Delrin Chavarría es originario de Puerto Cabezas y todos los días realiza una noble labor humanitaria al abastecer de agua a miles de migrantes sedientos y sin fuerzas que transitan la Selva del Darién, en Panamá.
Delrin tiene un posgrado en Agua, Saneamiento e Higiene con enfoque en contextos de emergencia en la Universidad de Alcalá y una maestría en cooperación con foco en desarrollo, agua y saneamiento, cursada en Milán.
La nobleza, su visión, su historia y el gran conocimiento de Chavarría fueron dos cualidades que las autoridades del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Panamá miraron en él para ser contratado como técnico en aguas.
Héroe desde junio de 2021
Desde junio de 2021, su tarea es mantener y hacer crecer un sistema que permita potabilizar agua para los migrantes que transitan la selva del Darién, donde ya se contabiliza el tránsito 125 mil personas.
Los migrantes provienen de Cuba, Venezuela, Haití y de países de África.
Un dato que preocupa en este drama es el aumento de la migración infantil, el que ha quedado en evidencia ante el alarmante número de menores que llegan a Panamá por la ruta del Darién.
Una de cada 5 personas en movilidad por esta ruta son niños, niñas y adolescentes; 77% de los cuáles son menores de 5 años.
Estaciones de recepción migratoria
Panamá cuenta con estaciones de recepción migratoria en la provincia de Darién (Bajo Chiquito, Lajas Blanca y San Vicente), y en Chiriquí (Planes de Gualaca), fronteriza con Costa Rica, donde atiende a los grupos de migrantes.
En Lajas Blancas hay muchos cestos de basura, carpas desperdigadas por zonas donde las familias descansan, dan de comer a sus hijos o cocinan, y un centro de atención médica.
El nica oriundo de Puerto Cabezas trabaja en las Lajas Blancas, una de las tres Estaciones de Recepción Migratoria (ERM).
Cada día, por esa zona transitan cientos de migrantes que atraviesan la selva durante días sorteando los ríos bravos, las lomas imposibles, los animales salvajes y bandas armadas que abundan en la frontera natural entre Colombia y Panamá.
Entre las tareas que le corresponden a Delrin, destaca la coordinación de los técnicos de su equipo para chequear si las bombas de agua funcionan, si hay suficiente agua almacenada para filtrar y si hay de la potable disponible para tomar.
También le corresponde coordinar acciones de limpieza como reciclado de residuos, saneamiento y también higiene: duchas, baños portátiles, puntos de lavado de manos.
Joven de Puerto Cabezas, un migrante indígena
Chavarría es un migrante indígena, que ayuda a miles de migrantes en una de las travesías más duras que sufre América Latina, sus compañeros de trabajo le describen como un hombre alto y amable.
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Nació en Karatá, Puerto Cabezas, una comunidad indígena de Nicaragua y su condición migrante en Panamá le da un valor de conciencia y amor a su trabajo.
Chavarría dijo que desde muy pequeño recuerda que en su comunidad juntaban agua de la lluvia porque no había otra manera de conseguirla.
Explicó que tampoco había escuela más allá de la primaria, así que a los 12 años, Delrin partió de su comunidad a Puerto Cabezas, en busca de mejores oportunidades.
Ese pequeño niño, jugando en un rincón natural hermoso, pero difícil lo ha llevado a tener amor hacia los migrantes que transitan sedientos, sobreviviendo a las dificultades que se presentan en la selva del Darién, en una travesía peligrosa.
«En mis comunidades vas a clases descalzo y en short, en la ciudad había que ponerse zapatos», dijo Chavarría, siempre sonriente.
Obtuvo una beca
El oriundo de Puerto Cabezas narró que una beca le permitió ir a la universidad Managua y luego cursó una maestría en Gestión de Riesgo y, tras algunos trabajos en asistencia humanitaria y conservación que lo llevaron por toda la Costa Caribe, cruzó el océano para continuar capacitándose en Europa.
«Soy parte de esa migración porque busco mejores oportunidades para tener felicidad, bienestar, alegría», dice Delrin en homenaje realizado por la UNICEF Latinoamérica.
«Siendo indígena las oportunidades son pocas, en mi zona el narcotráfico es altísimo y yo tenía ambiciones, curiosidad de salir y conocer el mundo. No quería quedarme, estancarme», dijo.
En 2018, Delrin viajó a España para cursar un posgrado en Agua, Saneamiento e Higiene con enfoque en contextos de emergencia en la Universidad de Alcalá.
Luego fue a Milán, en Italia, para una maestría en cooperación con foco en desarrollo, agua y saneamiento.
La última parada, antes de llegar a Panamá, fue Sudán del Sur, donde lideró un estudio sobre agua.
Según describe la UNICEF, cuando Delrin llegó a Darién, a mediados de 2021, el territorio le pareció familiar.
Geografía le ayuda
La geografía rodeada de comunidades indígenas, como la suya, para trabajar con migrantes como él en el tema que más le obsesiona: agua y saneamiento.
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A las pocas horas entendió que éste era parte del continente roto, sin infraestructura, hay comunidades sin agua potable, buscar en el río cercano es mala idea porque no es limpia y la lluvia es abundante pero no se almacena ni se filtra.
«Era terrible», dijo. «Los niños llegaban, como ahora, con cólicos, hongos en la piel, problemas gastrointestinales y no tenían agua para tomar ni para lavarse», explica un reportaje publicado por la organización.
«Necesitan descansar, curarse, recobrar la fuerza. Ser tratados con dignidad y humanidad», dice Delrin.
Las autoridades de la UNICEF Latinoamérica se siente orgulloso del trabajo de Delrin, describen que para él el agua es una de sus obsesiones, creció sin ella y sabe que es fundamental.
