Redacción / IP Nicaragua
La venezolana María José Tejero llegó a Nicaragua hace trece años acompañada de su esposo en una gira de trabajo.
Sus planes era permanecer seis meses en este país centroamericano, pero los planes cambiaron y se abrió puertas en la industria cacaotera.
“Aquí encontré un camino que poco a poco fui recorriendo acompañada de varios cacaoteros, así como instituciones que me impulsaron y extendieron la mano para recorrer campos y cooperativas, para poder trabajar con excelentes chocolateros que existen en Nicaragua”,dijo Tejero.
Tejero se identifica como periodista de profesión, pero chocolatera de vocación.
Sus primeros contactos con el cacao fue en las ferias que se realizaban los fines de semana en su pueblo Maracay, donde comercializaba en su tienda de artesanía un cacao proveniente de las mujeres de Cata, que luego era transformado en chocolate por las manos laboriosas de un artesano de su localidad.
“En la tienda se daban talleres de chocolatería, pero un día el artesano nos dijo que se iba de Venezuela y decidí quedarme a cargo de los talleres de chocolatería y así empecé con ésta pasión”, recuerda Tejero.
Reconoce calidad del cacao nicaragüense
Por mucho tiempo trabajó con varias instituciones vinculadas a la capacitación de miembros de cooperativas de los municipios de Waslala, Rancho Grande, Río San Juan y el Triángulo Minero en temas referentes a la calidad del grano del cacao, evaluación y sensorial.
Ahí logró identificar la calidad de la producción nicaragüense y se percató de la necesidad de formar en el país nuevos chocolateros.
“Para el excelente cacao que me encontré en Nicaragua necesitamos buenos chocolateros que transformen el cacao, existen marcas de chocolate, pero son pocas, necesitamos ampliar este mercado”, enfatizó Tejero.
Ante el abanico de oportunidades en este rubro el año pasado abrió la primera escuela de cacao y chocolatería llamada Semilla Cacao Group, que graduará a finales de marzo del 2022 su tercera generación de chocolateros.
En esta escuela asegura que entrega a sus alumnos una bolsa con granos de cacao y los termina graduando con la realización de una cata del chocolate que prepararon durante el curso intensivo.
“Es una lástima que a Nicaragua se le conozca por su cacao y no por sus chocolates, yo creo que en la transformación del cacao se generan puestos de trabajo y se crean muchas actividades que pueden dinamizar la economía de regiones cacaoteras, sería muy bonito que en vez de exportar cacao, exportáramos la pasta de cacao o el chocolate elaborado”, dijo la venezolana.
Alumnos tienen aspiraciones
Isabel Román es estudiante de la carrera de periodismo y también forma parte del tercer grupo de la escuela de cacao y chocolatería Semilla.
Desde niña sintió la curiosidad de entender el proceso de cómo ese grano se convertía al final en una barra de chocolate.
Esta joven no declinó en sus aspiraciones y con videos tutoriales logró fabricar su propio chocolate artesanal, el cual vende a sus amigos de la universidad y sus familiares.
“Nunca tuve la oportunidad de encontrar una escuela en el país que me enseñara el proceso de elaboración del chocolate, buscaba información y no encontraba nada, pero al final se me presentó la oportunidad de este curso que me va ayudar bastante, para tener mi propia marca de chocolate, para luego expandir en el mercado nacional”, dijo Román.