La poza del Padre es el nombre que recibe la piscina de agua natural, ubicada en el balneario de Casares, misma que fue construida aproximadamente en el año de 1984 por una comisión conformada por sacerdotes franciscanos de la iglesia San José de la ciudad de Diriamba, Carazo.
A la fecha se sabe muy poco sobre la historia de esta majestuosa piscina de agua salada, ya que los sacerdotes pioneros de esta obra eran de origen salvadoreño y hace mucho tiempo no se sabe de ellos.
La poza mide 15 varas de largo, 4 varas de ancho y 1.5 metros de profundidad en la parte más profunda y menos de un metro en otro extremo. Fue construida al filo de un peñón ya existente en la playa.
Según varios lugareños utilizaron la estrategia de la marea baja, cada vez que el mar bajaba su nivel, los sacerdotes corrían a pegar las piedras con un cemento especial.
“Esta poza es viejísima, desde que yo era un niño venía con mi mamá, siempre miraba que los sacerdotes venían a bañarse por las tardes, según le decían ellos a mi mamá que la habían construido con el propósito de recrearse cada vez que vinieran a la casa cural”, relató Oswaldo Vidal López.
Con el pasar de los años, la poza del Padre se convirtió en un centro de concentración cristiana donde miembros de las iglesias evangélicas del país la utilizan para realizar bautizos.
Aunque el propósito de los sacerdotes en un inicio no fue éste, las personas lo toman como un espacio de recreación sana y de santidad, ya que no es peligroso, el oleaje no es fuerte y la piscina presta las condiciones para darse un buen chapuzón y de forma segura.
“Aquí todo el tiempo vienen los evangélicos a hacer sus bautizos, hacen sus cultos y luego se meten a la poza a bautizar, es bonito porque, aunque fue hecha por sacerdotes la utilizan para cosas religiosas y aquí pues nadie les impide que lo hagan, nuestra poza es un atractivo de nuestra zona costera”, dijo doña Magali García, quien tiene más de cincuenta años viviendo cerca de la zona.
A pesar de ser una zona muy árida, con pocos árboles que den sombra, una familia desde hace un poco más de 12 años, construyó cinco enramadas, donde prestan sus servicios de alquiler, venta de pescado frito, sopas marineras y sobre todo mantener limpio el lugar.
“Nosotros vimos la oportunidad y fuimos a la alcaldía a pedir el permiso, pagamos los impuestos y de aquí estamos solventando gastos económicos y mantenemos a nuestras familias, no es fácil porque en las temporadas bajas es poca la visita de veraneantes”, añadió Oswaldo López, propietario de las enramadas de la poza del Padre.
El alquiler de una enramada oscila entre los 150 y 200 córdobas para turistas nacionales e internacionales, para ingresar a la poza no se necesita pagar ningún costo.
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