Redacción/ IP Nicaragua
Las mujeres que trabajan la tierra están enfrentando una problemática que se ha invisibilizado: no tienen tierras, pese a que hay una ley que se supone las ampara, nadie les da crédito y luchan contra los efectos del mal invierno, dijo a IP Nicaragua, María Teresa Fernández, de la Coordinadora de Mujeres Rurales.
Según Fernández, la coordinadora trabaja por los derechos humanos de las mujeres rurales y campesinas, principalmente “estamos trabajando con 15 cooperativas en León y Chinandega, todas estas mujeres trabajan en pequeñas parcelas agroecológicas, porque el principal problema es que no tienen tierra”
Cabe resaltar que hace 11 años, en 2010, se aprobó la Ley 717, Ley Creadora del Fondo para Compra de Tierras con Equidad de Género para Mujeres Rurales, que se pensó para ayudar a comprar tierra con equidad de género, pero hasta hoy el Estado nicaragüense jamás le colocó fondos.
“Este 2021 se cumplieron 11 años de esa ley, que era una política pública que podría contribuir al mejoramiento de la vida de las mujeres, avanzar en su empoderamiento, a tener poder de decisión, digamos, debe de tener un pedazo de tierra que la ley establece, 5 manzanas de tierra y las mujeres planteaban con una manzana, es más, con media manzana bien diversificada ellas dicen que cambia su vida, entonces el Estado de Nicaragua no le colocó fondo a esta ley, eso significa violencia patrimonial del Estado nicaragüense hacia las mujeres rurales y campesinas en Nicaragua”, señala Fernández.
Falta de agua es un problema
Por otro lado, apunta que desde hace ya casi 4 años un problema que se viene agudizando es la falta de agua, por el avance del monocultivo de caña de azúcar que rodea principalmente todas las comunidades en Chinandega, donde están los sembradíos del Ingenio San Antonio y del ingenio Santa Rosa, y de todos lo que cultivan ahí caña y luego están los productores que siembran maní, que afectan también la vida de la mujer y también hacen que se vaya disminuyendo el agua.
En cuanto a los pozos, revela que en León, desde hace más de 2 años, ya no se ocupan, porque éstos tienen una profundidad de más de 180 a 125 varas y ya no se puede seguir excavando, así que las mujeres ahora depende del agua potable y eso las limita, porque a veces sólo tienen agua dos veces a la semana y esto afecta también sus cultivos.
Prevén que habrá inseguridad alimentaria
En cuanto al impacto de los huracanes Eta e Iota dijo que “las mujeres tuvieron pérdidas” y que la situación se ha agravado por la intensa sequía que se ha instalado en el país, “pues no sembraron en primera, las que sembraron tuvieron que sembrar tres veces y no resultó, eso significa que tenemos problemas”.
“Hay problemas ya de ingreso de las mujeres y problemas de que puede haber falta de seguridad alimentaria y también afectaciones en la soberanía alimentaria, porque se han perdido semillas, sembrar tres veces y perderlas, eso significa que las mujeres van perdiendo sus semillas y muchas semillas que tienen las mujeres son semillas criollas que se adaptan al cambio climático y algunos tienen hasta 25 años que las han mantenido entonces ésta es una de las principales problemáticas, la falta de tierra, la falta de agua, el monocultivo que ahora alquilan las tierras hasta por 5 y 10 años ha hecho que las mujeres tengan menos oportunidad de alquilar tierra”, resalta
La producción agroecológica no se reconoce como la producción que es sana, por lo tanto se vende igual que los cultivos con agroquímicos y a veces les regatean los precios a las mujeres y eso hace que su ingreso se mire disminuido, explicó Fernández.
En cuanto al efecto de la pandemia, “todo el año 2020 las mujeres tuvieron pérdidas, porque no iban al mercado, no entraron camionetas como en otros momentos que entraban a comprar producción y bueno, tuvieron que regalar o intercambiar sus cosechas por otros productos que tuvieran otras socias de las mujeres, ahí en la comunidad ese es uno de los principales problemáticas”, prosiguió.
Sin acceso al crédito
Además de las problemáticas anteriores, destacó que las mujeres no tienen acceso al crédito por la banca convencional y tampoco por micro financieras, porque las exigencias son, en el caso de las microfinancieras, que las mujeres tienen que conformar grupos solidarios.
Fernández explicó que hay algunas cooperativas de mujeres con fondos revolventes que lo han creado ellas mismas, a partir de los proyectos que han ejecutado o que contaron con otros organismos digamos con donaciones de silos, biodigestores que estregaron en aquel tiempo, vacas que otorgaron otros organismos en el año 90-95.
“Las mujeres decidieron pagar el 20% de ese bien y con eso crear su fondo revolvente, entonces hay cooperativas que tienen su fondo revolvente desde hace más de 10 a 15 años y nosotras con proyectos que ejecutamos, lo mismo las mujeres aportan el 30% de lo que cuesta un bien, digamos de lo que cuesta un sistema de riego, una cosecha de agua, de un silo y con eso ha venido creando fondo revolvente y entonces las mujeres tienen acceso al crédito por su cooperativa, por esos fondos que han creado”, prosiguió.
Promover producción sana
“Uno de los grandes desafíos es seguir trabajando la producción agroecológica y que ésta sea reconocida en un futuro cercano, pues no esperamos que sea de tan largo plazo, que se pueda colocar fondo y las mujeres puedan acceder a pedazos más grandes de tierra para mejorar su producción, pues todas las mujeres trabajan por contribuir a que su entorno sea cada vez mejor. Van reforestando, sembrando arbolitos, sembrando frutales, haciendo abonos orgánicos, fertilizantes orgánicos”, apunto María Teresa Fernández.
Asimismo, dijo que a partir del año pasado iniciaron un proceso de fitomejoramiento participativo, que significa que las mujeres van a seleccionar las mejores semillas desde la plantación y que están trabajando principalmente con maíz y frijol.
El cambio climático está golpeando fuertemente a las mujeres rurales, pues en 2020 se perdió todo el maíz que habían sembrado en la zona de Chinandega y parte de León, por la lluvia, también se perdió yuca y plátano, mientras que el desastre con el ajonjolí fue total.
“La sequía está afectando y nosotras pensamos que en los próximos meses van a haber problemas para la alimentación de las mujeres por la falta de lluvia y porque lo que se sembró, entonces por ejemplo el maíz, el poquito de maíz que salió a principios de este año a la mujer se lo querían pagar en 300 o 400 córdobas el quintal, hay mujeres que no vendieron y ahorita que no hay suficiente maíz, porque no se sembró por la falta de agua, el maíz en la comunidad se anda comprando en 10 córdobas la libra. Se ha encarecido este rubro que es importante en la vida de las mujeres y de eso nadie está comentando”, recalcó
Además de sembrar gran variedad de verduras, granos y hortalizas, las mujeres también están cosechando plantas medicinales y con la pandemia se han ampliado porque con pócimas o cocimientos mejoran su salud.
“Aunque el Covid está allá en lo de las comunidades, hay muchas que les ha llegado y lo han superado con los té naturales que se toman y han venido fortaleciendo la manera para levantar sus defensas”, apuntó.
También se suma a la problemática de las mujeres rurales la ola de robos en las comunidades.
“Se le roban a las mujeres gallinas, los chanchos, chanchas que están a punto de parir, hermosísimas, cabezas enteras de plátanos, se les llevan hasta la ropa que tienden, se ha proliferado, se veía que han asaltado para robarle celulares a los chavalos, bicicleta entonces la inseguridad también es una de las principales problemas en las comunidades en León y Chinandega”, concluyó Fernández.