VOZ DE AMÉRICA
MANAGUA – En las boletas de las elecciones presidenciales en Nicaragua previstas para este 7 de noviembre solo aparecerá un rostro conocido: Daniel Ortega.
Tras eliminar a la oposición al encarcelar al menos a siete aspirantes a la presidencia y utilizar los poderes del Estado para suspender a partidos políticos, el mandatario de 75 años de edad correrá como “candidato único” en los comicios de este año, dice a la Voz de América el director de la División de las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco.
El resto de los partidos que han quedado en la contienda son considerados como colaboracionistas y señalados de recibir prebendas del oficialismo para “simular elecciones democráticas”, según la oposición.
El último golpe de Ortega a los comicios de este año fue el viernes por medio del Tribunal Electoral, que canceló la personalidad jurídica al partido opositor Ciudadanos por la Libertad, tras una denuncia de otro partido señalado de ser afín al mandatario. El partido Ciudadanos por la Libertad (CxL) se convirtió en el tercero anulado de la contienda.
La Fiscalía informó el miércoles pasado en un comunicado que presentó una acusación contra la aspirante opositora Berenice Quezada por realizar «actos que incitan al odio y la violencia».
El Gobierno de Estados Unidos denunció a través del secretario de Estado, Antony Blinken, que la medida de Ortega, de suspender al “último partido genuino de oposición subraya su deseo de permanecer en el poder a toda costa” y advirtió que el proceso electoral “ha perdido toda credibilidad”.
“Estados Unidos considera las últimas acciones autoritarias y antidemocráticas del régimen, impulsadas por el temor de Ortega a una pérdida electoral, como el golpe final contra las perspectivas de Nicaragua de unas elecciones libres y justas a finales de este año. Ese proceso electoral, incluidos sus eventuales resultados, ha perdido toda credibilidad”, dijo Blinken en un comunicado este sábado.
Ortega, quien se encuentra bajo fuerte presión internacional por la ola de arrestos, ha acusado a la oposición y a Washington de tratar de boicotear los comicios presidenciales.
También países como Canadá, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y otras organizaciones han expresado su preocupación por el rumbo que lleva Managua, bajo la Administración de Ortega.
“Canadá llama a Nicaragua a revertir su decisión de descalificar a otro partido político de las elecciones de noviembre y cumplir sus compromisos con el estado de derecho. Canadá está con el pueblo de Nicaragua y solicita democracia y elecciones libres y justas”.
Ortega gobierna Nicaragua desde 2007 y buscará su tercera reelección consecutiva para mantenerse en el poder hasta 2027, junto a su esposa, Rosario Murillo, quien lo acompaña en la vicepresidencia desde 2017.
Vivanco dice de Human Rights Watch valora que tanto Ortega y Murillo ejercen el poder “de una manera despótica” y menciona que “deliberadamente se imponen sobre la base del terror” al arrestar a varios opositores de liderazgos en Nicaragua.
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“Ortega está, yo diría, fuera de control. Él y su esposa ejercen el poder de una manera despótica. Frente a estos hechos no cabe otra opción para la comunidad internacional que incrementar la presión, las sanciones. Mostrarle a Ortega que la comunidad internacional no está dispuesta a hacerse de la gota gorda”, señaló Vivanco.
Vivanco valoró como inaudito que “en pleno siglo XXI un déspota como Ortega, de una manera descarada siga adelante con un plan que simplemente lo que busca es perpetuarse en el poder y no correr el mínimo riesgo y eso implica la persecución y marginación contra cualquier candidato democrático que pudiera hacerle sombra”.
Ortega se aprovecha de crisis en Latinoamérica
El abogado y director de HRW valora que el mandatario nicaragüense hace las movidas “antidemocráticas” aprovechando las crisis que se han dado en otros países de Latinoamérica, como en Venezuela con Nicolás Maduro; El Salvador, con Nayib Bukele, Guatemala con Alejandro Giammattei y Honduras con Juan Orlando Hernández.
“Lamentablemente, América Latina no pasa por un buen período y eso es uno de los factores que contribuyen a explicar por qué Ortega se puede dar el lujo de cometer las barbaridades que está ejecutando sin que esto tenga mayores repercusiones a nivel regional”.
“Los vecinos de Nicaragua, con la excepción de Costa Rica no tienen precisamente unos antecedentes que permitan augurar una presión regional contundente y fuerte”, concluyó Vivanco. “La región atraviesa una época difícil, de grandes amenazas, retrocesos y de incertidumbre, respecto a lo que es el apegado a los valores democráticos, a las libertades públicas y a los derechos humanos”.