Las personas migrantes no son una “carga económica” para los países de acogida, pues su fuerza laboral, su aporte en emprendimientos, consumidores, ahorradores e inversionistas los convierte en agentes de desarrollo, destaca la oficina regional para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM).
En el caso de Nicaragua, la migración se visibilizó a mayor escala a partir de 2018, tras la crisis sociopolítica de abril de ese año y el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo recrudecieron las políticas dictatoriales en la población. En los últimos tres años, los reportes de solicitud de asilo aumentaron significativamente en Estados Unidos, Costa Rica, Panamá, España y Canadá. El economista Manuel Orozco, estima que alrededor del 20% del total de la población nica ha migrado, cuya tendencia bajará en 2023.
En los países antes mencionados, están asentados nicaragüenses en su mayoría jóvenes, cuyo nivel educativo y edad laboral está en pleno desempeño. Esa fuga de talento, fuerza y bono demográfico son activos que el país deja ir, sin preocupación de ejecutar una política clave para frenar ese ritmo de salidas, advierte el economista Marco Aurelio Peña.
“Se evidencia la fuga de talento y la fuga de músculos, porque el mercado de trabajo no logra absorber a todo el talento humano y a toda la fuerza de trabajo por sus grandes desequilibrio que son estructurales”, detalla el economista.
También resalta que “el desempleo”, ha sido el talón de aquiles en los nicaragüenses. Porque un país que brinde condiciones no registra tal nivel de migración. Los nicaragüenses hacen un análisis de costo- beneficio y emprenden el viaje pese al “enorme riesgo” que implican las migraciones irregulares como por ejemplo el viaje rumbo a Estados Unidos.
“Aún así en condiciones de incertidumbres, las personas deciden hacerlo y eso es una prueba de cuán mal se encuentran en su país de origen. Entonces por esa parte, la migración tiene su parte dramática, la migración irregular y la desprotección de derechos humanos de las personas que pasan de esa manera. ¿Qué pasa?, el país de origen va perdiendo talento humano. Porque ese excedente de talento humano no es consumido por ese gran desequilibrio entre la oferta de trabajo y la demanda de trabajo. Si las personas se van es porque están renunciando a ese trabajo informal o al subempleo”, detalla el economista.
Ante esa realidad, las personas migrantes se convierten en doble aportadores de desarrollo, porque en el país donde está asentado cumplen con las leyes fiscales, trabajan, invierten y consumen y en su país de origen inyectan a la economía a través de las remesas que al menos en Nicaragua, por cada diez dólares que ingresan, ocho están destinado para el consumo, ha referido la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua.
Es por eso que la OIM resalta que “la migración puede ser una herramienta para la reducción de la pobreza para los migrantes y sus familias”. También sugiere que es importante empoderar al migrante para que se visibilice como sujeto de derechos y aportador del desarrollo.
La OIM resalta cinco tipos de personas migrantes sobre la base de informes de organismos financieros vinculados al aporte económico a nivel mundial.
Los Trabajadores. Estos son parte del mercado laboral y a la vez tienen efectos sobre él; también alteran la distribución del ingreso en el país e influyen en las prioridades de inversión interna.
Emprendedores e Inversionistas, crean oportunidades de trabajo y promueven la innovación y el cambio tecnológico. Los Económicamente Activos y ocupada del país. Estos contribuyen como consumidores. En Costa Rica una investigación de la CEPAL del 2018 encontró que, en algunos segmentos, el consumo mensual de los hogares migrantes era 10% mayor que el de no migrantes.
Aportan como contribuyentes. Estos aportan al presupuesto público y se benefician de los servicios públicos. Como ahorradores, es en cuerpo muy sustancial y cada vez mayor de pruebas demuestran la importancia central de las remesas de los migrantes para el sustento de las familias y las comunidades locales en los países de origen. El dinero que los migrantes envían a sus casas puede ser una importante protección contra gastos imprevistos, respaldando la estabilidad financiera y la resiliencia de las familias.
En los Objetivos de la Agenda 2030, promueven la migración de forma segura, ordenada y regular, donde la integración de los migrantes esté en el centro de las políticas públicas de los gobiernos, mediante la promoción del bienestar y la protección de los derechos humanos de todos ellos. El reto está en que se ejecute y naturalizar el derecho de migrar.
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