Violencia contra personas LGBTIQ+: la verdad oculta en la Costa Caribe de Nicaragua

Frecuentemente son víctimas de violencia, discriminación y estigma por su condición étnica y su identidad sexual. En medio de su resistencia, afirman que tampoco encuentran acceso a la justicia en Nicaragua

En el mundo del estilismo en Bluefields todos conocen a Lady Gaga, una mujer trans originaria de Managua. Hace 14 años emprendió un viaje largo rumbo a la Costa Caribe Sur en busca de oportunidades laborales, pero también para empezar una nueva vida en otro lugar. Anhelaba una vida donde pudiera ser «aceptada y respetada como persona trans», pero como otras personas de la comunidad LGBTIQ+ sufre discriminación.

Siempre vestía de mujer y solía maquillarse, pero debido a eso en su nuevo destino enfrentó discriminación. «Ellos (en la Costa Caribe) no están acostumbrados a ver a una persona, así como yo, en Managua hay más libertad de expresión. Las transexuales, las lesbianas, es algo cotidiano y al venir me encontré con una ciudad como más conservadora», cuenta.

Lady Gaga recuerda que un día cuando caminaban por una de calle de la ciudad en Bluefields vivió un episodio de violencia física y verbal junto a otros miembros de la comunidad LGBTIQ+. “Iba caminando con mi pareja y dos muchachos más que eran gay. Venía un grupo de muchachos menores de edad y comenzaron a decirnos malas palabras y ya no les bastó eso, sino que nos comenzaron a agarrar a pedrada”, cuenta.

Asegura que su reacción fue correr para evitar la agresión y decidieron no actuar porque “lo primero que iban a decir es que los cochones agredieron a los muchachos”.

Cuando decidió reconocer su identidad sexual, a los 17 años, su mamá se enfureció y la corrió de la casa. «Ellos esperaban que yo desempeñara un papel ante la sociedad de un hombre. Pero al crecer, pues uno se va dando cuenta y yo sentía que me atraían los niños, los del mismo sexo. Yo jugaba con las niñas y a los 17 años fue que yo decidí salir del clóset», cuenta.

No obstante, aunque dice que fue un proceso difícil su papá le brindó el apoyo necesario. Años después, su mamá lo aceptó y mantiene una excelente comunicación con ellos.

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El salón de belleza de Lady Gaga ha crecido poco a poco en Bluefields. Cortesía.

Mujeres trans son estigmatizadas

Ludwika Vega, representante de la Asociación Nicaragüense de Transgéneros (Anit), una organización conformada por mujeres transgéneros, explica que para ellas el simple hecho de maquillarse y usar accesorios femeninos representa un grave peligro.

“La violencia y las agresiones las recibimos porque expresamos una identidad de género no acorde a la que la sociedad quiere que mantengamos. Nosotras vivimos combatiendo estos estigmas, prejuicios, día a día y muchas veces la muerte está al lado”, comenta Vega.

A la discriminación que sufren por su identidad se le suma la falta de acceso laboral, el racismo y la desprotección del Estado en materia de justicia. “Tenemos casos en los que la policía dice que son casos de problemas sentimentales, que después regresan con sus parejas y les gusta que las estén golpeando. Sea así o no sea así, ellos tiene que ver la situación de violencia que estamos pasando”, reclama Vega.

Las marcas de la infancia

En Bluefields también vive Kaurni, de 39 años, quien abiertamente dice ser homosexual. Y aunque ahora lo reconoce públicamente recuerda que no todo fue fácil. Kaurni tuvo una niñez marcada por las burlas, los rechazos y abusos por su orientación sexual.

Kaurni luchó por romper las barreras y estereotipos de la sociedad, incluyendo los de su familia, pero asegura que el costo fue alto, que todavía tiene cicatrices que no ha podido sanar.

Cuando Kaurni descubrió que sentía atracción por las personas de su mismo sexo, tenía entre 9 y 10 años. «En ese entonces yo no sabía lo que eran los gays, las lesbianas, las trans, pero sí sentía atracción por chavalos de mi mismo sexo. Y como en el colegio se burlaban de mí, me decían niña, marica, nena, me decían un sinnúmero de cosas, me limitaba a salir de mi casa. A la edad que tengo, aun cuando lo recuerdo me dan ganas de llorar», afirma.

La infancia de Kaurni estuvo marcada también por el abuso sexual. Otro episodio que marcó su vida ocurrió cuando tenía 15 años, su único hermano menor falleció a los 11 años.

Escenario en la Costa Caribe es «complejo»

Una defensora de derechos humanos de la Costa Caribe de Nicaragua, que pidió hablar bajo anonimato, plantea que el escenario de derechos humanos en la Costa Caribe “es bastante complejo porque la sociedad todavía no ha logrado de alguna manera entender algunos comportamientos sociales que se asocian con derechos humanos”.

“Como una sociedad bastante conservadora, estas expresiones tienden a ridiculizarse, tienden a de alguna manera ser criticadas, pero fundamentalmente ponen en riesgo a aquellas personas que tienen las preferencias (sexuales)”, señala la defensora de derechos humanos.

Las barreras culturales, ideológicas y religiosas impiden, según la defensora, reconocer los derechos de la comunidad LGBTIQ+.

“Inicia muchas veces desde el hogar, donde algunas familias sienten pena o vergüenza, más que todo porque uno de sus hijos o hijas tienen preferencias sexuales diferentes a lo que se conoce, y que algunas veces tratan de ocultarlo, pero cuando ya la sociedad en su conjunto empieza a ver esas manifestaciones, por lo general, hay cierto rechazo”, explica.

En la Costa Caribe se han dado situaciones bastante extremas y en algunos ocurre que llegan a la violencia física como medida última para tratar de “componerlos”, comenta la defensora.

