido social en abril de 2018, que provocó una estampida de los turistas debido a las protestas que se extendieron en todo el país.

El turismo, que se había convertido en el oxígeno de muchas familias en diferentes lugares del país, perdió valor y retrocedió aproximadamente una década como resultado de las manifestaciones contra el Gobierno de Nicaragua, que iniciaron el 18 de abril por las reformas al sistema del Seguro Social.

A finales de 2018, muchos empresarios que habían cerrado empezaron a reactivar sus negocios. Comenzaron de cero y sobrevivieron los siguientes meses, a lo largo del 2019.

“Lo de la crisis sociopolítica fue bastante, muy duro, pero siempre había algo que nos permitía sobrevivir”, recuerda Carli.

Este año -por segunda ocasión- el empresario tuvo que cerrar nuevamente el negocio. No es lo que quiere, porque tiene compromisos familiares y financieros, pero lo hace ante la falta de turistas. Los pocos que habían retornado volvieron a desaparecer debido a la pandemia.

El turismo es uno de los sectores económicos más vulnerables ante el covid-19. Las empresas dedicadas a este rubro están teniendo un impacto directo. Es casi “apocalíptico”, refiere el empresario suizo.

La rapidez con la que se ha extendido la pandemia ha obligado a la mayor parte de las naciones a implementar estrategias que ayuden a contener la propagación del virus.

“Los fines de semana pueden haber una, como máximo dos habitaciones ocupadas en los principales hoteles de la ciudad (…) Para qué vamos a tener abierto si no tenemos reservas”, insiste Sándigo.

El cierre de fronteras, la implementación de cuarentenas, el distanciamiento social, la suspensión de conciertos y de los viajes, evitar las aglomeraciones en salas de cines y restaurantes, por ejemplo, son medidas que están en concordancia con lo planteado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Cualquiera que sea la estrategia de contención y prevención implementada, diseñada para salvaguardar vidas, están provocando un agudo retroceso en el sector turístico. Los empresarios de Granada lo saben y lo están viviendo en carne propia.

“Es algo totalmente inesperado y golpea. No es un balde de agua fría, es un balde de hielo”, sostiene Carli, quien mantiene la esperanza de reabrir su negocio.

Frase de René Sándigo, gerente del hotel La Merced en la ciudad colonial. Imagen: IP Nicaragua.

Después de las protestas en 2018, el sector venía teniendo una leve recuperación. La contracción se traducirá en la pérdida de miles de empleos, y en un mayor deterioro de la calidad de vida de las personas.

“En Granada que sobrevive del turismo la mayor parte de las personas están sin trabajo o con horario reducido (…) Yo considero que esto es una situación catastrófica”, añade Sándigo.

Comercio también es afectado

En Granada, un lugar de mucha historia es el Parque Central. La pujante actividad económica en ese lugar, que atraía a familias de distintas partes del país, ha disminuido.

El parque permanece vacío y en silencio. Con la falta de turistas han disminuido los típicos paseos de coche halado por caballos hasta en un 90%, afirmó Tyron Morales, quien tiene 12 años de brindar este servicio en la Gran Sultana.

Los coches, como el de Morales, que se acercan al parque, permanecen estacionados. Sus dueños permanecen atentos, con la esperanza de ser contratados. A veces el sueño les gana esperando por un cliente. Los chistes no faltan en esas reuniones forzadas de los cocheros que se encuentran en el lugar.

Para Morales, la rutina no ha cambiado en las últimas cuatro semanas. Insiste que el negocio está “palmado”.

“Por la pandemia -agregó- los extranjeros no están viniendo y el nacional tiene miedo de salir”.

Aunque tiene temor de contagiarse, Morales se ve obligado a salir a trabajar todos los días. La historia entre todas las personas que están vinculadas a la actividad turística se repite debido a las obligaciones familiares y las financieras.

Antes de que el virus comenzara a propagarse en el país, Morales cobraba entre 10 y 15 dólares por un recorrido turístico que podía durar entre 20 y 30 minutos.

Cuando un cliente solicitaba sus servicios, los ingresos que generaba con esta actividad también garantizaban la comida para el animal.

El turismo es una de las principales fuentes económicas de Granada. Foto: Orlando Valenzuela / IP Nicaragua.

La precariedad de la actividad ha obligado a los cocheros a disminuir el precio de sus servicios y ofrecerlo en 150 córdobas, pero la medida adoptada no es efectiva. No hay clientes.

