Texto y fotos de Orlando Valenzuela
Este es un viaje imaginario por la jungla tropical y el encuentro con un mundo donde los animales hablan, sienten y viven a plenitud en un ambiente de armonía que solo es amenazado por la presencia del hombre, que por codicia y con hacha, motosierra y tea en mano, va arrasando toda la vida que hay en el bosque.
A través de un personaje mítico que representaba al espíritu de la selva, protector de todos los animales, con su traje manchado como piel de jaguar, la cara cubierta de barro y trozos de hojas, manos fuertes, oscuras y rollizas que sostenían un bastón viejo y largo y sus pies volteados hacia atrás, el Viejo del Monte caminaba entre la jungla siempre cargando entre uno de sus hombros a un loro verde cabeza amarilla, que él llamó Ecat.
Con una prosa sencilla, didáctica, rica en descripción de la inmensa biodiversidad animal y vegetal, Julio Guevara Arcia nos cuenta en su novela «El Viejo del Monte», la historia natural de un paraíso terrenal que desde niño ha visto y disfrutado a su alrededor en su nativa isla Mancarrón, una de las 32 que forman el archipiélago de Solentiname, en el extremo sureste del gran Lago de Nicaragua.
El Viejo del Monte y su amigo, el loro Ecat, quieren conservar el bosque y proteger a sus principales huéspedes; los animales, pero se enfrentan con la maldad, que vestida de cazador, va depredando la selva para cazar al jaguar y todo lo que se mueva delante de él.
En su novela, Guevara nos muestra la belleza y el aroma de las flores que atraen a los colibríes, el canto de los cenzontles y la incursión de las guatusas buscando semillas entre el bosque, así como el vuelo sereno de las garzas blancas a la orilla de las aguas del Gran Lago, las puestas del sol rojizo y las mañanas llenas de cantos de güises, oropéndolas y espátulas rosadas.
También describe el vuelo de las mariposas y muchas otras especies, como venados, dantos, loros, pájaros carpinteros, cenzontles, salta piñuelas y urracas, que se confundían con los aullidos de los monos congos y monos araña y el croar de ranas y sapos en los charcos que se forman después de la lluvia.
Madroños en flor, almendros, orquídeas, helechos, mangos maduros, majestuosos guanacastes y ceibos que esparcen sus semillas en motas que flotan en el aire y van a caer lejos.
Jamás se había reunido tanta vida animal y vegetal en un solo lugar. Ese lugar mágico existe, pero está en peligro por la mano codiciosa del hombre y esta novela nos hace un llamado a proteger el bosque y sus huéspedes; los animales.
A continuación, una galería de las especies de animales que Julio Guevara encontró en los bosques de las islas de Solentiname y que las presenta en «El Viejo del Bosque».
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