Redacción / IP Nicaragua
Sentado en una mecedora, con el rostro relajado y las manos en movimiento, así se le ve en su tiempo libre a Luis Gustavo Murillo Orozco, un rostro familiar para muchos estudiantes de economía de la Universidad Centroamericana (UCA).
A inicios de año, este economista, abogado y docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de esa alma mater, descubrió una de sus habilidades artísticas: el tejido con trapillo.
“Recuerdo que llegué a la tienda de Eli Molina (amiga e instructora) y me mencionó que quería hacer un experimento con una persona con mis características y le dije que no tenía ningún problema, fue así que tomé el curso de tejido con trapillo, claro un poco lento porque nunca había tejido, pero me llevó tres o cuatro semanas terminar un bolso”, cuenta el docente.
Tiempo suficiente para descubrir que es un arte relajante. Murillo asegura que se sintió bien y que no ve algún problema que un hombre a su edad, siendo un profesional se dedique a tejer.
“No lo estoy haciendo para actividad económica, ni para sobrevivir sino como un desestresante”, aclara.
Hasta el momento ha tejido un bolso que le regaló a su hija, aunque al inicio ella se sorprendió y fue incrédula, quedó fascinada con el detalle.
“Lo más difícil al inicio fue que me dolían los dedos porque creo que agarraba mal la aguja y en determinado momento me dolieron, pero después la instructora me fue orientando, tenía que aflojar un poco más el trapillo, tenía que agarrar las agujas de manera más horizontal, ahora sufro menos”, cuenta.
Murillo Orozco es docente del departamento de Economía Aplicada y Administración y destaca por dar clases de economía y derecho, aunque refiere que su fuerte es la parte de la economía en materia de desarrollo, microeconomía, economía internacional, el comercio y algunas veces imparte clases de derecho económico.
El tejedor de trapillo es docente desde 1993 y llegó a la UCA en 1994, se ha desarrollado en esta institución como docente, como profesional y como persona, confiesa.
Murillo Orozco señala que no se veía tejiendo, pero ahora la actividad es todo un reto en su vida.
De sus recuerdos de infancia, menciona que en primaria estudió en un colegio de monjas y miraba como ellas les enseñaban a las niñas a tejer con dos agujas y no a varones.
“Vivimos en una sociedad un poco machista, sin embargo, creo que hay que tener la mente abierta y nunca es tarde para aprender cosas diferentes, es una actividad como cualquier otra que te sirve para que te distraigas, es interesante, realmente es un reto, al inicio lo tomé como un elemento de desestrés, pero me ha gustado y creo que voy a seguir haciendo algunas cosas con Eli Molina (instructora)”, relata.
El docente aclara que los jóvenes ya no deben pensar que las actividades son predefinidas según el género, es decir, ahora tanto varones como mujeres tienen que plantearse roles, ayudarse mutuamente y avanzar, afirma.
Insiste que la sociedad actualmente se está transformando, los jóvenes están cambiando y haciendo algunas actividades que tradicionalmente se creían que sólo eran para las mujeres.
“Yo creo que no hay ningún problema, prácticamente una actividad de tejer, lavar, planchar, cocinar, es como cualquier otra, a mi me encanta cocinar, limpiar la casa, no tengo ningún problema, mi mamá me crió así y gracias a Dios el medio en que me he desenvuelto me ha generado una mente abierta”, concluye Murillo, mientras vuelve con las agujas.
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