Como una medida paliativa a la crisis que atraviesa decidió ofrecer servicio de taxi. Por transportar a las personas de un punto a otro dentro de la ciudad cobra entre 20 y 30 córdobas.

“El granadino utiliza el coche como taxi para moverse de un lugar a otro, de esa manera es que estamos medio sobreviviendo”, reconoce.

El parque, que en el pasado ha recibido visitas de famosos como la de Mario Luis Kreutzberger, mejor conocido como Don Francisco, luce desolado.

En uno de los costados, donde está ubicados los kioskos, los comerciantes que ofrecen el vigorón, un plato típico nicaragüense, aducen que las ventas han caído hasta un 70% desde que el pasado 18 de marzo el Gobierno confirmó oficialmente el primer caso de covid-19.

Granada es popular por el vigorón. Foto: El Nuevo Diario.

“La primera semana del virus estuvo malísimo, llegamos a vender entre 2 y 3 servicios de vigorones en el día”, expresó Nereyda Narváez, una mujer de 58 años.

Narváez llegó a este mercado hace 45 años, siendo apenas una adolescente. La crisis sociopolítica le obligó a cerrar el negocio, pero lo que está ocurriendo con la pandemia nunca antes lo había visto. Existe mucho “temor”, afirma.

Después del 18 de marzo, se vio obligada a cerrar su pequeño negocio. Generalmente, en este tipo de actividades los propietarios no llevan ningún tipo de registro contable porque son negocios informales.

Viven del “día a día” reconoce Narváez. A las pocas semanas esta pequeña comerciante tuvo que reabrir el kiosko. “No teníamos de otra que volver a salir”, señala.

Su retorno al parque no tuvo el éxito deseado. “Las calles estaban vacías, por el temor al contagio”, se quejó.

“Comparado a lo que vendíamos antes del virus, ahorita estamos en un 30%, si antes al día me vendía entre 25 y 30 libras de chicharrón, dos sacos de yuca y ahorita en estos días, ni medio saco de yuca estoy vendiendo”, dijo la comerciante.

Los comerciantes de los pequeños negocios ubicados en el parque Central tenían mucha expectativa durante la Semana Santa, pero con la propagación del virus, el destino les volvió a pasar factura repitiendo una situación similar, más bien peor a la de abril de 2018.

“Vino su gente a Granada, poca, pero vinieron y me atrevo a decirte que no a consumir, ni a gastar como años atrás”, comentó la comerciante.

Buscan otras alternativas

Bordeando la acera del parque encontramos a Julio César Gutiérrez, de 34 años. Las bajas ventas obligaron a este vendedor de artesanías a abrir su negocio únicamente los fines de semana.

La medida la viene aplicando desde hace tres semanas. Como “no hay mucho movimiento”, de lunes a viernes apoya a su esposa en un comedor. Él levanta los pocos pedidos que reciben y lleva los servicios delivery, mientras ella se encarga de preparar los alimentos.

“Me he dedicado a otras cosas para poder sobrevivir, ya después si Dios quiere y se va regulando esto podré venir todos los días como antes”, comentó.

Gutiérrez asegura que un profesional desempleado, aquí en Granada como en cualquier otra parte del país, busca la forma de “sobrevivir”, aun en medio de cualquier adversidad.

“Aunque sea agua helada vendés, pero uno no se muere de hambre”, afirma.

El parque Central es una parada obligatoria de toda persona que visita la Gran Sultana. En otro punto de este populoso atractivo turístico Luz Marina Orozco, de 50 años, permanece sentada en una silla ofreciendo rosquillas, pero pocas personas pasan por esa calle.

Así lucía Granada antes de la crisis. Foto: Orlando Valenzuela / IP Nicaragua.

Esta comerciante granadina, que tiene más de una década de estar en este lugar, considera que en esta ocasión las personas han tenido “conciencia” y están adoptando las recomendaciones del quedarse en casa. Es un acto de admirar dice la vendedora.

“Hasta el que no sabía rezar aprendió a rezar, y el que no era aseado, a fuerzas se hecho aseado”, dice Orozco.

Esta comerciante granadina es parte de esa inmensa mayoría que quisiera quedarse en su hogar hasta que se logre controlar la situación de la pandemia, pero sabe que no puede. Ella y su familia subsisten del ingreso que generan con la venta de este producto.

“Estoy tomando mis medidas, porque yo amo mi vida, amo mi salud”, dice Orozco mientras pregona con voz fuerte y ofrece la venta de rosquillas a las pocas personas que deambulan por el parque Central.

