* El acto terrorista no va a detener a la iglesia Católica en su misión profética, dice uno de los mensajes.
ERNESTO GARCÍA
Una ola de repudio dentro y fuera de Nicaragua desencadenó el ataque terrorista de este viernes contra la catedral Inmaculada Concepción de María en Managua.
En el acto terrorista fueron profanadas las Sagradas Especies y calcinada la venerada y consagrada imagen de la Sangre de Cristo, en cuya capilla fue lanzada una bomba incendiaria.
Uno de los primeros en expresar su solidaridad con la iglesia Católica fueron los obispos de la Conferencia Episcopal de Panamá.
La iglesia católica de Panamá asegura que este hecho les genera “dolor e indignación”.
“Nos causa un profundo dolor e indignación al ver cómo se ha herido la sensibilidad religiosa del pueblo nicaragüense ante tal destrucción, producto de una bomba que quemó la capilla de la Catedral Metropolitana de Managua”, cita el comunicado.
La imagen de la Sangre de Cristo representaba un valor histórico incalculable, ya que en 2020 estaba cumpliendo 383 años de haber llegado al país.
Monseñor Bartolomé Buigues, obispo de la Diócesis de Alajuela, expresó su condena por el acto terrorista.
«Somos conscientes de su irreparable pérdida (la imagen de la Sangre de Cristo), pero mientras el mundo gira la cruz (de Cristo), se mantiene en pie y la esperanza sigue sin defraudar», dice en su parte medular el mensaje de solidaridad enviado por monseñor Bartolomé Buigues al cardenal Leopoldo Brenes.
Por su parte, los presbíteros Oscar Sánchez y William Costa, en representación de la congregación Escuelas Pías, conocido como los Escolapios, también expresaron su condena por el acto terrorista de este viernes en la catedral de Managua.
Los Padres Escolapios, en su comunicado, consideran que él o los autores del acto terrorista son personas que se consideran «amenazados por quien es el camino, la verdad y la vida»; es decir, que viven fuera de la ley de Dios.
Finalmente, el movimiento laical «Cursillos de Cristiandad», emitió un comunicado en el que expresan que el acto terrorista no va a detener a la Iglesia en su acción profética.
Los miembros de los Cursillos de Cristiandad señalan que quienes han profanado templos son personas «que gozan de privilegio, de protección y que son movidos por las fuerzas de la oscuridad».
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