* Las consecuencias pueden ser desde cansancio físico hasta problemas psicoemocionales como ansiedad o sentimientos de frustración.
María José Martínez R / Opinión
Trabajar desde casa suena como una gran idea. Puede ser tan simple como bañarse, tomar un café y sentarse frente al escritorio de la casa y trabajar, con la ventaja adicional de ahorrarse las horas de tráfico. Sin embargo, no es tan sencillo como parece y menos para las mujeres, que somos las responsables de la mayoría de las actividades del hogar.
Antes de la pandemia del Covid-19, las mujeres en Estados Unidos invertían en actividades no remuneradas 16.7% de su día (4 horas), en España, 20.1% (4.8 horas) y en México, 23% (5.51 horas), siendo esta última la cifra más alta de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Las estadísticas de género de la organización reporta que los hombres en los países anteriormente mencionados destinan para estas actividades entre 10.1% y 9.1% de su día. Los roles de género son parte de los factores explicativos de tales diferencias.
¿QUÉ SON LAS ACTIVIDADES NO REMUNERADAS?
La clasificación de actividades no remuneradas incluye: quehaceres del hogar, compras, cuidado de niños y adultos cuidados a personas que no son miembros del hogar, voluntariados, viajes relacionados con las actividades del hogar y otras.
¿A cuántas mujeres hemos visto que son propietarias de un negocio en su casa o salen a trabajar y adicionalmente, lavan, planchan, cocinan y cuidan de sus hijos? Muchas, probablemente nuestras madres sean el primer ejemplo que viene a nuestras mentes.
Desde niñas vemos como nos van asignando una serie de actividades no remuneradas y en muchas ocasiones la distribución de labores es desigual, pues a la niña se le atribuyen más que al niño y tristemente son patrones que se replican en otras etapas de la vida y tienen un alcance generacional. Es por ello que es necesario revertir estos patrones de comportamiento desde la infancia.
Las estadísticas de Estados Unidos, México y España son una muestra de patrones que se repiten alrededor del mundo con intensidades diferentes. Si desde antes de la crisis sanitaria las mujeres destinábamos más tiempo a las actividades del hogar, en comparación con los hombres, con el Covid-19 es posible que las actividades del hogar acaparen más tiempo en nuestras rutinas por tres motivos:
IMPACTOS EN LA SALUD Y EL TRABAJO
Adicionalmente, a las ocho horas de actividad laboral diarias, que en ocasiones se extienden de ese lapso, la mujer también debe dedicar entre 3 y 5 horas diarias a actividades no remuneradas. Estaríamos hablando entonces que las mujeres trabajan entre 11 y 13 horas diarias. Jornadas como estas dejan poco tiempo para el descanso y la recreación, participación en la política y la realización espiritual.
Jornadas extensas que implican saltos constantes en dos dimensiones (casa- trabajo) pueden comprometer la salud física y mental de las mujeres. Las consecuencias pueden ser desde cansancio físico hasta problemas psicoemocionales como ansiedad o sentimientos de frustración.
ONU Mujeres identifica un canal de transmisión entre los salarios y las actividades en las que distribuyen sus tiempos. Las mujeres perciben un salario inferior al de los hombres (entre 25 y 40 por ciento menos, según el Banco Mundial), esto se debe a que incursionan en actividades con bajos niveles de productividad que complementan con actividades del hogar.
En reiteradas ocasiones hemos dicho o escuchado la famosa frase “Los quehaceres de la casa nunca se terminan”, y es cierto. La jornada de los quehaceres del hogar está compuesta por micro actividades. Como cualquier trabajo, es probable que surjan inconvenientes y requieran más de nuestro tiempo y es ahí donde el trabajo no remunerado puede alterar la vida laboral remunerada.
Las actividades remuneradas responden a roles de géneros impuestos por una cultura patriarcal en muchos casos reforzados por la violencia. Parte de lo nuevo que podemos aprender con la pandemia es a cambiar paradigmas en la asignación de las actividades del hogar y el cuido de los hijos y así contribuir con el bienestar de nuestras madres, hermanas e hijas.
* La autora es economista.
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