Redacción / IP Nicaragua
Emprender no es un juego y eso lo saben tres mujeres nicaragüenses que con perseverancia y creatividad han logrado sobrevivir con sus negocios.
Sus primeros “nuditos” tejiendo recuerda que los hizo a la edad de 10 años. Fue de la mano de una compañerita de clases que aprendió este bonito arte que hasta el día de hoy la acompaña.
“Yo la miraba que mi amiga tejía en las horas de recreo y le dije ‘quiero aprender’, le pregunté si me podía enseñarme y me dijo que sí. Entonces yo me iba por las tardes a su casa y nos poníamos las dos a tejer”, cuenta Brenda Elizabeth Molina, quien está detrás del proyecto Artideas Manualistas.
Molina es socióloga de profesión y recuerda que lo primero que diseñó en su niñez fue un monedero.
Después vinieron cosas más grandes como tapetes, que según ella se usaban mucho en esa época en las casas, hasta caer ahora con las coloridas carteras de trapillo, “un producto que lo podés andar en cualquier lado, es bonito y lo mejor es de algodón”, añade.
Artideas ya existía en el Centro Comercial Managua, pero su emprendimiento surge en enero de este año con las carteras de trapillo.
“Se me encendió la chispa y dije voy hacer lo que siempre he hecho: tejer, pero nunca había tejido con trapillo, comencé, me gustó, miré que el resultado era bueno y me dije por aquí voy”, confesó Molina.
El trapillo es tela reciclada que compra en las empresas que hacen camisetas, es la materia prima de donde surgen hermosos y coloridos bolsos.
“Cuando comencé a tejer en la tienda, como aquí ofrecemos diversos cursos, mi otra socia, Margarita Argüello, me dijo que porque no impartía un taller de trapillo, lo hice, me vinieron alumnas, como siempre mujeres”, manifestó.
Además de bolsos y carteras, también diseña pantuflas. “Hice 20 pares de pantuflas para llevarlas como donación a un asilo de ancianos en Matagalpa», recordó.
En Artideas Manualistas se imparten talleres de resina, bisutería, porcelana fría, cartonaje, que es para aprender a hacer cajas y bolsas, además de talleres de repujado.
Guadalupe Martínez, especialista en emprendimiento e innovación, define el emprendimiento como una idea que nace de la creatividad de la persona.
“Cuando uno de repente se queda en un espacio determinado y dice tengo que hacer algo, nace una idea y luego se implementa», explicó Martínez.
Entre las características que debe tener todo emprendedor, la primera es ser resiliente, “si vos sos resiliente, te vas adaptando a la situación, o vas mejorando alguna idea, pero sin desfallecer», aclaró.
Lo otro es ser apasionado, ya que le tiene que gustar mucho a la persona lo que va hacer. Otras de las características es ser enérgico y constante.
Desde tortas de chocolate, alfajores, pie de limón, rosca de reyes, tres leches, volteado de piña, pío V, pastel de zanahoria, carlota de limón, arroz con leche hasta galletas decoradas, son las delicias que elaboran las manos mágicas de Amanda Lucía Pérez.
“Desde niña aprendí lo básico, mi mami los elaboraba y como en ese entonces ella no tenía batidora, yo le ayudaba a batir a mano y así me fui enamorando de la pastelería. Ahora voy a cursos y los tutoriales son de mucha ayuda”, refiere la propietaria de Queques Caseros.
Queques caseros es un emprendimiento que surgió en el 2014 y nace con la idea de formalizar los
encargos que le realizaban.
“Muchos me preguntaban cómo se llamaba mi negocio, entonces dije ya es tiempo de ponerle nombre y así nació Queques caseros”, recuerda.
Sus inicios no fueron tan difíciles, pues asegura que tenía los moldes de su mamá, eran como ocho para entonces. Actualmente posee en su inventario unos 20 moldes y seis bandejas.
Su primer producto jamás lo olvidará, aparte que fue su “prueba de fuego”, tiene un significado muy especial ya que diseñó una torta para el cumpleaños de su única hija.
“Fue difícil porque yo estaba acostumbrada a que mi mamá me dijera cuanto había que poner de ingredientes», afirma.
Desde septiembre del año pasado Kassandra Tenorio se dedica a embellecer las manos de decenas de mujeres, un proyecto “glamuroso” que la vino a redescubrir como mujer y a reconocer su talento.
Es periodista de profesión, pero las circunstancias actuales la llevaron a realizar esta actividad estética.
“Cuando aún trabajaba como periodista, inicié un curso de uñas acrílicas los fines de semana, el cual duró un mes», recordó.
«Lo tomé porque me gustó ver el resultado de mis uñas cuando iba a un salón de belleza y me encantó el proceso que estaban haciendo en ellas”, confiesa la joven.
Nunca se imaginó que lo que tomó como un hobbie se iba a convertir en un emprendimiento.
El quedar desempleada la impulsó a tomar este trabajo con seriedad y “a echarle ganas».
«Ya no me veo si no es haciendo ésto, siempre supe que en mí había mucha creatividad y siento que a través de este oficio puedo poner en práctica todas mis ideas”, añade la joven de 26 años, que asegura que jamás de se había imaginado que en un futuro sería artista de uñas.
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