“Muchas personas quieren asociarlo a una situación traumática de la niñez. Lo importante es que también somos una sociedad tolerante. Es decir, no se tolera que se golpee a una persona por su forma de pensar o por su tendencia sexual, pero todavía existen personas que reaccionan ante un acercamiento de una persona de la diversidad sexual”, lamenta.

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Lady Gaga migró hace 14 años a la ciudad de Bluefields. Cortesía

La “ley” de la violencia

Según defensoras de los derechos humanos las agresiones y violencia contra las comunidades LGBTIQ+ en la zona han sido promovidas por el irrespeto del Estado a la identidad cultural de las etnias y a la clara desprotección que ha habido de estas poblaciones. “Si hay un sector que no está reprimido son los que están con ellos, los que son parte del aparato represivo”, explica Daysi George, defensora de los pueblos indígenas.

“No les interesa la cultura de los pueblos indígenas, no les interesa el desarrollo humano de esas comunidades ni el bienestar para los pobladores. ¿Adónde recurrir para buscar derechos humanos? no hay», denuncia.

En este sentido, Anexa Alfred, otra dirigente social del Caribe explica que estos casos se derivan de la exclusión institucionalizada contra los liderazgos indígenas. “Es un producto del colonialismo que ha impuesto el concepto de género y de muchas otras cosas”, considera.

“Las personas LGBTIQ+ son personas que sufren muchísimo. Es importante traer a la luz las violaciones a los derechos humanos que sufren por su posición”, recomienda Alfred.

No hay acceso a la justicia

La gran mayoría de personas de la comunidad LGBTIQ+ cuando son víctimas de agresión no denuncian por miedo a la “revictimización”, una práctica muy común de la policía del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

“La policía no hace nada (…) No tenemos derecho a la hora de ir a poner una denuncia, y si nosotros vamos, pues somos objetos de burla, porque entre ellos ya comienzan a murmurar, comienzan a decir, ahí te buscan, ahí te la mando”, explica Lady Gaga.

El movimiento feminista La Corriente a través de su Observatorio de violaciones a derechos humanos de personas LGTBIQ+ en Nicaragua reveló que solo en el primer semestre del 2023 ocurrieron 20 casos de discriminación y violencia de género en Nicaragua. Aunque Managua ocupa el primer lugar con ocho denuncias, el Caribe Sur se posiciona en el segundo puesto junto con Masaya, Chinandega y León.

Lo preocupante de estos casos es la impunidad con la que se atenta contra la vida de quienes integran la comunidad LGBTIQ+. Por ejemplo, el pasado 6 de enero en Bluefields se registró la agresión a Nikki, una mujer trans perteneciente a la etnia creole. Fue victima de una golpiza propinada por su vecino en el barrio Punta Fría.

Aunque hubo denuncia ante la policía fue revictimizada por su “apariencia”. “A raíz de todo esto yo he buscado como no seguirme vistiendo con mis faldas, mis tacones y toda mi vestimenta de chica trans, a pesar de que yo me considere una chica trans”, dijo la denunciante, según el observatorio.

 

En medio de su resistencia, afirman que tampoco encuentran acceso a la justicia en Nicaragua

 

El trabajo de concientizar a la familia

Kaurni señala que «la homosexualidad no está bien vista ante la sociedad y en una familia religiosa, por la cultura y tradiciones». En su caso, luego de la muerte de su hermano se convirtió en hijo único, y dice que «ha sido bastante dura la aceptación, pero no imposible».

«Por todo lo que he pasado, los conocimientos que he adquirido he venido sensibilizando e informando a mi familia de que todos somos iguales», dijo Kaurni, quien es coordinador de la Diversidad Sexual, en Bluefields.

Debido a la discriminación y la falta de oportunidad laboral, Kaurni tampoco pudo terminar sus estudios universitarios. «Quedé en tercer año de la carrera de derecho, por motivo de discriminación en la universidad. Hoy me arrepiento de haber dejado mis estudios, pero las circunstancias no me permitieron seguir», lamenta Kaurni, quien se gana la vida como comerciante.

Braulio Abarca, abogado del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más afirma que la comunidad LGBTIQ+ está sometida a múltiples vulneraciones en materia jurídica que limitan su desarrollo.

“Pese a que Nicaragua es el país con el Código de Familia más reciente en Centroamérica no están incluidas las personas LGBTIQ+ dentro de la definición de quienes pueden acceder a una familia, al matrimonio igualitario o a los derechos sociales y económicos”, explica el defensor.

Pocos avances en la sociedad

El cierre de organizaciones no gubernamentales (ONG’s) de parte del régimen de Daniel Ortega ha eliminado toda forma de promoción de los derechos LGBTI y ha cerrado las puertas a mecanismos independientes de protección en casos de violencia.

“Yo recuerdo, cuando tuve la oportunidad de trabajar en Nicaragua en la zona de Waspán, Puerto Cabezas y Bluefields, que aún existían casos donde personas LGBTIQ+ eran expulsados de sus casas por sus familias y se encontraban en condición de calle y en otros casos recurrían a la sexo por sobrevivencia”, rememora Abarca.

Frente a este clima de impunidad las organizaciones sociales llaman a la sensibilización, prevención y apoyo a las victimas como parte de los procesos de reparación social.

Después de 14 años, Lady Gaga camina un poco más tranquila por las calles de Bluefields, porque afirma que muchas personas se han identificado con su historia y aunque no hay una aceptación al cien por ciento, la gente se va “concientizando” y aceptando que son personas que tienen “derecho a vivir, amar, y ser felices”.

 

 

*Trabajo colaborativo de Redes de Nicaragua