León sin turistas

A unos 93 kilómetros de la capital, al occidente de Nicaragua, está también la elegante ciudad colonial de León, mejor conocida como la “ciudad universitaria” que conserva su centro histórico con atractivos y antiguos edificios coloniales, pero que al igual que Granada se encuentra silenciosa desde la presencia del covid-19.

León se caracteriza por ofrecer una variedad de sitios de interés, donde se puede hacer turismo religioso, ecoturismo, turismo de aventura o histórico cultural, de playa, senderismo o precolombino.

No es común ver grupos de turistas que eran parte del “paisaje”. Foto: Orlando Valenzuela / IP Nicaragua.

Igual que los empresarios turísticos de Granada, en esta zona del país, una buena parte de los negocios permanecen cerrados.

En el balneario de Las Peñitas los negocios están abiertos, pero no hay bañistas que ocupen los cuartos de los hospedajes o las sillas de los restaurantes. Hay mar de fondo y se escucha a las olas llegar con fuerza a la orilla de la playa.

A pocos metros de la playa está un restaurante de comida italiana, conocido como La Puesta del Sol. De lunes a jueves sus puertas están cerradas, pero sus propietarios tomaron la decisión de abrir el fin de semana, desde viernes, pero en horario reducido, es decir de cinco de la tarde a nueve de la noche.

Tratando de brindar tranquilidad a los usuarios que puedan solicitar sus servicios están ofreciendo delivery “con todas las medidas de seguridad necesarias garantizadas”.

“Estamos esperando que todo se pueda componer y se pueda reabrir por completo”, confió Emanuela Lucadeli, una italiana que decidió invertir en Nicaragua hace dos años.

Lucadeli llegó a Nicaragua en enero de 2018. Tres meses después se desataría una espiral de violencia en el país que cobró la muerte de cientos de personas. Esta italiana no detuvo sus proyectos, abrió al público en agosto de ese mismo año.

La crisis sociopolítica cambió el panorama de la industria turística que venía por buen camino, incluso Lucadeli comenzó a experimentar el éxito en su negocio. En la actualidad, la pandemia del covid-19 ha frenado el crecimiento de su negocio.

“Nos gustaba el lugar y queríamos hacer una vida tranquila, esperamos que todo se componga en el futuro y si se puede mejorar con el trabajo bien”, aduce la empresaria turística.

Turismo está “decaído”

Pese a los esfuerzos y las actividades convocadas por el Gobierno, desde el Instituto Nicaragüense de Turismo (Intur), la actividad económica está teniendo un retroceso mayor.

El “miedo” por la pandemia, el desempleo y la crisis económica que vienen arrastrando los nicaragüenses por tercer año consecutivo pone en agonía la actividad que hasta hace unos años era pujante en la ciudad universitaria.

En la actualidad, no es común ver grupos de turistas que eran parte del “paisaje” en la ciudad colonial de León y caminaban por las aceras del parque o se dirigían a otro punto de distracción.

“Ya no se ve, lamentablemente (…) El turismo internacional no está viniendo”, afirma categóricamente una empresaria del sector que prefirió el anonimato por temor a represalias en su negocio.

La crisis sociopolítica cambió el panorama de la industria turística. Foto: Orlando Valenzuela / IP Nicaragua.

Para esta pequeña empresaria hotelera las dos crisis, la sociopolítica y la pandemia, han sido “durísimas”. En su caso el hotel está cerrado y con mucho pesar tuvo que regresar a sus casas al personal que tenía.

El turismo dejó a Nicaragua ingresos por 430 millones de dólares en 2019, un 48.8 % menos que lo percibido en el 2017, cuando se captaron 840.5 millones de dólares antes de que estallara la grave crisis sociopolítica que atraviesa el país. A esta actividad económica le tomará al menos una década recuperarse, estiman representantes de Canatur.

El año pasado, según datos recopilados por esta cámara en sus territorios, llegaron al país 1 millón 50 mil turistas extranjeros. Lo anterior representó una reducción del 41% con respecto a los 1.7 millones de visitantes que llegaron al país en el 2017, considerado el último año bueno antes del estallido social.

En el centro de la ciudad todavía se ven abiertos algunos bares, pero están “vacíos”. “He escuchado que algunos colegas se están saliendo del rubro, ya no aguantan”, puntualizó una empresaria del sector.

El turismo en Granada y León agonizan en medio de esta nueva crisis, ahora sanitaria, que avanza abruptamente, dejando a su paso desolación y temor.

Colaboración: Eva Inestroza.

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